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Los evangelistas del bitcoin bailan conga en El Salvador

Nelson Rauda

La fiesta de un billonario para celebrar el “Día Mundial del Bitcoin” es una ventana al mundo de los inversionistas que ven en El Salvador una oportunidad dorada. Hablan de inclusión financiera, de utopías, de oportunidades para ingresar a la élite, a la vez que apoyan exenciones de impuestos, zonas francas tecnológicas y políticas de puertas abiertas, mientras bailan cumbia y música electrónica. Una idea que el mismo grupo impulsó en Puerto Rico en 2018 y que fracasó. 

 

 

ElFaro.net / Publicado el 11 de Septiembre de 2021

Un billonario, un boxeador y un comediante bailan sobre la grama. El inversionista en criptomonedas Brock Pierce y los influencers estadounidenses Logan Paul y Evan Eckenrode  —quien se llama “Enano mamba” en Instagram— bailan la cumbia “Salvadoreñas” de Los Hermanos Flores bajo el cielo iluminado por fuegos artificiales en un hotel de playa en La Libertad. Es la noche en que el bitcoin se convirtió en moneda legal en El Salvador. Yo mismo no creería la descripción si no fuera porque, algunas horas después, Pierce pasó a mi lado, cerca de una piscina, y me invitó a unirme a su línea de conga. 

La fiesta del hotel Acantilados, en el kilómetro 42.5 de la carretera El Litoral, marca, quizá como ninguna otra, la llegada de ballenas del mundo de las criptomonedas a El Salvador. Ballena es un término en el mundo cripto para referirse a grandes inversionistas o compañías que poseen grandes cantidades de bitcoin. Aupados por la entrada en vigor de la ley Bitcoin, los ricos y famosos celebran un hito que añade credibilidad a una idea de la que predican: los activos digitales son el futuro. Y, como si fuera el año nuevo en Australia, el futuro llega aquí antes que en el resto del mundo. Por eso se celebra en septiembre con cohetes en el cielo y cumbia, como si ya fuera año nuevo en El Salvador.

Brock Pierce y su esposa Crystal posan para fotos durante su fiesta Abun-danza, en el hotel Acantilados, el 7 de septiembre de 2021.  Foto de El Faro: Nelson Rauda 
Brock Pierce y su esposa Crystal posan para fotos durante su fiesta Abun-danza, en el hotel Acantilados, el 7 de septiembre de 2021.  Foto de El Faro: Nelson Rauda 

La fiesta denominada Abun-danza era exclusiva. Antes de festejar, Pierce y otros inversionistas habían dado una conferencia de prensa en la que él mandó un mensaje: “Esto atraerá a las mentes más brillantes e innovadoras a nivel internacional", dijo citado en el canal de televisión estatal

Aunque funcionarios salvadoreños como la ministra de Turismo, Morena Valdez, o el director de Cifco, Guillermo Hasbún, acudieron, estaba claro que este no era un evento del gobierno sino de los bitcoiners. No tengo las facturas de cómo se pagó el evento. Pero la prueba más contundente es este momento. Pierce viste jeans, zapatos de diseñador, camiseta blanca, una bata larga y  un penacho en la cabeza, a diferencia del sombrero vaquero con tres naipes (uno de ellos de bufón), que usó toda la noche. Sostiene en las manos un cartón con el símbolo de bitcoin, ha empezado a bailar con su esposa formando una fila, y me hace un gesto con la cabeza para que me una. Y aquí estamos, de madrugada,  en la línea de conga de Brock Pierce, dando vueltas alrededor de la piscina. Si este fuera un evento del gobierno, creo que yo nunca habría pasado de la pluma.

Dos días después, Eckenrode publicó una foto suya con el boxeador Paul, que lleva en su regazo a un perro en un jet privado. “Visité El Salvador, hice muchos nuevos amigos, pude estar involucrado en una ceremonia maya y vi como un país en desarrollo hacía historia convirtiendo el bitcoin en su moneda legal. ¡El mundo está a punto de cambiar para mejorar!”

