Carlos Humberto Rodríguez Burgos eligió no llevar camisa en ninguno de los tres videos en los que asegura hablar a nombre del ‘programa 503’ de la Mara Salvatrucha-13. Los tatuajes que dan cuenta de su abolengo pandillero le trepan por el torso, los brazos y el cuello. Sin embargo, no era necesario mostrar el pecho para presumir sus tintas: lleva en la frente una ‘M’ y una ‘S’ de buen tamaño.
Rodríguez Burgos no es una cara conocida, al contrario que otros pandilleros convertidos en celebridades del mal por gobiernos y medios de comunicación, como Viejo Lyn o Sirra. Tampoco es un líder nacional, y ni siquiera estuvo entre las docenas de palabreros de la MS-13 que se involucraron en la Tregua que la pandilla negoció con el gobierno del expresidente Mauricio Funes.
A pesar de este bajo perfil, Rodríguez Burgos aceptó ser el rostro más visible de un grupo de pandilleros disidentes dentro de la MS-13 y vocero de un par de comunicados con alto contenido político, en el que declara la guerra a los líderes históricos de la Mara Salvatrucha, insta a su pandilla a detener los ataques contra policías y soldados, y hace vehementes llamados a no inmiscuirse en política, y a no negociar con partidos ningún respaldo electoral. Y aún así, ha conseguido pasar relativamente desapercibido.
La MS-13 bautizó a Rodríguez Burgos como Shyboy –el chico tímido– cuando era sólo un niño santaneco, nacido en el municipio de Chalchuapa. Sin embargo, parece que no debe ser tan fácil conseguir el sonido sibilante que demanda la correcta pronunciación de su taca, y en los archivos policiales y judiciales su apodo se ha deformado según el criterio de cada funcionario, hasta terminar transformado en “Chiboy”, en “Cheiboy” o incluso en “Cheibo”. Quizá por eso, el primer video en el que Rodríguez Burgos apareció como vocero del autodenomiado ‘programa 503’ eligió presentarse como el “Esmailin” de la clica Novenas Locos.
Según su expediente penitenciario, Rodríguez Burgos –Shyboy o Esmailin– fue condenado en septiembre de 1999 por haber asesinado a otro interno en un penal de menores.
El niño Shyboy
Lejos de las cámaras y de los titulares por las exigencias de la Ley del Menor Infractor (hoy Ley Penal Juvenil), el aguerrido Shyboy tuvo a finales de la década de los noventa un rol importante en la guerra brutal que la MS-13 y el Barrio 18 mantuvieron en los centros de internamiento de menores.
Esa guerra es la que pocos años después desembocaría en la segregación total de los pandilleros dentro del sistema penitenciario salvadoreño, con asignación de cárceles exclusivas para los integrantes de cada una de las pandillas.
El año clave resultó ser 1999. El 27 de julio, se desató un violento y multitudinario motín en el edificio del centro de San Francisco Gotera que durante la guerra había sido la sede del Destacamento Militar #4, recorvertido con prisas en centro de menores provisional. Aquel día hubo que atender a más de 40 heridos, además del linchamiento hasta la muerte de un joven dieciochero al que le decían Mapache.
La crónica publicada dos amaneceres después en El Diario de Hoy arrancaba así: “En un teatro de disturbios, de temor y de muerte se ha convertido el Centro de Resguardo de Menores ubicado en San Francisco Gotera, en Morazán. La razón es obvia: dos pandillas peligrosas y rivales se encuentran encerradas tras los barrotes y muros del resguardo”.
Shyboy, quien resultó herido, era entonces una de las voces con peso dentro del grupo de adolescentes de la MS-13. Nacido en mayo de 1980, tenía 19 años cumplidos, aunque seguía en un centro para niños porque era menor de edad cuando había sido condenado.
El 1 de septiembre –siempre de 1999– tuvo lugar otra violentísima revuelta con los mismos protagonistas. Cambió el escenario, porque los jueces avalaron que los menores fueran llevados de Gotera al penal de adultos Ciudad Barrios, recién remodelado y que paradójicamente fue estrenado por menores. La idea era que no se repitiera lo vivido cinco semanas atrás, pero el Estado salvadoreño fracasó. Esta vez, el choque entre emeeses y dieciocheros se saldó con heridos contados por docenas y el destace del joven Jorge Alberto Mejía Catacho, también de la órbita de la 18.
