El Salvador / Política

Los bitcoiners se aferran a “Bitcoin Country”

En el mundo de los bitcoiners, y en la narrativa oficial, El Salvador es un pionero tecnológico, una historia de éxito y un paraíso de libertad de expresión. Que El Salvador en realidad sea un país temeroso de opinar sobre asuntos oficiales, y que ya no reconozca el bitcoin como moneda de curso legal, por órdenes del Fondo Monetario Internacional, es una nota al margen.

Nelson Rauda
Nelson Rauda

Viernes, 7 de febrero de 2025
Nelson Rauda Zablah

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Un día después de eliminar bitcoin como moneda de curso legal, la única funcionaria salvadoreña que se ha pronunciado al respecto entró a un enorme salón de hotel en San Salvador, repleto de entusiastas de la criptomoneda. Confrontar con gente a la que se le ha incumplido una promesa podría parecer una mala idea. Pero Milena Mayorga, embajadora de El Salvador ante Estados Unidos, entró fresca, como que nada había pasado, para una ponencia titulada “La carrera global para acumular bitcoin”. 

“Welcome to the Bitcoin Country”, dijo Mayorga. Habló en presente. “Estamos adoptando bitcoin. Tenemos una ley especial”, dijo. Esa ley, tras las reformas del 29 de enero, dice que los precios “podrán ser convertidos en bitcoin”. Es una perogrullada: también se podrían convertir en euros o yuanes o libras esterlinas, sin necesidad de una ley. Es tan legal pagar cosas en bitcoin aquí como en Nigeria o en Argentina, que no tienen “leyes especiales”. 

Pero nadie dijo nada. El panel, que incluía a gente que ocupa cargos serios, como el alcalde de Vancouver, asintió mientras Mayorga decía su versión de lo ocurrido. “Tenemos la ley, adopción, Chivo Wallet. Podés ir a comprar una hamburguesa con bitcoin en cualquier lado. El presidente Bukele está comprando un bitcoin todos los días. Es difícil que alguien tome nuestro lugar. Estamos muy adelante”, dijo.

Milena Mayorga, última a la derecha, participa en la ponencia
Milena Mayorga, última a la derecha, participa en la ponencia 'La carrera global para acumular bitcoin', durante la conferencia Plan B Forum, el 30 de enero en San Salvador. Foto de El Faro: Nelson Rauda

Mayorga enfiló de seguido tres mentiras o, digamos, exageraciones. 

La ley que mencionó ya no tiene dientes. Prohíbe al Estado aceptar pagos en bitcoin, una de las condiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para el desembolso de un acuerdo de 1,400 millones de dólares. Aunque McDonald’s sí acepta pagos en bitcoin, es falso que se pueda comprar una hamburguesa con criptomoneda en cualquier parte. La adopción es un mito. El 85 % de los salvadoreños no utilizó bitcoin en todo 2023, según una encuesta de la Universidad Centroamericana. El presidente Bukele admitió en la revista Time que bitcoin “no ha tenido la adopción generalizada que esperábamos”. Y, según uno de sus desarrolladores, la Chivo Wallet es un fracaso espectacular, causante de “una hemorragia de dinero público”, que el gobierno tiene que eliminar o vender, bajo los términos de su acuerdo con el FMI. 

Reformar la Ley Bitcoin a petición del FMI debe ser lo menos bitcoiner que existe. Bitcoin se creó en las secuelas de la crisis financiera de 2008. Es una invención de programadores libertarios, cuya idea es separar el dinero del Estado, hacer transacciones financieras sin intermediarios. El FMI es el gran coco de los bitcoiners, el símbolo del status quo, el último villano del videojuego. Max Keiser, el principal asesor de bitcoin de Bukele, dijo a principios de enero que el FMI es “una organización de terrorismo financiero. Ellos piensan que pueden imprimir dinero e influenciar a otras personas. ¿Qué clase de malditos enfermos son?”.

