El periódico El Faro enfrenta desde finales de julio una auditoría tributaria de la Dirección General de Impuestos Internos del Ministerio de Hacienda. Este jueves 24 de septiembre, el presidente Nayib Bukele hizo público que Hacienda trabaja para configurar contra este periódico una acusación por lavado de dinero: “Ahorita tienen una investigación por lavado de dinero, seria”, dijo. “Y pues el ministerio de Hacienda les está pidiendo los documentos, como se los pide a cualquier empresa”.
Estas declaraciones llegan dos semanas después de que, con la auditoría aún en etapas iniciales, el ministro de Hacienda, Alejandro Zelaya, retuiteara una amenaza realizada por un candidato a diputado por el partido Nuevas Ideas, que en respuesta a la revelación de que el gobierno de Bukele lleva un año negociado con la Mara Salvatrucha dijo que los periodistas de El Faro iban a terminar “en una celda incómoda” por violadores o lavadores de dinero. Tras el anuncio hecho por Bukele, Zelaya escribió en su cuenta oficial de Twitter: “no hay vuelta atrás, @nayibbukele”.
Hacienda está actualmente auditando la contabilidad de este periódico en los ejercicios 2014, 2016, 2017 y 2018 de este periódico. Durante este proceso de investigación El Faro no ha negado ningún tipo de información contable a Hacienda, pero ha denunciado que el ministerio se remonta a años que por ley ya no podría auditar y que ha insistido en solicitar información que no es de carácter tributario, como los libros completos de actas de junta directiva, que incluyen debates editoriales, o informes intermedios de ejecución de proyectos con diversas organizaciones internacionales con las que El Faro trabaja. El pasado 11 de septiembre, los abogados de El Faro presentaron por esta razón una demanda de amparo ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, y solicitaron medidas cautelares para evitar que la administración siga presionando para acceder a información no contable del periódico.
El Faro insiste también en proteger, frente a los requerimientos de Hacienda, la identidad de los suscriptores a su “Excavación ciudadana”, un programa de membresía y fidelización por el que el periódico recibe aportaciones monetarias voluntarias de lectores a cambio de invitaciones a encuentros de discusión con sus periodistas. “Ellos dicen que no porque entonces vamos a saber quienes les donan y vamos a perseguirlos políticamente”, dijo con sarcasmo Bukele en la cadena nacional, y luego agregó: “pero lo interesante no es eso, porque a final de cuentas ese es uno de los mil casos que hay de posible evasión fiscal y de lavado de dinero”.
Bukele criticó también a este periódico por su resistencia a entregar a Hacienda copias de todas sus actas de junta directiva, y alimentó la sospecha de que en esas actas se encuentren pruebas incriminatorias contra El Faro. “¿Cómo sabemos nosotros si ahí, dentro de sus oficinas, no hay otros papeles que los incriminen en algún delito? ¿Cómo vamos a saber nosotros si en los documentos que no quieren entregar no hay documentos que los incriminen en algún delito?”, preguntó el presidente.
Aparentemente, el presidente no estaba al tanto de que tres días antes los auditores de Hacienda ya habían dado la razón a El Faro en su solicitud de entregar para la auditoría solo aquellos puntos de actas de junta directiva que incluyen acuerdos con trascendencia tributaria. Tras dos requerimientos anteriores en los que exigían los libros de actas completos, en una notificación oficial sellada el 21 de septiembre y entregada al periódico el martes 22, el departamento de Investigación Penal y Normativa Tributaria del ministerio indicó finalmente a este periódico que debe entregar la información de las actas de junta directiva que corresponda a acuerdos “relacionados con contratos o convenios celebrados con cooperantes, con clientes o proveedores de bienes de servicios”, etc.
El proceso de auditoría y los plazos dados por Hacienda para la entrega de documentación no han finalizado aún.
