A cinco meses para la elección presidencial de 2024, en El Salvador la segunda fuerza política no tiene nombre ni rostro. Según la encuesta del Centro de Estudios Ciudadanos de la Universidad Francisco Gavidia, el presidente y candidato Nayib Bukele y su compañero de fórmula, el actual vicepresidente Félix Ulloa, tienen una ventaja de 64 puntos con respecto de sus contendientes más cercanos. Mientras que la segunda intención política, según la encuesta, con el 19.1% de respaldo, no tiene el rostro de ningún candidato de oposición ni la bandera de ningún partido, sino que son las personas que abstendrán de votar o anularán el voto, algo que también beneficia a Bukele y su partido.
Entre los opositores, como tercera fuerza política, está Arena, cuya fórmula presidencial está formada por dos representantes de la diáspora casi desconocidos en la esfera pública salvadoreña, Joel Sánchez e Hilcia Bonilla, que hicieron sus vidas y montaron negocios en Estados Unidos. Sánchez es administrador de empresas, dirige negocios, y la empresa que fundó en Texas, Premier Cleaning Services, tiene presencia también en México. Bonilla fundó hace más de 20 años el restaurante El Salvador en Dallas. El último candidato presidencial de Arena con perspectivas ganadoras fue Carlos Calleja, el empresario de la cadena de supermercados más grande del país que estuvo arropado por una red de familias acaudaladas y una campaña multimillonaria. Calleja se retiró de la política después de perder las elecciones presidenciales contra Nayib Bukele, en 2019, y siguió dirigiendo sus empresas.
Sánchez y Bonilla, según la encuesta de Universidad Francisco Gavidia, tienen el 4.3 % de las preferencias y son parte de la estela de candidatos que surgieron después de un infructuoso plan que intentaba aterrizar una única fórmula presidencial y que iba a ser respaldada por partidos de oposición y movimientos sociales.
El descalabro de las negociaciones ocurrió cuando las organizaciones de la sociedad civil no pudieron ponerse de acuerdo para elegir los dos nombres de las personas que integrarían la fórmula presidencial, a finales de mayo. El Faro publicó el 22 de mayo un artículo sobre la existencia de las pláticas y sobre cómo la fórmula de la sociedad civil iba a ser retomada por un partido político específico. Pero las negociaciones no llegaron a buen puerto por diferencias internas y porque el proyecto, una vez salió a la luz, fue blanco de un beligerante ataque en redes sociales por parte de Bukele y sus aliados.
Sin oposición firme, las próximas elecciones se vislumbran como un trámite administrativo que necesita Bukele para mantenerse en el poder junto con su partido Nuevas Ideas.
Aunque otro posible desenlace es que, por la cantidad de partidos de oposición, Bukele no alcance el mínimo suficiente para ganar en primera vuelta, que es la mitad más uno de los votos válidos emitidos. El Código Electoral obliga en esos casos a una segunda vuelta y, en ese escenario, falta por ver si existe un alineamiento de todos los partidos en una sola candidatura. Este escenario, sin embargo, es menos probable porque en 2019 la oposición también calculaba que habría segunda vuelta pero Bukele arrasó en la primera con 577 mil votos de diferencia sobre Calleja.
El calendario electoral autorizado por el TSE indica que Bukele y Nuevas Ideas tienen hasta el 26 de octubre para pedir formalmente la inscripción de la fórmula presidencial. El TSE no parece inclinado a rechazar la candidatura puesto que sus magistrados emitieron un comunicado que obedecerán la sentencia de la Sala de lo Constitucional (impuesta de manera irregular por el bukelismo en 2021) que habilitó el camino a la reelección de Bukele. Solo uno de los magistrados, Julio Olivo, dijo que no participó en la elaboración de dicho comunicado.
Si el TSE rechaza la candidatura de Bukele, o de cualquier otro partido, estos institutos tienen hasta el 30 de noviembre para solicitar la inscripción de nuevos nombres como sus candidatos presidenciales.
Si los magistrados inscriben a Bukele como candidato, podrían perder sus derechos políticos como ciudadanos salvadoreños. El artículo 75 dice que pierden los derechos de ciudadano quienes “empleen medios directos encaminados para ese fin (la reelección presidencial)”. Los derechos ciudadanos son el derecho a votar, a asociarse para formar partidos y a optar a cargos, según la Constitución.
