Nayib Bukele y Johnny Wright no alterarán el sistema de partidos en las elecciones de marzo de 2018, pero el resultado de estos comicios comenzará a resolver algunos de los principales acertijos de la política salvadoreña, que según las encuestas sufre de un declive por el desencanto que generan Arena y el FMLN en la población.
El politólogo Álvaro Artiga es enfático en afirmar que aunque los movimientos independentistas protagonizados por Bukele y Wrigth podrían influir en las legislativas, todavía es muy pronto para poder afirmar que Nuestro Tiempo y Nuevas Ideas puedan modificar el tablero. A mediados de 2017, Artiga ya advertía que los dos grandes partidos, para mantenerse con vida, solo necesitan del voto duro y militante. Sin embargo, el resultado de marzo puede significar un antes y un después en el relevo generacional de la clase política, y abrir -o cerrar- nuevos panoramas para las presidenciales de 2019 y para las legislativas de 2021.
En el caso de Wright, Artiga dice que aunque su propuesta suena más seria, aún hay que esperar hasta 2021 y para esa fecha pueden pasar muchas cosas. Todavía habrá que ver qué ocurre en Arena antes, durante y después de la elección de marzo antes de dar por sentado el futuro de este diputado que marcó agenda por remar contra la corriente conservadora del partido.
En el caso de Bukele, la elección de marzo de 2018 es crucial de cara a 2019, hacia donde él apunta su carrera presidencial. Para que el proyecto de Bukele no quede sepultado, Artiga plantea que el alcalde tuvo que haber previsto -antes de su expulsión del FMLN- acuerparse de diputados que le sirvan como trampolín -y como soporte- para competir por la elección presidencial en 2019. 'Tenemos que estar atentos a si utiliza a alguno de los partidos ya existentes para colocar diputados en la Asamblea Legislativa', dice.
Critica que el país analice a Bukele y a Wright con una fotografía de la 'política tradicional' cuando estamos frente a un escenario inédito en el que la pérdida de legitimidad del partido de gobierno -FMLN- no se traduce en que Arena sume a sus filas a los descontentos. Califica a Bukele y a Wright como la expresión de una ruptura frente a la política tradicional, con dos personajes visibles y otros actores que todavía no son tan visibles, pero que van a tener su impacto: salvadoreños en el exterior, votantes inactivos, gente que no apoya al FMLN ni a Arena.
Artiga es uno de los intelectuales que más tiempo ha dedicado a analizar el sistema político salvadoreño. Funge como director del doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) y de la Universidad Don Bosco. Ha escrito libros y artículos académicos sobre el sistema de partidos políticos salvadoreños entre los que destacan La política y los sistemas de partidos en Centroamérica (2000), Elitismo competitivo (2003) y Gobernabilidad y Democracia en El Salvador (2008). Ha trabajado como consultor del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y ha sido docente de la maestría en Ciencias Políticas.
En una entrevista pasada, usted enfatizaba que pese al desencanto que hay con el FMLN y Arena, aún no ha surgido una tercera fuerza política. Decía que Nayib Bukele no era un outsider, porque militaba dentro del FMLN, y que Mauricio Funes parecía más eso. Ahora que Bukele está fuera del FMLN, ¿ha cambiado algo?
Ojo, que Nayib sigue siendo el alcalde de San Salvador. Desde ahí no podemos pensar que sea un outsider, porque el outsider es el que viene de fuera del sistema, de los partidos o las instituciones. Es alguien ajeno, exactamente como era Funes, que venía del campo de los medios y solamente por requisito se tuvo que inscribir al FMLN. No es el caso de Nayib ni por supuesto va a ser el caso de Johnny Wright, si es que también se decide a formar su partido. Estamos ante el fenómeno de gente que milita en partidos fuertes que se separan o son separados y que expresan el deseo de continuar con sus aspiraciones políticas, aspiraciones presidenciales; y al verse fuera de un partido, pues no les queda alternativa que sumarse a otro o crear otro.