La Mara Salvatrucha en su conjunto asesinó a Catacho, pero la Fiscalía logró montar dos casos, y hubo por todo seis condenados. Cinco habían cumplido ya los 18 años y fueron juzgados como adultos, Shyboy entre ellos. A finales de marzo del año 2000, un tribunal condenó a Shyboy y a los otros cuatro –Óscar Vladimir Martínez (a) Zarco, a Saúl Ernesto Miranda Flores (a) Rambito, Jorge Heriberto Durán Rodríguez (a) Payaso y Raúl Alberto Castro Alarcón (a) Caballo– a 18 años de prisión por homicidio simple.
Huésped en Zacatraz
En junio de 2010, Carlos Humberto Rodríguez Burgos –Shyboy o Esmailin– fue trasladado a la cárcel de Zacatecoluca, a Zacatraz, donde se encuentran recluidas las cúpulas nacionales de las tres principales pandillas que operan El Salvador. Sin embargo, estar avecindado con los jefes no te hace jefe: Rodríguez Burgos no es considerado por la MS-13 como uno de sus miembros de mayor rango, al punto que durante la Tregua ni siquiera fue tomado en cuenta para salir del penal de máxima seguridad hacia algún penal menos riguroso.
Pero el gobierno del presidente Salvador Sánchez Cerén sí lo tomó en cuenta en enero de 2017 para salir de máxima seguridad: Rodríguez Burgos formó parte de un grupo de al menos 22 miembros de la Mara Salvatrucha-13, que se autodenominaron líderes del ‘programa 503’, y que convencieron a las autoridades de ser trasladados a penales comunes a cambio de fracturar la pandilla en dos facciones, tal como hace una década ocurrió con su pandilla rival, el Barrio 18, dividido en 18-Revolucionarios y 18-Sureños.
La Dirección General de Centros Penales utilizó el criterio discrecional que le otorga el Decreto Legislativo 321 –conocido como Medidas Extraordinarias– para sacar de Zacatraz a reos que no parecían cumplir con los requisitos para habitar en penales comunes; entre ellos, uno conocido como el Snarf, que se había escapado dos veces de centros de reclusión (en ambos casos cometió asesinato a pocos días de haberse fugado y en ambos casos atacó a balazos a la policía cuando intentaba recapturarlo) y otros dos –el Gasper de Fulton y el Flaco de Fulton– que habían asesinado a otro interno en el mismísimo penal de máxima seguridad apenas tres días antes de ser trasladados. El único criterio que el gobierno usó para trasladar a este grupo de pandilleros es que ellos se identificaban como miembros del díscolo ‘programa 503’.
En el penal de Ciudad Barrios, este grupo de reos filmó un primer video en el que dicen ser una cúpula paralela, disconforme con las decisiones de la ranfla nacional de la Mara Salvatrucha-13. En ese video, filmado en algún momento entre el 25 de enero y el 6 de julio de 2017, aparece Rodríguez Burgos por primera vez. No tiene ningún papel protagónico, y sus líneas se limitan a mencionar su taca y a enviar un saludo: “Mara Salvatrucha-13, el Esmailin de la Novena. Un saludo para todos los homeboys”. Eso es todo.
En realidad, ninguno de sus 21 compañeros tiene un papel mucho más brillante en ese video: un señor tatuado hasta las cejas hace de maestro de ceremonias y presenta al grupo: “Somos parte de los homeboys de que, simón, acabamos de bajar de Zacatecoluca. Hay ciertas cosas que nosotros no compartimos de lo que está pasando dentro del barrio”. Acto seguido, todos dicen su apodo pandillero y la clica a la que pertenecen o pertenecían. Rodríguez Burgos es uno del montón. Ninguno llevaba camisa cuando el video fue filmado.
Los 22 pandilleros que se presentaron como disidentes fueron trasladados en julio de 2017 al penal de Izalco, como reclusos de la recién estrenada Fase III de ese centro penal. Rodríguez Burgos fue enviado desde el penal de Ciudad Barrios el 6 de julio y registrado formalmente el 10 de julio. Tres días después fue puesto en libertad por haber cumplido el total de su pena.
Originalmente, Rodríguez Burgos debía salir en septiembre, pero el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de San Miguel recalculó su fecha de salida y estimó que debía salir dos meses antes. El juzgado no quiso explicar a El Faro las consideraciones que tomó en cuenta para rectificar la fecha de salida de este interno. El caso es que ese fue el inicio de su carrera como vocero y rostro del ‘programa 503’ de la MS-13, y es probable que eso se deba a que él tiene una sola cosa que los demás no: libertad.