“Se trata de una investigación política”
Tras dedicar la primera hora de su cadena nacional a juramentar dos nuevos cargos, Bukele se concentró en atacar a quienes él considera sus adversarios políticos, incluidos el sacerdote jesuita José María Tojeira, director del IDHUCA y exrector de la UCA, y un amplio abanico de medios de comunicación a los que llegó a señalar por su nombre. En ese contexto, el presidente proyectó un fragmento de video grabado el miércoles 23 en la Asamblea Legislativa, en el que el fundador de El Faro, Carlos Dada, explicaba a la comisión legislativa que investiga ataques recientes contra periodistas, cómo este periódico está atravesando una auditoría cuya naturaleza calificó Dada de “acoso fiscal”.
Aunque Bukele utilizó la grabación para intentar desacreditar a este medio, el abogado de El Faro Arnau Baulenas considera que la declaración del presidente de que se está configurando un caso de lavado de dinero contra el periódico “confirma las sospechas de que la auditoría se trata de una investigación política, no hay una investigación tributaria”.
“No se nos ha notificado en ningún momento de que El Faro esté siendo investigado por lavado de dinero”, dijo Baulenas. “No sabemos si es cierto o no, o quién le ha pasado la información al presidente”.
El artículo 28 del Código Tributario salvadoreño establece que la información que se entrega a la Administración Tributaria tiene el “carácter de información reservada”. “Aquellas personas o entidades que, sin pertenecer a la Administración Tributaria, en cumplimiento de disposiciones especiales tuvieren acceso a los datos o informaciones a que se hace referencia, deberán guardar absoluta reserva y sólo podrán utilizarlos para efectos del cumplimiento de sus obligaciones”, establece el código. La norma contrasta con el hecho de que el presidente admitiera en cadena nacional tener conocimiento de primera mano sobre las investigaciones que realiza el ministerio de Hacienda y sobre las respuestas brindadas a la institución por El Faro.
El anuncio del presidente ocurre dos semanas después de que una docena de congresistas y senadores demócratas le hicieran llegar una carta pública en la que cuestionaban al gobierno de Bukele por su hostilidad con los medios de comunicación. “En particular, estamos alarmados por los recientes ataques contra El Faro, uno de los principales medios de investigación independientes de Centroamérica”, se leía en la carta.
Solo 24 horas antes de que Bukele anunciara la investigación por lavado de dinero contra este periódico, seis congresistas republicanos le enviaron una segunda carta, en la que en términos duros aseguran estar preocupados por “el lento pero seguro alejamiento del Estado de derecho y las normas democráticas en El Salvador” a lo largo de 2020.
Carlos Dada considera que las declaraciones dadas por el presidente sobre la investigación a El Faro dan la razón a los congresistas: “Las declaraciones del presidente confirman que el ministerio de Hacienda está siendo utilizado para perseguir a los críticos del gobierno. Y eso es muy grave porque confirma que asistimos al desmantelamiento del Estado de Derecho”, dijo el fundador de El Faro.
“Es alarmante. No se puede confiar en el uso que se está haciendo de las instituciones y, por tanto seguiremos denunciando nacional e internacionalmente esta persecución”, aseguró el abogado Arnau Baulenas. En el último mes también la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la OEA, y organizaciones regionales de Derechos Humanos como CEJIL, la Fundación para el Debido Proceso o WOLA, han denunciado los ataques contra El Faro y contra el periodismo salvadoreño en general, por parte del gobierno de Nayib Bukele.
Siguen los ataques a la prensa independiente
“Cuando criticamos (a El Faro) dicen ‘no, pero El Faro ha atacado a otros gobiernos antes. Claro, atacó a otros gobiernos antes cuando todavía no se habían unido”, aseguró Bukele en la cadena nacional, en un intento por cuestionar la imparcialidad del medio e insinuando que El Faro responde a la agenda de Arena y el FMLN. “Vamos a ver los periódicos de papel”, dijo de inmediato, y dedicó los siguientes minutos a criticar las portadas de medios como Diario El Mundo, La Prensa Gráfica y el Diario de Hoy. Bukele, sin ofrecer pruebas, los acusó a todos ellos de pactar con los partidos de oposición su cobertura noticiosa.