¿Estamos frente a escenario inédito de cara a 2019?
El escenario que se plantea a partir de las declaraciones -tanto de Nayib como de Wright- es que existe la posibilidad de la emergencia de nuevos partidos políticos. Nayib apuntando para 2019, y Wright apuntando para las elecciones de diputados de 2021, que están lejos. Comparándolos, me da la impresión de que Wright es un poco más institucional que Bukele. Eso quiere decir que podría cambiar algo dentro del partido Arena. Debido a ese cambio puede que ya no siga con la iniciativa, sobre todo si la propone para 2021. Prácticamente él está dejando que tengamos los resultados de 2018 y 2019, así que por esa vía no tenemos más que esperar.
¿Y Bukele?
Bukele ya está afuera. Él desde hace ratos venía con la necesidad de salirse del partido para competir en 2019. El problema era cómo se iba a separar: si mediante una renuncia o una expulsión. En la medida en que ya hubo expulsión, y ahora hemos visto sus ataques a la cúpula del partido, ahí sí que ya no veo que haya una alternativa, desde el partido, que lo desincentive a continuar con su iniciativa, con su búsqueda de la candidatura presidencial; no así en el caso de Wright. Yo ahí veo que podrían cambiar las cosas, el hecho mismo de que él mismo esté respetando continuar en el partido (hasta el cierre de la legislatura)...
La aspiración de Wright de construir algo de cara al 2021 depende, entonces, de que algo ocurra en Arena, pero también de lo que ocurra en 2018 y 2019. ¿Esto no hace más débil su propuesta? Bukele, divorciado del Frente, hace guiños para 2019.
Digamos que tal vez su decisión podría no ser definitiva, podría cambiarla, esa es la percepción que a mí me deja en sus declaraciones. Al final habría que ver cómo evoluciona la suerte del partido Arena como para pensar que Wright va a continuar con su esfuerzo. En el caso de Bukele no, porque él ya lo dijo, y como su pretensión es la elección presidencial de 2019, él está planteando un movimiento, un partido, para esas elecciones. Ahí está la diferencia. Lo que no podemos saber en este preciso momento es si ambas iniciativas, de llevarse adelante, signifique ipso facto la sustitución del FMLN y de Arena como los dos principales partidos.
¿Por qué?
Yo eso no lo veo todavía. Sin embargo, creo que ambos expresan un esfuerzo de renovación de la política en la cual no solo ellos dos están implicados. Creo que hay más sectores que no son visibles, pero que están con la misma inquietud de no sentirse representados y no estar satisfechos con lo que hacen Arena y FMLN, y que están buscando cómo incidir en la política; en principio desde la arena legislativa. Eso se expresa en el número de candidatos no partidarios, pero también desde afuera de los partidos hay una idea de querer renovar, de querer hacer la política de otra forma.
¿Cuál es su valoración sobre las formas elegidas por Bukele y por Wright para escindirse del FMLN y de Arena, respectivamente? Le pregunto tomando en cuenta algunas particularidades: Bukele hace un corte definitivo con el FMLN, en cambio Wright, cuando se peleó con su partido, citó a un evento público y en ese evento no tenía claro ni siquiera qué iba a hacer. Llegó a preguntarles a los asistentes a esa conferencia qué podía hacer...
