El Salvador / Política

La historia detrás del día en que Bukele se tomó la Asamblea Legislativa

La irrupción a la Asamblea Legislativa del presidente Bukele no se debió a ningún préstamo de seguridad. Tuvo su origen en una crisis de agua y algas, en el problema de imagen que esa crisis generó al Gobierno. El Faro reconstruye lo que ocurrió alrededor de la toma del congreso: tres días antes, CAPRES ordenó por chat al Gabinete cancelar viajes y asistir a la manifestación del 9; a los PPI de los diputados se les convocó el viernes con un mensaje político de su jefe, que les recordó que la Policía paga el salario; los soldados que entraron al Salón Azul pertenecían a un cuerpo élite, desplegado expresamente para la operación; audios de una reunión privada demuestran que varios diplomáticos reprocharon al Gobierno lo sucedido y que altos funcionarios reconocieron que el 9F fue un error.

Víctor Peña
Víctor Peña

Miércoles, 11 de marzo de 2020
Efren Lemus, Óscar Martínez y Carlos Martínez

El martes 11 de febrero, cuando la irrupción del presidente y los militares a la Asamblea Legislativa ya había ocurrido y el escándalo estaba en las páginas de decenas de medios internacionales, el Gobierno intentó recoger los platos rotos. A las 6:30 de la tarde de ese día, en el salón de eventos de Casa Presidencial, tres funcionarios de confianza de Nayib Bukele buscaban calmar a la comunidad internacional en el país, en una reunión sin medios de comunicación. Carolina Recinos, jefa de Gabinete; Ernesto Castro, secretario privado de la Presidencia; y Alexandra Hill, canciller, vendían su versión de los hechos a unos 60 diplomáticos, entre ellos embajadores y funcionarios de organismos internacionales como Naciones Unidas o el Banco Mundial. Pero la historia que el Gobierno contó estaba plagada de mentiras, y la mayoría de los ahí presentes no la creyó. Y los invitados, cuando les dieron turno de preguntas, lo dejaron claro.

El Faro tiene en su poder una grabación de aquella reunión. En las primeras dos intervenciones, el tono fue diplomático. El embajador de la Unión Europea, Andreu Bassols, preguntó si el Ejecutivo acataría la orden de la Sala de lo Constitucional de desistir en el intento de forzar una sesión extraordinaria legislativa para aprobar el préstamo de 109 millones que, según la versión del Gobierno, desató todo. El embajador de Chile, Renato Sepúlveda Nebel, habló de ver las cosas en positivo y darle “para adelante”. Entonces, tras respuestas de Recinos y Castro, y luego de casi una hora de reunión, el embajador de Japón, Kazuyoshi Higuchi, cambió el tono del diálogo:

—Buenas noches, no sé si podré explicar bien en español… Tenemos mucho interés de mejorar la imagen del país, para hacer más cooperación, para llevar más inversión, mejorar la seguridad pública, etcétera, etcétera. Perder una imagen buena es un día, pero recuperar imagen se tarda más tiempo. Por eso, el acontecimiento en la Asamblea, eso afectó a casi todos los diplomáticos y fue mala imagen, pero recuperar la imagen del país tarda mucho tiempo. Yo espero que no repitan para el próximo, no sé… Mañana, sábado o domingo, no repitan… Van a perder más confianza con los diplomáticos.

Tras el embajador Higuchi, varios más hicieron ver a los funcionarios el error que había cometido Bukele. Pero ese es el final de una historia que empezó las semanas previas a la irrupción del presidente al Salón Azul legislativo. Con entrevistas a fuentes de Gobierno, legislativas, policiales, militares y diplomáticas, El Faro ha reconstruido la sucesión de hechos que derivaron en el 9F, y las repercusiones inmediatas que esto acarreó.

La historia que el Gobierno sigue contando, y que ha llegado a publicar en textos firmados por el presidente Nayib Bukele en medios estadounidenses, es falsa en muchos detalles. De hecho, lo es desde el inicio: la toma de la Asamblea no ocurrió principalmente por un préstamo de seguridad. Fuentes del Ejecutivo confiesan que respondió a una estrategia de marketing que, dicen, se les salió de las manos.