“Nuestro objetivo: volver a una guerra entre pandillas”
En el segundo video en el que aparece Rodríguez Burgos está acompañado y solo a la vez. Aparece –sin camisa– con un arma larga en las manos, coronada con lo que parece ser una mira telescópica. El pandillero lleva el arma con rigidez marcial, como si hubiera ensayado la pose. Alrededor suyo, como simple utilería, hay tres sujetos que no pronuncian ni un solo sonido y que van cubiertos literalmente hasta los ojos: llevan gorros, pasamontañas y camisas con manga larga. Uno de ellos tiene una pistola y se empeña en mostrarla sosteniéndola en una postura incómoda durante los seis minutos y ocho segundos que dura el video. Los otros dos apenas aderezan el discurso de Rodríguez Burgos haciendo con las manos la señal de la garra un par de veces, para volver a su mutismo de utilería.
El video fue subido a internet el 5 de septiembre de 2017, menos de dos meses después de la liberación de Rodríguez Burgos. Está grabado en el interior de un local y los encuadres no ofrecen mayores pistas sobre el sitio en el que se filmó.
El vocero lee un comunicado que no está dirigido a los miembros de su pandilla sino “al pueblo salvadoreño”, y donde en las primeras líneas perfila a sus enemigos internos, la ranfla nacional de la pandilla, como los “MS-Tregua”, en contraposición a su bando, los “miembros activos de la Mara Salvatrucha-13, ‘programa 503’”.
El comunicado, leído con gran fluidez, va salpicado de sentencias de otro mundo, o que se suponen de otro mundo, lejano al de las pandillas.
Dice: “Nos desvinculamos definitivamente de todo acto de vandalismo que los denominados MS-Tregua están llevando a cabo en contra del gobierno y población civil”.
Dice: “Estamos en contra de los asesinatos que los MS-Tregua están causando a ancianos, niños, estudiantes y demás población civil, ya que la pandilla no es una guerrilla ni un grupo terrorista”.
Dice: “Estamos en contra de las extorsiones, violaciones y secuestros a toda la población en general y (de) todo acto que dañe a todo ser humano en El Salvador”.
Pero el centro del discurso apunta hacia otro lado: en síntesis, lo que dice es que hay que seguir matando, pero sólo a pandilleros rivales y sobre todo hay que dejar de interferir con la política y hay que dejar de atacar a policías y a soldados.
Desde el fracaso de la negociación con el gobierno del expresidente Funes, las tres principales pandillas de El Salvador siguieron sofisticando su conciencia sobre el valor político –y electoral– que representan para los partidos, sobre todo después de que los dos principales institutos políticos se reunieran en secreto con ellos previo a la elección presidencial de 2014, para conseguir su respaldo el día de las elecciones.
Ambos partidos se deshicieron en ofertas: Arena ofreció una segunda tregua con las pandillas y les consultó incluso el nombre de quien podría ser el futuro ministro de Seguridad Pública. El vocero del partido de derecha fue el actual candidato a la Alcaldía de San Salvador, Ernesto Muyshondt.
El FMLN ofreció seguir dialogando y crear un fondo de 10 millones de dólares para otorgar microcréditos a pandilleros y sus familias, administrado por un consejo de pandilleros. Los voceros del partido en el gobierno fueron el actual ministro de Gobernación, Arístides Valencia; y el que llegó a ser ministro de Seguridad Pública y luego asesor presidencial en temas de seguridad, Benito Lara.
Todo indica que las pandillas se decantaron por el FMLN.
Sin embargo, pocos meses después de que este partido retuviera a la Presidencia de la República, suspendió el diálogo con los pandilleros. A inicios de 2015 las autoridades regresaron a Zacatraz a las ranflas nacionales de las tres pandillas y emprendieron una serie de medidas destinadas a endurecer el régimen carcelario para miembros de pandillas a tal extremo que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, calificó como inhumanas las condiciones penitenciarias y demandó al presidente Salvador Sánchez Cerén su derogación.
Como respuesta, las pandillas amenazaron con cobrar venganza en las próximas elecciones de alcaldes y diputados del año 2018. En un comunicado de abril de 2016 advirtieron al FMLN y al partido GANA –cuyo líder, Guillermo Gallegos, tiene las posturas más extremas contra los pandilleros, incluyendo la pena de muerte– que sabotearían su campaña electoral. “Los dirigentes del FMLN y GANA nos han defraudado, porque ninguna de sus promesas se han hecho realidad. Por lo contrario, promueven nuestra aniquilación por medios militares. Por tanto, nuestras comunidades nunca jamás volverán a ser canchas para que el FMLN o Gana busquen votos y organización partidaria. Por eso hemos dado instrucciones a nuestros territorios de no permitir actividades partidarias del FMLN y Gana, ni el uso de sus distintivos, como banderas, camisetas, gorras, etc”, decía el comunicado.