Durante el primer año del gobierno de Bukele, los ataques a la prensa han sido constantes. Angélica Cárcamo, la presidenta de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) ha descrito al mandatario como el “principal instigador de los ataques a la prensa”. A inicios de septiembre la APES tenía registrados 61 casos de vulneraciones de parte del gobierno contra la prensa. Entre los casos registrados hay bloque de información pública o declaraciones estigmatizantes en contra de reporteros y medios. “Con la llegada de Nayib Bukele al Ejecutivo el número de vulneraciones desde ese órgano del Estado aumentó en 381.25 % en su primer año de gobierno (61 casos respecto a los 16 reportados en el último año de Sánchez Cerén)”, escribió Cárcamo a inicios del mes.
El editor de política del Diario de Hoy, Ricardo Avelar, condena este ataque constante: “Se inventan (los funcionarios de este gobierno) narrativas de medios ‘vendidos’. Se genera un relato maniqueísta donde todo lo que diga alguien es absolutamente falso, y todo lo que digan ellos es cierto”, opina. Avelar denuncia que este gobierno está utilizando “herramientas y recursos del Estado para castigar o premiar medios según su línea editorial”.
Un ejemplo de ello es la reacción del Ejecutivo después de que, en septiembre de 2019, El Diario de Hoy diera una amplia cobertura al bloqueo presidencial a El Faro y Factum, cuyos periodistas fueron vetados de la conferencia de prensa en la que se debía lanzar la Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador (CICIES). En respuesta a la postura crítica de El Diario de Hoy, Casa Presidencial retiró la pauta publicitaria que tenía contratada con ese periódico y canceló contratos de impresión con una empresa afiliada.
“Esto implica hacer un uso político de fondos del Estado”, sentencia Avelar. “Se supone que la pauta estatal es para dar a conocer información de interés del ciudadano y, si se asume que estos medios tienen cierta penetración en la sociedad, (el gobierno) está cerrando las puertas a muchos ciudadanos a enterarse de diferentes proyectos que se ejecutan con fondos públicos”.
En los últimos minutos de la cadena presidencial del jueves, Bukele abrió espacio para preguntas de periodistas. Las primeras ya estaban repartidas entre periodistas de canal 21, canal 12 y TCS. Los reporteros de dichos medios lanzaron al presidente consultas para las que fue evidente que Bukele ya tenía una respuesta preparada. Tan planeada estaba la intervención de esos medios que el presidente tenía ya videos preparados para solventar las interrogantes.
La presión de varios periodistas independientes hizo sin embargo que el presidente les diera la palabra, y tres periodistas de El Faro, Gato Encerrado y Factum, respectivamente, lograron un espacio para intervenir. Sus preguntas, fuera del libreto oficial, no tuvieron un video como respuesta. Los tres recibieron sin embargo cuestionamientos de Bukele a sus fuentes de financiamiento y distintas burlas. Cuando la periodista Julia Gavarrete, de la revista Gato Encerrado, se presentó, el presidente se rió en cadena nacional. Instantes antes había dicho que nunca había oído hablar de Gato Encerrado, pese a que este medio ha revelado varios casos de presunta corrupción de esta administración.
“Al deslegitimar, desacreditar y reírse de los periodistas, el presidente piensa que la gente va dejar de creer en el periodismo”, dijo Gavarrete a El Faro, “pero este es el momento en el que podemos demostrar que hacemos un trabajo serio”. Cinco días antes, Gavarrete ganó un Emmy con una investigación para televisión sobre niñas que se ven empujadas al suicidio por la situación de violencia en El Salvador.
“Ya les di bastante a los periodistas incómodos, yo creo que ya incomodaron bastante”, dijo un Bukele, displicente, para cerrar la ronda de preguntas. Se trataba de una referencia burlesca, que ya se ha vuelto habitual, al lema de El Faro, “periodismo incómodo”, adoptado por otros medios y periodistas recientemente. “El presidente decidió evidenciar en cadena nacional su desprecio por aquellos medios que no se conforman con su versión de las cosas”, opina Carlos Dada.