Creo que hay diferencias en los caracteres. Bukele es más impulsivo y más emotivo. Ha expresado lo que ha expresado contra la dirigencia de su partido. Wright, aunque ha hecho críticas al Coena, no las ha hecho con la virulencia con la que lo ha hecho Bukele. Casi podemos decir que Bukele ha tenido más valor que Wright. Pero ahí habría que ver si simplemente es así o si las relaciones familiares y de amistad tienen alguna incidencia para que Bukele tome una decisión y rompa con el FMLN y Wright no lo haga con Arena. Solo podemos especular, pero hay una serie de factores, de vínculos, que no conozco y que a lo mejor podrían explicarlo. Aunque los dos hablan de renovación, tenemos estilos diferentes. Incluso si hacemos la diferencia con Juan Valiente, que tuvo problemas por criticar al Coena y que terminó junto con Wright renunciando a su precandidatura, este todavía aparece menos y ni siquiera se sabe cuál será su futuro después del 1 de mayo. Entonces sí, Bukele parece más lanzado y arriesgado y hasta puede ser que por ser así pueda echar al traste todo lo que quiere hacer, que se meta en líos que no tenía que haber abierto, disputas que no vienen al caso para su pretensión y al final quede enredado en eso, menospreciando la capacidad política de los viejos políticos, cosa que no debería hacer. Tal vez Wright, por ser más calmado, puede terminar siendo más exitoso. Ahí solo queda esperar.
Pensando en escenarios, ¿cómo pueden alterar el tablero estas iniciativas?
Es que creo que hay varias cosas que tenemos todavía pendientes de que se manifiesten, de que se consoliden, que caminen. Entre ellas está que un presidente necesita un apoyo legislativo y, en ese sentido, pareciera que cuando Wright dice, 'estoy planteándome un partido para 2021', está actuando con mayor adecuación o mayor... Wright está más ajustado, digamos, al juego entre el Legislativo y el Ejecutivo que si Bukele participa en 2019. En el hipotético caso de que Bukele ganara las elecciones, ¿cuál sería su fuerza legislativa? Uno ha manifestado que el primer paso es la Asamblea Legislativa, y el otro ha manifestado que es la Presidencia, pero en la capacidad de gobernar, para el día después de las elecciones, es importante también contar con un contingente legislativo grande que acompañe al presidente en sus iniciativas. Para poder decir si se va a trastocar el tablero tendríamos que ver primero eso.
¿Las miradas deben dirigirse a las elecciones legislativas de 2018?
Es muy temprano como para asegurar que las iniciativas Wright y Bukele son las que van a alterar el sistema de partidos actuales o si habrá que esperar todavía un poquito más. Hemos entrado en un proceso de modificación del sistema de partidos, de agotamiento del juego de Arena y el FMLN. Antes de que hubiera elecciones internas decía que podía ocurrir una renovación desde adentro, ahora ya podemos decir que no ocurrió. Lo mencioné con la esperanza de que las militancias pudiesen elegir candidatos distintos. En Arena como que hubo más espacio en tanto que hubo varios competidores en varios casos. En el FMLN no hubo competidores, eran 84 precandidatos para 84 candidaturas a diputado, entonces ahí no hubo competencia. Las militancias internas no han dado señales de querer transformar desde adentro a estos partidos. La opción que va quedando es que -desde afuera- estos dos partidos pierdan la predominancia que han tenido. Eso no quiere decir que desaparezcan. Si Wright y Bukele tuviesen suerte en la creación de nuevos partidos fuertes, quizás en el corto plazo, a 2021, pueda ocurrir un formato como el de España. Ahí a la par de los partidos grandes, el (PSOE) Socialista y el Popular (PP), aparecieron dos partidos nuevos, Podemos y Ciudadanos, en medio de una crisis que afecta a toda la clase política. Cada uno apareció situado frente al partido tradicional grande y hoy son dos fuerzas sin las cuales no se puede formar gobierno en España.
¿El laboratorio para medir qué tan viable son estos proyectos puede ser las próximas elecciones?
Es lo primero que hay que ver: si realmente detrás de estas salidas se va un grueso de militantes de ambos partidos tras ellos. Si no, quiere decir es que tendrán que conseguir su caudal electoral en votantes ajenos: votantes nuevos, gente que no ha votado nunca o votantes de los partidos más pequeños. Buscarán su caudal en electores que no han estado activos. Claro, que podría ocurrir la mezcla: que les quiten militantes a estos dos partidos, a los que se sume gente de afuera. Entonces serían partidos fuertes, pero eso ahorita no hay manera de saberlo. Ahorita puede haber estimaciones, de si es posible, si no, cuánto necesitan... pero no lo podemos afirmar. No podemos afirmar que no pueden ser fuerza, pero tampoco podemos afirmar en el sentido positivo.