Pero esos tecnicismos de la verdad no tienen lugar en Plan B Forum, una conferencia de criptomonedas que agotó los boletos y decoró el hotel Sheraton y el museo Marte, en la colonia San Benito de San Salvador, del color naranja del bitcoin, murales de arte alusivo, una pantalla gigante donde se veía código como el de la Matrix, y una estatua del místico creador de bitcoin, Satoshi Nakamoto. 

Según Mayorga, el incumplimiento de las promesas de bitcoin tiene un culpable: los medios de comunicación, que “asustaron a la gente y a nivel internacional hubo campaña de desprestigio”. 

El moderador del panel siguió la tónica, dijo que El Salvador ocupa el lugar tres en países con mayor cantidad de bitcoin per cápita en el mundo, después de Bután y Ucrania, no precisamente potencias económicas.

Mayorga dijo que era difícil que alguien tomara el lugar del país. Y agregó que el presidente “Bukele tiene la personalidad para desafiar a los bancos económicos (sic), incluso al FMI”. 

Nadie durante ese panel pensó en la ironía de decir que el presidente desafiaba al FMI un día después de aprobar un paquete de leyes para obedecer al FMI. No había preguntas del público, pero quizá no hubiera ayudado mucho. A veces, parece que los bitcoiners viven en una burbuja en El Salvador: Benjamin Turner, un bitcoiner californiano que escuchaba, me dijo que no sabía que la ley se había reformado la noche anterior.

Cuando terminó el panel y Mayorga dejó de tomarse fotos, fui a preguntarle cómo podía decir que El Salvador es Bitcoin Country si ya ni siquiera se reconoce como moneda. “Ya tenemos una reserva de bitcoin y vamos a seguir comprando bitcoin, por eso es que el país siempre se va a conocer como pionero. Sin duda, hay que irse adaptando a la coyuntura del momento”, dijo la embajadora, para aceptar la capitulación. Luego, le pregunté por qué afirmaba que Bukele desafiaba al FMI cuando, en realidad, le estaba obedeciendo. “La ley sigue vigente. Es un desafío para el mundo porque no es fácil tener una ley que hable de bitcoin y su adopción en el país. Tenemos oficinas bitcoin, oficinas de activos digitales, tenemos todo un ecosistema para poder adoptarlo aún más”, dijo.

Milena Mayorga, embajadora de El Salvador ante Estados Unidos, después de su intervención en la conferencia LaBitConf realizada en San Salvador en noviembre del 2021. Foto de El Faro: Carlos Barrera
Milena Mayorga, embajadora de El Salvador ante Estados Unidos, después de su intervención en la conferencia LaBitConf realizada en San Salvador en noviembre del 2021. Foto de El Faro: Carlos Barrera

Ni el presidente ni los diputados han dicho nada sobre la reforma de la ley. En cambio, Stacy Herbert, directora de la Oficina Nacional de Bitcoin, habló con el diario propagandista que Bukele fundó. Dijo que los planes de su oficina se van a enfocar en la compra de bitcoin como “reserva estratégica”, así como en cursos educativos a estudiantes del sistema público y a trabajadores del Gobierno. Pero, digan lo que digan, El Salvador ya no reconoce bitcoin como moneda. La Ley Bitcoin no regula nada, solo enumera acciones que uno puede hacer. O no.

Guardar bitcoin como reserva y dar cursos de educación es muy distinto de lo que el Gobierno prometió hace casi cuatro años.

En 2021, el presidente Bukele usó otra conferencia de bitcoin, en Miami, para anunciar su adopción como moneda en El Salvador, ante una audiencia fervorosa que empezó a aplaudir antes de que Bukele dejara de hablar y un ponente que derramó algunas lágrimas antes de enfundarse en una camiseta de la selección nacional de fútbol. 

Cuando se lanzó la idea, se aseguró que bitcoin era para abaratar las remesas, que representan una quinta parte de la economía nacional. Pero solo alrededor del 1 % de las remesas se enviaron en criptobilleteras, según cifras oficiales del Banco Central de Reserva.  

Se aseguró que bitcoin era para hacer crecer la economía. Sobre eso habló la ministra de Turismo en la conferencia del Sheraton. Dijo que en el país hay 504 empresas que aceptan pagos en bitcoin. Para 2017, en El Salvador había más de 70,000 empresas registradas; es decir, que el 0.7 % de las empresas lo aceptan.