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Brock Pierce (Minnesota, 1980) ha vivido muchas vidas. Depende de quién lo describa, Pierce es “el rey hippie de las criptomonedas”, como lo nombró la revista Rolling Stone, o “un espeluznante y somnoliento vaquero del futuro”, como dijo el comediante John Oliver. En 2018 fue incluido por la revista Forbes en el listado de los más ricos de las criptomonedas

Fue actor infantil (“Los poderosos patos”, de 1992) y se involucró con empresas de tecnología desde los 17 años. Fue detenido en España en 2002, en una casa donde se encontró pornografía infantil, aunque nunca fue acusado y uno de sus socios confesó después el delito de instigación de menores. Luego, a sus veintitantos, tuvo una empresa de videojuegos. Y después vino el cripto-advenimiento. Pierce es uno de los fundadores de Tether, una stablecoin o moneda estable, similar a la que el gobierno salvadoreño ha considerado lanzar con su Colón-Dólar

En 2018 Pierce encabezó una expedición de millonarios a Puerto Rico, después del huracán María, donde buscaban establecer una “utopía cripto” alejados de tasas de impuestos elevadas y crear una ciudad donde se usara dinero virtual. Tres años después, esa utopía parece lejana: el gobernador que la impulsaba renunció en 2019 y las exenciones fiscales que debían atraer inversión a la cripto isla no dieron los resultados esperados

En la fiesta de la playa es el anfitrión, punto focal de un grupo ecléctico pero similar a él en la costa salvadoreña: anglohablantes, blancos, nómadas, emocionados por el primer país que adopta Bitcoin como una moneda de uso nacional y obligatorio por ley. Soñadores que han encontrado su nuevo Puerto Rico, donde ahora hablan también de inversión, de mudarse y comprar propiedades, de inclusión financiera y de cambiar al mundo.

Son millonarios que viajan en jets privados y pertenecen a una subcultura con un lenguaje casi religioso. No invitan a invertir en criptomonedas: evangelizan. Promueven ideas libertarias (libre mercado, privacidad, Estado pequeño, competitividad e innovación), inspirados en arquetipos como el de Howard Roark, el protagonista de la novela Manantial, de Ayn Rand, que prioriza el individualismo al sentido comunitario. Al mismo tiempo, los criptoentusiastas (“crypto bros”, como les dicen en inglés) se sienten contestatarios del sistema financiero, se burlan de las multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y hablan de devolverle el poder al individuo sobre “el sistema”. Bitcoin es libertad financiera, aseguran, libre de las cadenas del Estado o de los bancos y, en el caso salvadoreño, de empresas malvadas como Western Union, que quitan a los salvadoreños en el exterior millones de dólares al año en comisiones.

Pese a esta oposición al sistema, Pierce está muy cerca de la política. En 2020 tuvo una corta carrera como candidato a presidente de Estados Unidos desde una plataforma independiente en la que el cantante Akon, que está construyendo un complejo futurístico en Senegal, fue uno de sus asesores.

El gobierno salvadoreño lo presentó como un inversionista y el presidente de la Fundación Bitcoin. En junio, Pierce compartió una portada falsa de un periódico y dijo que “la visita de su delegación a El Salvador estaba haciendo noticias mundiales”. Este 7 de septiembre Pierce le dijo a la revista Wired que acababa de hablar por teléfono con el hermano del presidente Nayib Bukele, sin especificar cuál, aunque tanto Karim como Ibrahim y Yusef Bukele han sido parte de las negociaciones de la Ley Bitcoin.

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Crystal y Brock Pierce posan con el símbolo del bitcoin durante una fiesta en un hotel de playa, el día en que la Ley Bitcoin entró en vigencia en El Salvador. Foto de El Faro: Nelson Rauda 
Crystal y Brock Pierce posan con el símbolo del bitcoin durante una fiesta en un hotel de playa, el día en que la Ley Bitcoin entró en vigencia en El Salvador. Foto de El Faro: Nelson Rauda 

Tras el salón de prensa, para entrar a la fiesta había que pasar un salón con un “bazar bitcoin”. Diferentes iniciativas locales ofrecían sus productos con soluciones de pago en criptomoneda: Sol Azul, una tienda de tejidos en añil; Fusión AM, una tienda de pulseras personalizadas; Barbacha, una empresa de productos para cuidados de la barba; AD accesorios, una tienda de bisutería; la tienda de la diseñadora de ropa Lissette Hasbún; Chocolate Tetonalli, una empresa de cacao artesanal; o Soya Nutribar, una tienda de comida saludable. 

Al salir del bazar, bajando las escaleras hacia la piscina, había otros dos ambientes, uno de restaurante y otro con aires de discoteca. En el restaurante, una sección con un bar, mesas redondas con sillas, una estación de pasta y una de comida típica salvadoreña. En la disco, alrededor de la piscina, otro bar, un bar de jugos naturales, sofás, mesas de café, y estaciones de sushi y otros aperitivos de cóctel. Cada una de las estaciones estaba decorada con arreglos florales y coronada con una especie de torito pinto. Arriba, en una terraza con vista a la piscina, el dúo electrónico salvadoreño Primal Pulse tocaba un set. Desde esa terraza, a las 8 y media de la noche Brock y su esposa Crystal Pierce —quien se presenta como la primera dama de Crypto”— hicieron un brindis.