Desde 2015, año en que el gobierno cerró y condenó oficialmente cualquier vía de diálogo con las pandillas, un policía ha sido asesinado en promedio cada semana.
El comunicado leído por Rodríguez Burgos –Shyboy o Esmailin– en su segunda aparición en video atiende precisamente esos asuntos: “Ciertos líderes quieren negociar con políticos sucios y por eso llevan a cabo tales actos de vandalismo como forma de presión para que tal objetivo se lleve a cabo, ofreciendo ellos una paz definitiva, cosa que no debería ser así, ya que la de nosotros es una guerra entre pandillas y no una guerra política para actuar en contra de las autoridades y la población civil”. Más tarde, por si no había quedado subrayado lo suficiente, agrega: “Ese es nuestro objetivo: volver a una guerra entre pandillas, nada más, dejando al margen a las autoridades y a la población civil”.
Con su fusil en la mano y con la pistola de su compañero de fondo, Rodríguez Burgos sigue leyendo un comunicado en el que insiste e insiste en que la pandilla –la Mara Salvatrucha-13– no debe inmiscuirse en política ni con políticos ni con la Policía, y reta a la ranfla nacional a guerrear con el ‘programa 503’ en lugar de “molestar a autoridades y gente civil y en vez de molestar poniendo renta a gente pobre”. En la versión del pandillero, la gente agrupada en el ‘programa 503’, no extorsiona, no “molesta” a gente que no es pandillera, no coarta la libertad de “civiles”, no ataca a policías, ni soldados ni le interesa influir en la política ni pactar con políticos. Asegura que eso es “volver a los valores y principios” de la Mara Salvatrucha-13.
Cuando termina de leer el comunicado, Rodríguez Burgos levanta la vista para improvisar un poco. El centro de su discurso tiene que ver con lo mal que salió la Tregua –en la que ni él ni los otros 22 pandilleros sacados ahora de Zacatraz ahora por el gobierno fueron incluidos como negociadores ni voceros– y en lo incorrecto que le parece que una pandilla se involucre en política: “Homeboys: ustedes saben que estas personas que hicieron la Tregua en el 2012 chocaron el barrio. Estaban al frente de la pandilla y chocaron la pandilla… Se llenaron los bolsillos de dinero, a costa de ustedes, a costa de nosotros. ¿Y ahora qué? Siguen manipulándolos. Quieren lanzarlos a ustedes a una guerra política, lo cual no debe ser así. ¿Cuántas personas han muerto a conveniencia de ellos? ¿Cuántas personas han muerto? ¿Cuánta población civil ha muerto sólo porque estas personas ya no quieren estar en Zacatecoluca? ¿Cuántos homicidios a niños, agentes policiales, a soldados, a gente que no tiene nada que ver en la guerra de pandillas?”.
Antes de que el video se corte de forma súbita, Rodríguez Burgos intenta reclutar para su causa: “Así que ahora queremos decirles que todo aquel que se quiera unir a nosotros, las puertas están abiertas. Todo aquel que quiera dejar de ser utilizado, las puertas están abiertas. Nosotros los esperamos… venimos a recuperar los valores de la pandilla, venimos a hacer verdad a la MS-13, ‘programa 503’”.
‘Programa 503’
Dentro de la Mara Salvatrucha-13 en El Salvador, un programa es una agrupación de clicas que operan bajo una misma conducción: cada clica tiene a su palabrero, cada palabrero responde al pandillero que lidera el programa desde la calle –el corredor del programa en libertad– que a su vez responde al corredor del programa en prisión. Los máximos responsables de cada programas –uno o más, en función del poder de cada programa– tienen un órgano de interlocución que podría ser considerado como la máxima autoridad de la pandilla: la ranfla nacional.
Rodríguez Burgos asegura que él representa al ‘programa 503’ de la Mara Salvatrucha-13, un supuesto programa del que no hay referencias en prensa ni en el ámbito académico hasta que irrumpieron los videos en 2017. En términos tradicionales, crear un programa implicaría que varias clicas, incluida la de Rodríguez Burgos, se han asociado. Pero lo cierto es que Shyboy ni siquiera puede ofrecer la lealtad de su propia clica, la Novenas Locos, puesto que él no es su palabrero.
Según miembros de alta jerarquía de la Mara Salvatrucha-13 consultados por El Faro, a mediados de la década de los noventa se creó una clica en Santa Ana que se bautizó como “Los Baldíos de Novena”, conducida por un pandillero apodado el Camarón de Baldíos. Este jefe entró en conflictos con otro miembro de su estructura conocido como el Negro. Finalmente, la clica se dividió en Baldíos de Novena y Novenas Locos, liderada por el Negro –o Black de Novenas–, que terminó prevaleciendo sobre la clica dirigida por el Camarón. A la clica derrotada pertenece o pertenecía Rodríguez Burgos.