La campaña electoral para la presidencial comienza el próximo 3 de octubre y termina el 31 de enero de 2024
El proyecto fallido
En agosto de 2022, después de dos años de reuniones, aquel grupo de personas cuyo nombre original había sido “Plaza” o “La Sultana”, comenzó a evaluar su participación en elecciones con la idea de empoderar la organización civil en las instituciones estatales. Habían crecido no solo en número de integrantes sino también en alianzas con más grupos, pero había un problema: “Las conversaciones sentíamos que no avanzaban”, dice uno de los miembros del grupo, que para ese entonces ya se denominó Sumar.
Algunos miembros del grupo decidieron aprovechar sus contactos con los partidos políticos y propiciaron encuentros con dirigentes partidarios para exponerles la idea de una alianza que impulsara una candidatura presidencial única en 2024. En aquellas pláticas participaron representantes de Nuestro Tiempo, Arena, FMLN y Vamos. Había cierto consenso de que, por la debilidad de los partidos políticos tradicionales, un partido nuevo debía servir de vehículo para inscribir cualquier fórmula presidencial que surgiera de aquel entendimiento. Y se acordó que el partido sería Nuestro Tiempo, lo cual obligaba al resto de partidos a aliarse, coaligarse o a respaldar a la fórmula de Nuestro Tiempo aunque tuviesen sus propios candidatos. El objetivo de fondo era hacer un solo cuerpo frente a la candidatura de Bukele.
Hubo reuniones en Guatemala y en Los Ángeles, California, y se hicieron sondeos y estudios de opinión para medir nombres de probables candidatos a presidente y vicepresidente. Para mayo de 2023, después de descartar opciones, los nombres que salían mejor evaluados eran los del abogado Luis Parada y la activista y defensora de derechos humanos Celia Medrano.
Pero la alianza comenzó a hacer agua desde dos semanas antes de que se hiciera oficial: colectivos que participaban de las pláticas reclamaban en privado que se sentían excluidos de las rondas de definición de los nombres de la fórmula. Así que esos grupos pidieron que se evaluaran cinco nombres. Stanley Quinteros, del Sindicato de Empleados Judiciales de El Salvador (SEJES) dijo que aquella nueva ronda de evaluaciones buscaba evitar cualquier asomo de “imposición de candidato” por parte de Sumar.
El sábado 20 de mayo, una de las organizaciones (la Alianza por un El Salvador en Paz) anunció que su candidato lo iba a retirar y que iba a respaldar lo que decidieran las otras dos organizaciones, Sumar y Resistencia Ciudadana. Esta última es una organización a la que pertenecen agrupaciones como la Cámara de pequeños y medianos agropecuarios (Campo) y referentes políticos de izquierda y derecha, como Rubén Zamora y José Miguel Fortín Magaña.
Sumar y Resistencia Ciudadana tuvieron una reunión ese fin de semana con los tres partidos políticos más involucrados: Arena, Nuestro Tiempo y Vamos. Cuando les contaron que estaban en proceso de definir la candidatura de entre cinco posibilidades “nos pidieron claramente que teníamos que resolverlo (definir un nombre) al día siguiente”, dice Zamora.
Resistencia Ciudadana convocó a una reunión de su organización la noche del domingo, dice Zamora, y llegaron a la conclusión que no iban a desechar sus propias propuestas de candidato. El camino que quedaba era negociar con Sumar y repartirse los puestos de la fórmula: cederle a Sumar el candidato a presidente, y la Resistencia Ciudadana se quedaría con la opción de nombrar el cargo a vicepresidente. Se lo propusieron a Sumar y esta organización, dice Zamora, quedó en brindar una respuesta más adelante.
“El martes nos mandaron un mensaje de WhatsApp, que dada la nueva situación, la decisión había sido no ceder ningún cambio en los candidatos que habían definido ello”, dice Zamora. Por “nueva situación”, explicó Zamora, Sumar se refería al artículo publicado por El Faro la noche del lunes 22.