“Un gobierno ha reconocido su necesidad de rendición de cuentas y transparencia”, dijo Pierce refiriéndose al gobierno salvadoreño. “La oportunidad económica no es para la élite. La tecnología corregirá muchos males y tenemos herramientas para resolver algunos de los problemas más grandes del mundo”, dijo en inglés, entre fanfarrias de los invitados. Su entusiasmo a veces parece menos el de un empresario y más el de un predicador de la prosperidad. “Nos han criado para pensar que no somos suficientes y que no hay suficiente. La solución para esta mentalidad de la escasez es el amor y el servicio a otros. En ese proceso, van a darse cuenta de que sí son suficientes y sus vidas son importantes, y de que hay suficiente para todos en el mundo. La abundancia es posible”, dijo. También como predicador, cerró su llamado con un llamado a discipular y la petición de una ofrenda. “Para todos los bitcoiners que han volado hasta aquí tenemos un bazar bitcoin. Recuerden, cada uno enseña a uno. Y compren algo para enseñar, para que ellos puedan enseñar”.  

Acto seguido, Crystal dio unas palabras para celebrar el Día mundial de Bitcoin y explicó que las estructuras en la cima de cada una de las estaciones de comida eran toritos y representaban la abundancia. Crystal Pierce agradeció el concepto a Rossemberg Rivas, el prestigioso diseñador salvadoreño a cargo de la producción del evento.

Una hora más tarde, un espectáculo de drones produjo imágenes como la bandera salvadoreña, una versión del escudo patrio, el símbolo del Bitcoin, las palabras El Salvador y el logotipo de una billetera digital llamada Bitcoin Libre. La ministra de Turismo y los medios oficiales compartieron videos, fotos y un tiktok de este show que incluyó 150 drones y fue producido por la compañía mexicana Skylights. 

En esta fiesta El Salvador es, sin exagerar, un lindo país de playas, herencia maya, gente amable, entusiasmo, cielos despejados, oportunidades económicas, barra libre. Y bitcoin.

El billonario Brock Pierce y su esposa Crystal se dirigen a los invitados de su fiesta para brindar por la entrada en vigencia de la ley Bitcoin, en El Salvador. Foto de El Faro: Nelson Rauda 
El billonario Brock Pierce y su esposa Crystal se dirigen a los invitados de su fiesta para brindar por la entrada en vigencia de la ley Bitcoin, en El Salvador. Foto de El Faro: Nelson Rauda 

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Que Pierce describa al régimen de Bukele como uno que está abierto a la rendición de cuentas y la transparencia dice casi todo lo que se necesita saber sobre su postura y su conocimiento sobre política salvadoreña. Sería chistoso si no fuera preocupante que el gobierno haya decretado reserva de información por siete años de datos sobre la pandemia, o que la Asamblea oculte datos sobre viajes y contrataciones, o que la Corte Suprema diga que no existe información sobre las declaraciones patrimoniales de la mayoría del gabinete.

Horas antes de la fiesta de Pierce las calles de San Salvador vieron desfilar una serie de marchas que protestaban, entre otras cosas, por la implementación de la criptomoneda como circulante legal. El logo de "No al Bitcoin" alcanzó su estatus de símbolo opositor desde que el 12 de agosto Eugenio Chicas, exdiputado del FMLN, acudió a su cita en una comisión legislativa ataviado con él, con stickers en su computadora y una cadena de la que colgaba un símbolo de cartón y que daba a Chicas, un veterano exguerrillero, una imagen de rapero caricaturizada. Días después, Chicas salió a la calle a regalar stickers. Otros copiaron su iniciativa, incluido Mario Gómez, un informático y opositor al bitcoin que fue apresado el 1 de septiembre. Los stickers se pegaron en cajeros de bitcoin distribuidos en el país y el símbolo llegó a una marcha callejera y a la plenaria de la Asamblea en camisetas de diputadas opositoras. Las noticias de la falla generalizada de la aplicación Chivo wallet y el desplome del precio el 7 de septiembre se compartieron como ejemplos de que la política no funciona. De que el plan ha fracasado.

Pero los ruidos de las protestas en San Salvador de esa mañana no llegaron hasta la fiesta de Pierce. Tampoco las conclusiones de tres casas encuestadoras que certifican el rechazo generalizado de la población, el primer gran encontronazo público del presidente Nayib Bukele con una sociedad que por dos años le ha apoyado en cuanta aventura ha emprendido, incluso con una pandemia de por medio. 