El Negro –César Humberto Salinas Torres– purgó 19 años por un homicidio, gran parte de ellos en Zacatecoluca. Él sí fue incluido dentro del grupo de la ranfla nacional que salió de máxima seguridad para negociar con el gobierno durante la Tregua de 2012-2015. Recuperó su libertad el 1 de octubre de 2017, y sigue al frente de su estructura, fiel a la cúpula nacional de la pandilla, según confirmaron fuentes de la Mara Salvatrucha-13.
De manera que al menos la clica Novenas Locos no pertenece al ‘programa 503’. Los 22 pandilleros a los que el gobierno premió en enero de 2017 con su salida de Zacatraz pertenecen o pertenecían a distintas clicas de todo el país, como la Sancocos Locos, de Sonsonate; la Teclas Locos, de Santa Tecla; o la Fulton Locos, distribuido en varias partes del país, pero con particular incidencia en el área de Nueva Concepción, Chalatenango. Cada una de estas estructuras tienen palabreros en la ranfla nacional de la Mara Salvatrucha-13, como es el caso del Trece o el Sirra, líderes históricos ambos de la Teclas Locos.
El Faro no ha podido establecer de forma inequívoca si la división dentro de esas clicas y programas tiene repercusiones en las calles, o si los emeeses disidentes sólo están hablando a título individual.
Mientras que las fuentes de la MS-13 con las que este periódico conversó minimizan el impacto y la fuerza del ‘programa 503’, el gobierno se va al extremo opuesto y asegura que la pandilla se enfrenta a una enorme guerra interna que explica todos los repuntes de homicidios que han ocurrido en el país. El exdirector general de Centros Penales, Rodill Hernández fue el primero en señalarlo en abril de 2017; luego le han seguido el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Mauricio Ramírez, en mayo y junio; el director de la Policía, Howard Cotto, en junio y septiembre; y hasta el vocero presidencial, Eugenio Chicas, en octubre.
Mientras que la MS-13 asegura que el ‘programa 503’ es irrelevante y apenas aglutina a un grupo de disidentes encarcelados, el gobierno insiste en que ha significado una fractura territorial profunda en la pandilla.
“El buen ejemplo de L.A. Guatemala y Honduras”
El tercer y último video fue subido a internet el 4 de octubre de 2017, un mes después del segundo, en un lugar que tiene los mismos colores de la locación anterior y en el que se escuchan gallinas. Rodríguez Burgos –sin camisa– esta vez no es el único en dar la cara: otro pandillero al que El Faro no consiguió identificar aparece también mostrando los tatuajes de su torso, pero lleva lentes de sol y una gorra que cubre parcialmente su cara. Luego hay otros cuatro sujetos completamente cubiertos. Ninguno lleva armas, o al menos no las muestran.
Esta vez lee un comunicado anotado en las páginas de un cuaderno, que no está dirigido “al pueblo salvadoreño”, sino a un público menor, aunque no menos diverso: los “homeboys de la Mara Salvatrucha-13 internacional”.
El mensaje es el mismo: la pandilla no debe meterse en política ni debe negociar con políticos, porque el que lo haga es “rata”. De nuevo se dirige a la ranfla como los “MS-Tregua”, y les insta a recordar que los primeros pandilleros que llegaron a El Salvador deportados desde Los Ángeles no les “enseñaron a estar negociando con el gobierno”. Lo dice aunque sabe que buena parte de la ranfla está compuesta precisamente por esos primeros deportados y que algunos incluso fueron fundadores de la pandilla en Estados Unidos.
Insiste en que los líderes no deben negociar el respaldo electoral de la pandilla: “Nosotros, como MS-13 ‘programa 503’, nos sentimos orgullosos de los homeboys de estos países (Honduras, Guatemala y Estados Unidos), porque como MS-13 compartimos las mismas ideologías y queremos pedir a los que dicen ser los dueños del barrio en El Salvador que ya no nos hagan pasar vergüenza como barrio mandando a los miembros del barrio a conseguir 10 personas civiles por cada elemento de la pandilla para que den los votos a partidos políticos corruptos”.
Lo más novedoso de este mensaje son los guiños dirigidos hacia los miembros de la MS-13 fuera de El Salvador: “Tenemos el buen ejemplo de L.A. (Los Ángeles) Guatemala y Honduras, homeboys que levantan la cara con orgullo de que son pandilleros”.
Este mensaje sólo dura 2 minutos con 18 segundos. También se corta de forma abrupta.