Se aseguró que bitcoin era también para inclusión financiera y que los más de 200 cajeros Chivo instalados en mercados y plazas municipales acercarían los servicios financieros al 70 % de los salvadoreños que no tienen cuenta bancaria. También se venderían bonos bitcoin cuyas ganancias se usarían para construir Bitcoin City, una ciudad futurista con rascacielos a la orilla del mar, tipo Dubai, pero en La Unión, impulsada por energía de un volcán. Cuando, en mayo de 2022, el presidente presentó la maqueta de esa ciudad, era toda dorada. Los bonos bitcoin, además, servirían para pagar completamente la deuda externa de El Salvador en cuestión de diez años, y para evitar los préstamos de instituciones catalogadas como arcaicas, como el FMI. 

Sobre nada de eso se habla ya. 

Morena Valdez, la ministra de Turismo, expuso que 504 negocios aceptan bitcoin como pago en todo el país, menos del 1 % de las empresas registradas en el país, durante su participación en la conferencia Plan B Forum, el 31 de enero de 2025. Foto: Secretaría de Prensa de la Presidencia.
Morena Valdez, la ministra de Turismo, expuso que 504 negocios aceptan bitcoin como pago en todo el país, menos del 1 % de las empresas registradas en el país, durante su participación en la conferencia Plan B Forum, el 31 de enero de 2025. Foto: Secretaría de Prensa de la Presidencia.

Según la embajadora Mayorga, la decisión de Estados Unidos de establecer una reserva estratégica de criptomonedas se debe a que el gobierno de Trump imita a El Salvador. Matt Gaetz, la primera opción de Trump para fiscal general, dijo que Mayorga puede ser la diplomática más impresionante con la que haya trabajado jamás. Paolo Ardoino, el CEO de Tether, una empresa de criptomonedas valorada en miles de millones de dólares, dijo que tuvo en El Salvador una reunión que cambió el curso de la historia (y Bukele lo retuiteó). El país es un pionero, un innovador, dirigido por un líder visionario que adoptó el mejor dinero del mundo. 

Ese era el tono de las conferencias del Sheraton, muchas de ellas en inglés. A las 3 de la tarde, se desarrolló un panel llamado “Cómo sobrevivir al Apocalipsis”, y aquello empezó a ser una mezcla entre misticismo y bitcoin. Ardoino aconsejó que antes de usar cualquier tecnología nos preguntemos si esa puede sobrevivir a la ira de Dios.

Pero Plan B también tenía un lado en español, en salones más pequeños, en el museo Marte. En una de las terrazas, había kioscos de comida instalados para el almuerzo. La fila para comprar un burrito al pastor estaba demorada porque dos empleados y dos comensales extranjeros no lograban procesar el POS para cobrar siete dólares a uno de ellos. Aunque escanearon el teléfono muchas veces, no pudieron completar el pago. Finalmente, un tercer asistente de la conferencia pagó, con otro teléfono. Cuando fue mi turno, pedí un burrito, pero me dijeron que solo aceptaban pago en bitcoin. Argumenté, en vano, que el dólar es la única moneda de curso legal en este país, pero los empleados del restaurante me dijeron que esas son las condiciones que les dieron. Así que fui a buscar el almuerzo a otra parte. 

Hasta el mediodía, la única discusión que escuché en toda la conferencia donde se habló de las reformas a la ley la inicié yo, con un vendedor de burritos. 

John Dennehy es un estadounidense que fundó “Mi Primer Bitcoin”, una organización que da cursos sobre educación financiera enfocados en bitcoin y que tiene convenios con el Ministerio de Educación para enseñar en escuelas públicas. Él sí habló de las reformas de ley. En su panel, dijo que si hubiera sabido hacía tres años que las reformas iban a ocurrir, quizá no se habría mudado a El Salvador. Ha sido quizá el único bitcoiner que criticó los cambios. En su cuenta de X, escribió que “seguro papi FMI está satisfecho” con las reformas, y desde entonces ha contestado preguntas de bitcoiners al respecto. Si alguien fuera de El Salvador ha pasado años leyendo sobre la energía de los volcanes, una ciudad dorada y el éxito de la adopción del bitcoin, es normal que tenga preguntas como Susan: “¿por qué El Salvador necesita un préstamo del FMI?”.