Esto es diferente. He conversado sobre bitcoin con vendedoras de mercados, hombres que venden frutas y verduras en carritos de la calle, dueñas de pequeñas tiendas. Hay un elemento en común: creen que esto no es para ellos, que es para ricos. “Es como cuando Chico Flores dolarizó y este barbudito lo mismo vino a hacer”, me dijo un comensal en un comedor del mercado central de Santa Tecla. “Es que eso es para los ricos porque un día puede ganar y otro puede perder”, dice la dueña del comedor. Parece haber un consenso: 56 % de los salvadoreños cree que los mayores beneficiados serán los ricos o inversionistas extranjeros, según la encuesta de la UCA.

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Tarek Kirschen, un empresario de criptomonedas, admite que el rubro es actualmente un negocio para la élite. “¿El bitcoin es para la gente rica? Sí, hay gente que ha hecho mucho dinero, pero el gobierno (salvadoreño) le ha dado a la gente una manera de recibir pagos y ahora estás en el círculo. Es como una tarjeta de crédito y se puede comprar cualquier cosa en el país, porque es moneda de curso legal”, dijo.

Por eso su idea es llevarlo a la música. Kirschen dirige una compañía en Florida llamada Glozal, enfocada en músicos y artistas para ofrecerles tecnología de NFT. Muy simplificado, un NFT es un certificado de propiedad digital. Sirve, por ejemplo, para asegurarse que un álbum o una canción sean imposibles de piratear, porque está encriptado en la blockchain, el mismo registro donde se llevan las transacciones en criptomoneda. “Ahora con una billetera digital, un artista o un museo pone sus piezas en la plataforma. Lo vende por 1,000 dólares a alguien en Los Ángeles y recibe el pago de inmediato”, me explicó Kirschen, quien habló de esta idea con los encargados del Museo de Arte (Marte). 

El día en que el bitcoin se convirtió en moneda de curso legal, bitcoin perdió cerca de un 12 % de su precio. Kirschen, cuyo negocio principal son los insumos médicos, dice que la volatilidad le preocupa pero tiene una solución: poner precios en bitcoin y no convertirlo a dólares. “Cambia la percepción. Cuando estás en Europa, los precios son euros y, si te quedas en Europa, no tienes que convertirlo. Un producto cuesta lo mismo. Mientras todo mundo acepte bitcoin, no tienes que convertirlo. Y entonces, la volatilidad no importa”. Esta fiesta es un círculo donde esa volatilidad que tanto preocupa a comerciantes y economistas no importa. 

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Drones forman la palabra "El Salvador" en el cielo, durante un espectáculo de una fiesta de inversionistas de criptomonedas. El espectáculo fue producido por la empresa mexicana Sky Lights. Foto de El Faro: Nelson Rauda 
Drones forman la palabra "El Salvador" en el cielo, durante un espectáculo de una fiesta de inversionistas de criptomonedas. El espectáculo fue producido por la empresa mexicana Sky Lights. Foto de El Faro: Nelson Rauda 

Dos influencers salvadoreños fueron tendencia en Twitter por haber asistido a la fiesta, pero pasaron desapercibidos para la mayoría de los invitados. El youtuber Fernanfloo (42 millones de suscriptores), famoso por sus videos jugando videojuegos, y la tiktoker Nicolle Figueroa (cinco millones de seguidores), famosa por sus videos de baile, llegaron en un grupo con Byron Reyes, manager de “creadores de contenido”. Más desapercibida pasó Fátima Cuéllar, miss Mundo El Salvador 2017, que llegó aparte. El oficio de influencer (promotores de contenido a enormes audiencias digitales) no existía como tal hace diez años pero esta fiesta es el futuro. Y sin embargo esta noche la audiencia anglosajona no pide sacarse fotos con Figueroa y Flores (el apellido de Fernanfloo) sino con el señor Logan Paul.

Paul (23 millones de suscriptores y 21 millones de seguidores en Instagram) es también youtuber, famoso por sus videos de bromas, polémico por su publicación de una aparente víctima de suicidio en Japón y últimamente boxeador: en junio, peleó con el excampeón mundial Floyd Mayweather en Florida.

Los bitcoiners trajeron a sus propias celebridades. Mcklopedia, un rapero venezolano, cantó una canción en las gradas en medio de la piscina. Fernando Allende, actor mexicano de telenovelas y cine, también estuvo entre los asistentes. En las fiestas de bitcoiners hay gente menos famosa pero más importante. Por acá pasan herederos de la élite salvadoreña: uno de los hijos de Roberto Kriete (accionista de la aerolínea Avianca) acompañado de uno de los herederos de familia Palomo (dueña entre otras cosas de la fábrica y distribuidoras Adoc). 