A las puertas de una nueva elección, ¿es tiempo suficiente para hacer cuajar algo y que eso tenga éxito?
Wright lo está planteando para 2021. No nos preocupemos de ese caso. Al que todos están observando es a Bukele. ¿Logrará convertir su popularidad en votos? Esa es prácticamente la incógnita. Eso supone construir una base de militantes, una estructura, que le cuidará el voto en el momento de las elecciones, en las mesas. Y ahí, pues... ya habría que ver si estamos hablando de diez mil y algo JRV. Por otro lado, si él ha venido expresando su deseo de ser candidato presidencial en 2019, y sus asesores le han advertido de la necesidad de contar con una fuerza legislativa -son supuestos- entonces deberíamos de sacar la conclusión de que, previo a la expulsión, él ha estado trabajando en este tema. Digámoslo de otra manera: que no hubiese buscado la expulsión si todavía él no tiene una plataforma sobre la cual apoyarse. Y probablemente, porque ya la tiene, es porque da el salto. Debemos estar atentos a expresiones públicas más allá de las redes sociales a favor de Bukele. Por ejemplo, en los departamentos van surgiendo grupos que le apoyan. Partimos del supuesto de que él no es tonto, y que tiene asesores que le tienen que haber dicho: 'si usted se presenta en 2019 necesita una fuerza legislativa. Usted no puede construir un partido ya, tiene que utilizar a uno de los que ya existen, y meter candidatos que le sean afines y tratar de ganar diputados en 2018'. Entonces, tenemos que estar atentos a si utiliza a alguno de los partidos ya existentes para colocar diputados en la Asamblea Legislativa. Eso indica que de llegar como presidente en 2019 puede contar con apoyo legislativo. Si no, los dos principales años, de 2019 a 2021, sería un presidente sin fuerza legislativa.
¿Qué otras cosas tendríamos que ver en este corto plazo para tener certezas de si lo de Bukele cuajará?
Si es casi como un movimiento, debe ocurrir simultáneamente. El descrédito de los dos principales partidos, o por lo menos en el caso de Bukele, que los electores del FMLN le retiren el apoyo al partido, de tal manera que sean potenciales electores de Bukele o del partido que lo apoye desde 2018. Ahorita no sabemos cuál ha sido el impacto de la expulsión de Bukele dentro del FMLN. ¿Él tenía una correlación al interior o era una golondrina dentro del partido? Si era una golondrina, pues, difícilmente va a pasar algo. Luego habrá que ver cómo se mueven los salvadoreños o grupos de salvadoreños en Estados Unidos. Creo que buena parte de la estrategia del alcalde es movilizar a su favor a los salvadoreños que están fuera de El Salvador, y a través de ellos a sus familiares aquí en el país
¿Cree que Nayib le está hablado a los salvadoreños en el exterior?
Sí. Él se ha reunido allá para buscar apoyo. Hizo visitas a miembros de iglesias en Estados Unidos, que casi lo ungen. Hay que estar atentos a cómo se mueven los salvadoreños en Estados Unidos de cara a este tema.
¿Los salvadoreños en el exterior pueden tener un peso importante?
No podemos despreciar la posibilidad de que ellos, al mandarle remesas a sus familiares, puedan también decir: voten por alguien a quien estamos apoyando acá. ¿A quién le van a hacer caso los salvadoreños que reciben remesas si no es a sus familiares? La apelación de Bukele a los residentes en Estados Unidos no es simplemente un decir. Lo que no podemos saber es qué tan extendido está eso. Hacen falta acontecimientos que generen como una ola de apoyo a Bukele, que se vayan activando como en una carrera. A medida que va transcurriendo la carrera, la gente se va animando con el que va ganando la carrera y se va sumando al caballo ganador, que es la expresión que se utiliza en el análisis del comportamiento electoral. Cuando la gente que no tiene una decisión en un momento dado, pero la campaña está tan movida y hay uno que va figurando, la gente como que se anima y se va sumando y sumando.