Dennehy dijo que “el FMI era el enemigo hace tres años y lo sigue siendo hoy”.  Dijo que “El Salvador tuvo la chance de crear una alternativa a un mundo dominado por el FMI y que eso ya no iba a pasar”. Y dijo que la reforma a la ley ha dividido a los bitcoiners en El Salvador.

Ahora también hay bitcoiners que defienden los beneficios de un acuerdo con el FMI.

Peter DeSoto, Román Martínez y Michael Peterson, fundadores de
Peter DeSoto, Román Martínez y Michael Peterson, fundadores de 'Bitcoin Beach', posan con la ministra de Turismo, Morena Valdez. Foto: Secretaría de Prensa de la Presidencia.

 

Al final de un conversatorio, un pódcaster que se presenta como Luna preguntó a Román Martínez, uno de los fundadores de Bitcoin Beach y promotor de un boom inmobiliario en la playa, qué cambiaría con la reforma. Martínez, en la línea gubernamental, señaló al mismo culpable que la embajadora. “En realidad nunca fue como los medios trataron de venderlo, que era impuesto, obligatorio. Los bitcoiners que han estado acá hace tres años nunca han vivido eso. En lo práctico, creo que no cambia nada. Bitcoin sigue siendo moneda de curso legal”, dijo. Luna, sin embargo, fue un moderador más activo que sus pares en inglés. “A nivel legal ya no lo es. Ahora tienes que pagar impuestos en dólares sí o sí. Y ahora ya no es moneda, ahora es un activo más”, le replicó. Martínez trastabilló: “Eh… hay muchas cosas que se pueden interpretar. Puede parecer negativo, pero no lo es. Se ha hablado solo del FMI, pero tenemos que ver las puertas que se le abren financieramente a El Salvador”, dijo.

El cambio no solo es de la ley, sino un giro completo de la actitud de Bukele ante el FMI. El 25 de enero de 2022, ante un titular de AFP que decía “El FMI urge a El Salvador a remover bitcoin como moneda de curso legal”, Bukele reaccionó con un meme. Es una escena de Los Simpson en que Homero, con el logo del FMI en el rostro, camina parado de manos y su madre le dice: “Ya te vi, FMI. Muy lindo”. Ahora, tres años después, Bukele vende como un éxito un acuerdo con esa institución de la que se burlaba. Siguiendo la lógica del meme, no solo le hizo caso a la pirueta de Homero, sino que después siguió al pie de la letra, y sin quejarse, todas sus condiciones.

Quizá a los bitcoiners les parezca sorprendente ahora el cambio súbito de rumbo, pero en su sexto año como presidente Bukele ya ha hecho este regate muchas veces. Prometió combatir la corrupción, pero eliminó una Comisión Internacional Contra la Impunidad cuando empezaron a investigar a su gobierno. Condenó a los políticos que pactaron con pandillas, pero él lo hizo también. Se quejó de dictadores que cambian las reglas constitucionales para reelegirse y… A los bitcoiners, Bukele también los regateó.

Román Martínez, originario de El Zonte, ha impulsado un boom inmobiliario en la zona, dirigido a extranjeros y entusiastas de la criptomoneda Bitcoin. Foto: cortesía Plan B Forum.
Román Martínez, originario de El Zonte, ha impulsado un boom inmobiliario en la zona, dirigido a extranjeros y entusiastas de la criptomoneda Bitcoin. Foto: cortesía Plan B Forum.

Uno de los ponentes con mayor expectativa se presentó a las 4 de la tarde del primer día: Chris Pavlovski, fundador de Rumble, una especie de YouTube para la ultraderecha estadounidense

Pavlovski y Rumble se dicen defensores de la libertad de expresión. Pavlovski se ufana de haber sido la única plataforma social que no sancionó a Donald Trump después de la fallida insurrección del 6 de enero de 2021, cuando una turba de seguidores del ahora presidente intentó impedir la juramentación de Joe Biden. Truth Social, la red social que Trump fundó cuando su cuenta de Twitter fue clausurada, se aloja en Rumble, que también maneja un servicio de almacenamiento en la nube. 