Julian A. es un muchacho larguirucho de pelo castaño y usa una camisa estampada con una pupusa con el símbolo de bitcoin. Se presenta como un “optimista realista que apunta a trabajar universalmente para un mejor futuro en El Salvador”. Está emocionado. Hace planes para enseñar a toda la población a hacer transacciones en criptomoneda con su proyecto Bitcoin Nation, “una agencia colaborativa que trabaja con artistas locales para financiar programas educativos de cripto y blockchain”. Sería fácil descartar sus ideas como las de un jovencito ilusionado si no fuera porque el 23 de agosto Julian publicó fotos suyas tras asistir a una reunión en Casa Presidencial. 

El 18  de agosto, en un bar de San Salvador, estuve en otra fiesta de bitcoiners. Vi a un hombre joven, bajito, cuyo rostro me parecía familiar. Me lo presentaron: Carlos Alfaro. Y ahí entendí. Alfaro aparece en una de las reuniones en video con los hermanos Ibrahim y Yusef Bukele donde se discutió la idea de una criptomoneda nacional. Alfaro trabaja con Koibanx, una empresa de software basada en Argentina que ofrece soluciones para negocios con criptomoneda y cuenta entre sus clientes a Banco Davivienda. Le pedí una entrevista, intercambiamos datos de contacto y me dijo que la gente de relaciones públicas de su empresa se comunicaría conmigo, lo cual por supuesto no ocurrió.

En una historia de Instagram Fernanfloo aparece en la fiesta parodiando un discurso desde un podio. “Estamos preparados para un nuevo hito. El Salvador se va a convertir en una de las nuevas potencias a nivel mundial”, dijo. Luego, añadió: “Iba a mencionar política, pero no me meto en política”, dijo. 

Es difícil hablar de bitcoin en El Salvador y no meterse en política.

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Tanto el anuncio como la entrada en vigencia de la ley Bitcoin han estado aparejados a hechos políticos de enorme significancia. En junio, cuando Bukele anunció la ley en una conferencia en Miami, su gobierno llevaba un mes recibiendo críticas internacionales y condenas de gobiernos y organismos por la destitución ilegal del presidente y otros cuatro magistrados de la Corte Suprema de Justicia y el fiscal general. En septiembre, la ley entró en vigencia una semana después de que la Asamblea controlada por Bukele decidió purgar a un tercio de los jueces del país y cuatro días después de que esa sala impuesta en mayo permitió la reelección presidencial, contra lo que dice la Constitución.

Pierce ha festejado, ha estrechado manos, ha iniciado la línea de conga alrededor de la piscina y se ha tomado fotos con su esposa. A su lado ha estado Ben Sigman, vestido de camisa y pantalón blanco con un saco floreado color naranja. Sigman trabaja con la billetera Bitcoin Libre, cuyo logo fue dibujado en el cielo por los drones, y con una organización que se llama Unicornio.

Unicorn es un acrónimo en inglés: Consejo Unido de Naciones Crecientes (United Council of Rising Nations). El consejo “despliega delegaciones globales de líderes, emprendedores y diplomáticos a países que buscan activamente el progreso de sus economías a través de la tecnología y apoya gobiernos para crear e implementar políticas favorables a la innovación”.

En la página de Pierce se delinea el proyecto de Zonas Calificadas de Oportunidades que promovía en Puerto Rico. Esencialmente, ofrece la oportunidad de diferir el pago de impuestos por siete años si se invierte una determinada cantidad, y además la eliminación de impuestos sobre la ganancia de capital si la inversión se mantiene durante 10 años. 

El Salvador de Bukele parece encajar perfectamente en esa descripción. El presidente ya fue explícito al respecto: “Gran clima, playas para surf de clase mundial, propiedades frente a la playa a la venta. Uno de los pocos países del mundo sin impuesto predial. No habrá impuestos a las ganancias de capital para el bitcoin, porque será moneda legal. Residencia permanente inmediata para empresarios de cripto”, prometió el presidente el 6 de junio

Sigman me dijo que apoyan iniciativa similares a las Zonas Económicas de Desarrollo, el polémico proyecto en Honduras y que, de hecho, estuvieron en Honduras explorando oportunidades. Pero allí ve una dificultad: Honduras tiene elecciones en noviembre de este año y eso genera inestabilidad, como les enseñó la experiencia puertorriqueña.

Por suerte para ellos, en El Salvador no hay elecciones hasta 2024 y es probable que el presidente que ha impulsado la adopción del bitcoin vuelva a ganar.