Después de amenazar a los diputados ausentes, en un Salón Azul tomado por soldados y policías, Bukele hizo una oración junto al diputado Guillermo Gallegos, de Gana. Luego, el presidente se retiró para dirigirse de nuevo a la multitud y decir que había hablado con Dios, quien le pidió paciencia. Foto de El Faro: Víctor Peña
Después de amenazar a los diputados ausentes, en un Salón Azul tomado por soldados y policías, Bukele hizo una oración junto al diputado Guillermo Gallegos, de Gana. Luego, el presidente se retiró para dirigirse de nuevo a la multitud y decir que había hablado con Dios, quien le pidió paciencia. Foto de El Faro: Víctor Peña

1. Las semanas previas: un problema de imagen

El de Bukele es un Gobierno hábil para manejar la agenda de los medios de comunicación y las tendencias en redes sociales. Es un Gobierno al que le preocupa el marketing, la promoción de temas que protejan su buena imagen, como explicó un funcionario del gabinete de Gobierno ampliado que habló con El Faro luego de los hechos del domingo 9 de febrero.

Sin embargo, durante la primera semana de enero de 2020 se le desató un problema que la administración tardó en dimensionar: una crisis de abastecimiento de agua en el Área Metropolitana de San Salvador. 'Lo que ocurrió el 9 de febrero en la Asamblea está íntimamente relacionado con el problema del agua', explicó este funcionario.

La primera semana de enero de 2020, usuarios de redes sociales se comenzaron a quejar por falta de agua, mientras otros denunciaban que de sus chorros salía agua con mal sabor y mal olor. El Gobierno matizó el problema: el presidente de la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA), Frederick Benítez, aseguró que había una disminución del servicio por trabajos de rehabilitación de la planta potabilizadora de Las Pavas.

La explicación no contuvo las denuncias. Pasó otra semana y, lejos de agotarse, la crisis tomó nuevas dimensiones. El 15 de enero ANDA explicó que el problema se debía a una proliferación de algas en el río Lempa. Esas algas, dijeron, se colaron en Las Pavas, la planta que abastece de agua a 1.2 millones de usuarios en el Gran San Salvador. Tres días después, el 18 de enero, el presidente de ANDA y la ministra de Salud, Ana Orellana, insistían sin embargo en que el agua era apta para el consumo humano: “Hay que hervir el agua, debemos consumir agua hervida o filtrada. Es lo que recomendamos nosotros, pero el agua se puede beber, yo la he bebido y no ha habido ningún problema”, dijo la ministra.

A pesar de defender que el agua era potable, el Gobierno desplegó un plan de contingencia para llevar pipas y agua embotellada a las zonas afectadas y saturó las redes sociales con fotografías y videos de su esfuerzo. Una lluvia de tuits exhibieron a funcionarios haciendo innecesarias cadenas humanas para pasar de mano en mano botellas de agua descargadas o cargadas en camiones.

El martes 21 de enero, el Gobierno llegó a su tercera semana con la mancha de la crisis en su comunicación estratégica. Esa noche, durante una conferencia de prensa, rodeado de su gabinete, Bukele regañó a sus funcionarios y, por primera vez en siete meses de Gobierno, pidió disculpas por la desinformación inicial: “Pido disculpas por lo que se dijo, pero creo que responde a la forma que se ha pensado siempre… Eso no debe ser así en este Gobierno y ya se le llamó a la atención a los funcionarios, creo que no lo hicieron de mala intención”.

En la misma conferencia, Bukele recordó a su gabinete la importancia que las redes sociales tienen en su administración: “Nunca volvamos a decir no hay un problema cuando la gente está diciendo que hay un problema. Ayer le dije al ministro de Gobernación, a Mario (Durán): cuando hay quejas en redes sociales tómenlas como un insumo”.

Bukele dijo aquella noche que el problema de las algas estaba superado, prometió la modernización de Las Pavas y la construcción de otra planta de tratamiento, pero ni las disculpas ni las promesas contuvieron la crisis comunicacional. Y aún faltaba más.

Durante los últimos días de enero y los primeros de febrero, otros tres temas se sumaron a la crispada agenda nacional: la petición de antejuicio contra el diputado arenero Norman Quijano por negociar con las pandillas; la revelación de que una empresa de seguridad había pagado un viaje a México al viceministro de Justicia y Seguridad, Osiris Luna; y la decisión de Arena, FMLN y PDC de retirar su apoyo a la solicitud del Gobierno de negociar un préstamo internacional de $109 millones para financiar la tercera etapa del de seguridad Plan Control Territorial.