El 10 de enero, Rumble anunció un acuerdo con el Gobierno de El Salvador para almacenamiento en la nube. Nadie en el Gobierno ha explicado cómo es compatible esto con el acuerdo con Google, anunciado en 2023, que también incluye servicios de almacenamiento en Google Cloud. Pero esto es normal en El Salvador: con Bukele suele tratarse del próximo juguete.

El 14 de enero mandé un correo a Rumble para pedir una entrevista. Quería saber sobre el negocio con el Gobierno, pero también sobre libertad de expresión. Pavlovski venía a predicar libertad a un país donde más del 60 % no expresa sus opiniones políticas, según el Latinobarómetro, y que ha perdido 67 puestos en el ránking de libertad de prensa de Reporteros Sin Fronteras desde 2018. 

Nadie me contestó el correo, pero este es un país chiquito. Poco antes de las 11 de la mañana me encontré a Pavlovksi entrando al Sheraton, solo con un acompañante.

—Hola, mi nombre es Nelson y soy periodista. Ya que venís a hablar de libertad de expresión, quiero pedirte cinco minutos para hablar sobre libertad de expresión.
—Voy tarde a una reunión y tengo un horario súper ocupado.
—¿Qué tal más tarde hoy o mañana?
—Tengo un vuelo muy temprano mañana. Si me ves en el pasillo podemos hablar, pero no ahora.

En su panel, Pavlovski dijo que “antes era un idiota por aceptar entrevistas con medios corporativos”. En el panel, Pavloski dio algunas luces de cómo entiende la libertad de expresión.

El entrevistador era Paolo Ardoino, el CEO de Tether que acaba de comprar dos propiedades en El Encanto, un complejo privado con campo de golf a 15 minutos de San Salvador. En diciembre, Tether anunció una inversión de 775 millones de dólares en Rumble. Ardoino presentó a Pavlovski como “el mejor CEO de la mejor compañía”. El inversionista entrevistando al presidente de su nuevo proyecto. 

Pavlovski, cuya empresa inició en 2013, se quejó de que el algoritmo de YouTube prioriza a grandes influencers y corporaciones, sin tomar en cuenta que la empresa que acaba de inyectar casi 800 millones a Rumble es mayor que Uber o Nike

Pavlovski enarbola el discurso de una derecha perseguida en el mundo. Dijo que todos los medios corporativos, activistas y gobiernos lo perseguían. “No obedecemos a gobiernos que nos digan que censuremos a creadores”, dijo. Dijo algún eslogan: “La libertad de expresión se defiende cuando es difícil, no cuando todos están de acuerdo”. Dijo que todavía le da miedo ir a ciertos países. 

Pero no todo es tan terrible para Pavlovski. Dijo que las cosas han cambiado después de la elección de Trump: “Elon Musk ha sido genial para los creadores, impulsa la libertad de expresión y ayuda a Rumble a crecer”. 

Rumble tiene videos desinformativos con millones de vistas sobre cómo las vacunas del Covid-19 han causado numerosas muertes o sobre cómo hubo fraude masivo en las elecciones que Trump perdió en 2020.

En el panel, Pavlovski se quejó de sus críticos. Dijo que ni siquiera sabe qué es el discurso de odio, que nadie lo puede definir, aunque los medios tradicionales lo mencionan todo el tiempo.

“Tengo la piel más dura que cualquiera. Permitirle a la gente hablar es un derecho humano. No vamos a dejar de luchar. Si no fuera por nosotros, ¿quién?”.

Los asistentes aplaudieron.

Afuera de los agradables salones de aire acondicionado donde los bitcoiners hablaban de sus proezas, un hombre detuvo su carretón para ofrecer panes, cigarros y chicles. Le pagué una cora ($0.25) por unos dulces de menta.

—¿Y usted acepta bitcoin?— le pregunté.
—Todavía no—me dijo— No lo entendemos.

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