Usted plantea que Bukele ya debería tener clara una base legislativa. ¿Si no cuenta con esa base, y aún así se lanza por completo para 2019, su proyecto estará condenado al fracaso?
Por lo menos para 2019. Recordemos que él está por debajo de los 40 años... También lo podríamos pensar de Johnny Wright. En la medida en que exista un movimiento de renovación de la política salvadoreña y de los partidos salvadoreños, independientemente de Wright y de Bukele, aunque sea más lento, eso terminará teniendo su impacto -aunque sea más tarde- en los actuales partidos políticos. Creo que si estos dos se están adelantando o están acelerando al final lo que harán es eso: impulsar más ese esfuerzo que existe actualmente de renovación política. Digamos que estos dos son los visibles. Si fracasan no significa que tenemos a Arena y al FMLN...
¿De por vida?
No creo que ese sea el escenario. Realmente Arena y el FMLN están en declive. Es cuestión de tiempo para que su predominio deje de ser.
Otro escenario puede ser lo que generó UNIDAD: una ruptura y la percepción de que la derecha iba dividida a la elección presidencial de 2014. ¿No puede ser ahora a la inversa con Bukele, que compite aparte -como Tony Saca- pero esta vez dando la imagen de que la izquierda va dividida a la elección de 2019? ¿Puede esto tener un impacto?
No lo vería así de simple de que Bukele es Tony Saca, pero hay una cierta similitud, solo que a la inversa. UNIDAD le metía la competencia a Arena. Fue algo que se comprobó en la segunda vuelta de las presidenciales, cuando esos 300 mil votos que tenía UNIDAD van a Arena y hacen que la distancia -que había sido amplia y que casi hace que gane Sánchez Cerén en la primera vuelta-, en segunda se redujera a 6 mil votos. Ahí comprobamos que los votos de UNIDAD eran votos de derecha. No me atrevería a ponerlo en esos términos de que son votantes de izquierda los que van detrás de Bukele, y que entonces la izquierda va divivida, porque creo que Bukele y Wright expresan un quiebre frente a los partidos tradicionales. Aunque Bukele proclama ser de izquierda y que sigue creyendo en la carta de principios del FMLN, hay que ver su entorno para poder decir si él es de izquierda. Yo más bien creo que es un rechazo a la política tradicional lo que está expresado en ellos. También podemos pensar en un escenario en 2019 en el que hay una segunda vuelta, pero no porque Bukele divide a la izquierda, sino porque simplemente Arena no obtuvo la mayoría absoluta para ganar en primera vuelta. Una manera interesante que no podemos probar es la respuesta a esta pregunta: ¿y si Bukele no hubiera sido candidato, el FMLN le habría ganado a Arena? En eso tiene que ver el resultado de las políticas públicas, lo que la gente está sintiendo en carne propia en temas de seguridad. Ahora, los empleados formales vamos a experimentar el descuento por el incremento en la cotización de las AFP. Habrán elementos que tienen que ver con los resultados de políticas públicas que van a pesar más a la hora de sopesar a quién darle el voto en 2019.
También viene la discusión por el aumento del IVA.
Sí. Vienen discusiones sobre decisiones impopulares que probablemente vienen después de las elecciones, que van a intentar moverlas lo más lejos posible para no cargar con el costo político. ¿O llegamos a decisiones mediante un pacto de modo que todos somos responsables? Si los partidos se ponen de acuerdo y hacen recortes, entonces el costo no lo asume el FMLN solito. Arena no va a poder decir, 'estos del FMLN han hecho esto y esto'. Ese tipo de decisiones pueden hacer la diferencia y también los candidatos que lleven los dos partidos.