Estas son las fotos que se tomaron Luna y su acompañante a bordo de un avión privado en su viaje a México. A partir de estas imágenes es que surgió el hashtag #QuiénPagóElViajeDeOsirisLuna
Estas son las fotos que se tomaron Luna y su acompañante a bordo de un avión privado en su viaje a México. A partir de estas imágenes es que surgió el hashtag #QuiénPagóElViajeDeOsirisLuna

El Faro habló con tres fuentes del Gobierno. Dos son del gabinete ampliado y un tercero es un empleado de Casa Presidencial con acceso a reuniones e información privilegiada. Las tres fuentes explicaron a este periódico que la popularidad de Bukele es una de las columnas que sostiene los proyectos del Ejecutivo. “Él, con su imagen, siempre suma”, dijo uno de los funcionarios del gabinete ampliado. Las fuentes también explicaron que el actual Gobierno entiende la política como un conflicto perpetuo. 'El acierto está en elegir el conflicto e irlo ganando siempre', explicó una de las fuentes. Visto de esta manera, con lo del agua, el Gobierno tenía varias semanas de no escoger el conflicto y de irlo perdiendo.

El 27 de enero, Bukele encontró una oportunidad de que la crisis del agua pasara a segundo plano. Ese día, la Fiscalía presentó una petición de antejuicio contra el expresidente de la Asamblea y excandidato a la presidencia por Arena Norman Quijano. El presidente quiso llevar trigo a su molino: “Arena y el FMLN no son basura, son peor que eso. Negociaron con la sangre de nuestro pueblo. Mil veces malditos”, escribió el 1 de febrero en Twitter.

Es mismo día, el expresidente Mauricio Funes, prófugo de la justicia y asilado en Nicaragua, filtró en Twitter un documento que revelaba quién pagó el viaje del Viceministro Osiris Luna en un avión privado. Dos días después, la empresa mexicana Grupo SeguriTech Integral Security confirmó a El Faro que había pagado el viaje de Luna a México, algo que el Gobierno mantenía en secreto desde el 10 de noviembre de 2019, cuando se difundieron en redes sociales fotos de Luna y su asistente dentro de un jet.

La oposición aprovechó los dos flancos para golpear al Gobierno. El 3 de febrero, los partidos de oposición acordaron interpelar al presidente de ANDA y la ministra de Salud, por la crisis del agua. Dos días más tarde, el miércoles 5, los diputados de Arena se negaron a dar sus votos para un préstamo del BCIE por $109 millones, con el que Bukele quiere financiar parte de su plan de seguridad. Los diputados alegaban falta de transparencia en el préstamo, porque parte de los fondos eran para la compra de cámaras de seguridad, uno de los productos que vende la empresa que invitó a Luna a México.

Bukele necesitaba mover pieza. “Se venían haciendo mediciones de la reacción de la gente ante ciertos temas', explicó a El Faro uno de los funcionarios de su gobierno. 'Preocupaban dos en particular: lo de Osiris y lo del agua. Lo de Osiris no impactó, no afectaba las mediciones, pero lo del agua sí. Salía el semáforo en rojo. Como una alerta. Son mediciones semanales que se hacen en redes sociales, dependiendo de cómo reacciona la gente a ciertos temas del Gobierno”.

Bukele quiso otra vez cambiar el tema, elegir el conflicto.

La versión oficial del Gobierno es que el 9F convocó a una reunión extraordinaria a los diputados para tratar un asunto de interés nacional: los fondos para la seguridad pública. El funcionario del gabinete ampliado confirma que la convocatoria a los diputados respondía a un problema de marketing y a la crisis del agua en particular. “Desde un mes antes se tenía esta carta: la Asamblea Legislativa es la más odiada. En las encuestas sale como la peor evaluada y la gente hasta paga para ir a putear a los diputados', dice. 'Entonces, lo que hacés es encontrar una causa, elegís con quién generar el conflicto y hacer que el otro (la Asamblea) ceda por presión”. Lo que explica esta fuente es que la toma de la Asamblea Legislativa el 9 de febrero nació de la necesidad de crear un distractor y de buscarle al presidente un adversario con vocación de perdedor.

2. Jueves 6 de febrero: “Cancelen viajes. Tienen que estar el domingo”

El jueves 6 de febrero de 2020, los miembros del gabinete ampliado llegaron a Casa Presidencial alrededor de las 9:30 de la mañana. Recién estaba terminando una reunión del Consejo de Ministros. Entre la veintena de funcionarios estaban el secretario jurídico, Conan Castro; el secretario privado, Ernesto Castro, y la jefa de gabinete, Carolina Recinos. “A media mañana aún le estaban sacando la firma a algunos ministros, pero en ese momento no sabíamos qué habían acordado”, cuenta una fuente del gabinete ampliado. Faltaban un par de horas para que los salvadoreños conocieran el punto cuatro que el presidente Bukele introdujo a la agenda del Consejo de Ministros.

Ese mismo día, a las 2:45 de la tarde, los diputados recibieron el acuerdo de Casa Presidencial. “En cumplimiento de la instrucción recibida de parte del Consejo de Ministros del Órgano Ejecutivo, hago de su conocimiento el Acuerdo adoptado por dicho Consejo, a través del cual se hace uso de la facultad conferida por el artículo 167 ordinal 7° de la Constitución”, reza el documento que Conan Castro envió al presidente de la Asamblea, Mario Ponce. El artículo 167 de la Constitución faculta al Consejo de Ministros a convocar a los diputados a una sesión extraordinaria 'por asuntos de interés nacional'. El presidente había encontrado su nuevo conflicto: obligaría a los diputados a someter a votación la autorización para la negociación del préstamo por $109 millones, el domingo 9.

Al final de la tarde del jueves 6, la noticia del acuerdo del Consejo de Ministros corrió como pólvora en los grupos de WhatsApp de los funcionarios de Gobierno. La noticia llegó en forma de orden: “Sí, el jueves cayó ese mensaje de que había que ir a apoyar el domingo”, dijo el funcionario del gabinete ampliado. Una segunda fuente del gabinete ampliado cuenta que la noche del jueves Casa Presidencial informó por la misma vía la suspensión de reuniones en el extranjero. La indicación era que todos debían presentarse a apoyar al presidente el domingo a las 3 de la tarde frente a la Asamblea Legislativa, sin importar otros compromisos. Al menos en privado, el Gobierno no mostraba dudas ni dejaba abierta la posibilidad de que las negociaciones con los diputados alteraran la cita; era una decisión firme.

Entre las reuniones que estaban programadas fuera del país estaba una sesión de trabajo en Guatemala. Se suspendió. La Cancillería guatemalteca confirmó a El Faro que representantes de la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA), el Ministerio de Hacienda y el Ministerio de Gobernación debían reunirse con sus similares guatemaltecos para trabajar en un acuerdo de integración que el presidente Bukele y el nuevo presidente de Guatemala, Alejandro Giammatei, firmaron en San Salvador, el 27 de enero de 2020. Luego de firmar ese acuerdo, las vicepresidencias de ambos países habían acordado una reunión de trabajo para el viernes 7 de febrero. “Te puedo confirmar que se suspendió. No te sabría decir cuándo se retomará porque esto es un asunto que las instituciones involucradas trabajan de manera bilateral”, respondió oficialmente la Cancillería guatemalteca, el pasado 4 de marzo.

El primer anuncio de la convocatoria extraordinaria la dio Bukele esa noche, alrededor de las 7. A su lado, estaba el embajador Johnson. El presidente y el estadounidense acababan de anunciar un entendimiento de visas de trabajo. Bukele escogió justo ese momento para revelar al país lo que había decidido. 

A las 8:26 de la noche del día 6, Bukele escribió en Twitter: “Los diputados de la @AsambleaSVse presentarán este domingo a las 3pm, para votar por el financiamiento para la #Fase3 del #PlanControlTerritorial. Así lo decidió el Consejo de Ministros”. Uno de los dos funcionarios del gabinete ampliado que habló con El Faro describió al Consejo de Ministros como un grupo de funcionarios obedientes, reverentes hacia la figura del presidente Bukele, incapaces de contradecir al mandatario. “Puedo asegurarte que no fue el Consejo de Ministros el que convocó a la sesión (plenaria extraordinaria)”, dijo la fuente, haciendo ver que la orden era directamente del presidente.

3. Viernes 7 y Sábado 8: Retirar a los agentes PPI, asustar a los diputados

Contrario a los temores expresados por algunos diputados, a ninguno de sus guardaespaldas se les pidió que ayudaran a localizar al legislador que custodiaban y tampoco se les hizo ninguna referencia a la posibilidad de que sus jefes fueran a ser llevados a la fuerza a la Asamblea Legislativa el domingo 9 de febrero. Lo que sí ocurrió fue una inusual reunión multitudinaria de guardaespaldas que dejó sin seguridad durante más de 12 horas a buena parte de los diputados de El Salvador. El Gobierno ha dicho que se trató de un acto de rutina, pero la versión de los implicados desmiente eso: los retiraron de sus funciones como medida de presión a los diputados.

El viernes 7 de febrero, después las seis de la tarde, el sargento de la Policía que coordina la seguridad de los parlamentarios, comenzó a llamar y a escribir a cada uno de los guardaespaldas de los diputados para notificarles que a partir de ese momento quedaban suspendidas sus obligaciones hasta nuevo aviso.

A lo largo de ese día, Bukele publicó desde su cuenta de Twitter 12 mensajes, todos ellos recordando a los diputados que el domingo debían presentarse a la sesión extraordinaria, convocando a la gente a llegar como medida de presión para los diputados y recordando que el préstamo en seguridad era para el bienestar de policías y soldados.

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