El 31 de mayo, día límite para inscribir nuevos militantes en Nuestro Tiempo, Parada y Medrano se inscribieron en el partido y anunciaron que aceptaban ser la fórmula de Sumar. “Ese fue el acabose”, dice Zamora. La alianza no se concretó. Resistencia Ciudadana tomó aquello como una imposición.
“El problema fue que Sumar se ajolotó, se adelantó a presentar a Luis (Parada) y a Celia (Medrano) y ya no salieron como la candidatura de la sociedad civil, sino solo de Sumar”, dice Fortín Magaña.
Dos semanas más tarde, el 15 de junio, Resistencia Ciudadana presentó en público a su candidato presidencial: Joel Sánchez, lo cual fue una reacción, una respuesta con tono de rechazo, al lanzamiento de la fórmula Parada-Medrano. Fortín Magaña dice que a ambos los respeta mucho, pero que no los considera idóneos para ser los candidatos de la sociedad civil porque salieron de un esfuerzo que terminó monopolizando Sumar. Se intentó entrevistar a José Marinero, director de Sumar, pero este se disculpó por no poder atender debido a diversos compromisos que dijo que había adquirido previamente.
Un mes más tarde, a mediados de julio, la candidatura de Resistencia Ciudadana, Joel Sánchez, fue retomada por Arena y este se inscribió en ese partido. Él e Hilcia Bonilla fueron presentados en una conferencia de prensa como provenientes de la sociedad civil, pero hubo sectores de Sumar que rechazaron ese nombramiento. Ronald Umaña, exdiputado y exdirigente de la Democracia Cristiana, que también forma parte de Resistencia Ciudadana con su movimiento denominado el Bloque de la Sociedad Civil, dijo en entrevistas que consideraba que Arena se había “robado” el candidato de la sociedad civil.
Al contrario, Fortín Magaña aplaude que la fórmula Sánchez-Bonilla se inscribiera en Arena y ha reiterado en entrevistas que el espacio para impulsar una candidatura única aún es posible.
En la práctica, sin embargo, la unidad parece cuesta arriba. Arena y el FMLN se han vetado mutuamente para entablar cualquier acuerdo electoral debido a su tradicional diferencia ideológica que data desde la fundación de ambas organizaciones en el contexto de la Guerra Fría, en los años 80. El Faro buscó al presidente de Arena Carlos García Saade para preguntarle las expectativas electorales como partido que competirá solo. Aunque dijo que atendería la solicitud, la entrevista no se produjo.
En el FMLN, la fórmula de Manuel Flores y Werner Marroquín fue confirmada a mediados de julio. Flores también ha rechazado en público que alguna vez haya existido intención de su partido de hacer un acuerdo electoral con Arena. Pero esa postura parece ser solo la de un sector en el FMLN, el que controla José Luis Merino, veterano dirigente y hombre fuerte del partido. Óscar Ortiz, secretario general, y la secretaria adjunta, Karina Sosa, participaron en algunas de las discusiones con los otros partidos y movimientos sociales, según cinco fuentes consultadas por El Faro.
Hay otro sector en la izquierda y en el FMLN que rechaza el mando de José Luis Merino y que aún responde a la antigua dirigencia que fue desplazada tras la derrota electoral de 2019, la del exsecretario general Medardo González, que lideró el partido durante 15 años, entre el 2004 y 2019. El peso de González y otros dirigentes como Norma Guevara y Lorena Peña aún es notorio en sectores de izquierda como en el Bloque de Resistencia y Rebeldía Popular que horas después de publicado el reportaje de El Faro, el 22 de mayo, se desmarcó de la alianza argumentando que tenían meses de haber abandonado las pláticas.
“Pero la verdad es que el Bloque se desmarcó cuando ustedes publicaron el artículo porque parecía que el FMLN oficialmente estaba en ese acuerdo, y el Bloque es anti FMLN porque dentro el control lo tiene José Luis Merino. El Bloque rechazó el artículo porque hablaba de un acuerdo que parecía provenir del grupo Merino”, dice una fuente que trabaja para la fracción de la Asamblea Legislativa del FMLN y que habló con El Faro en condición de anonimato por no estar autorizada a dar declaraciones.
Óscar Ortiz fue nombrado secretario general para impedir que la disputa de poder de los dos bandos —el de Merino y el de Medardo González— terminara de hundir al FMLN, que había recibido una tunda electoral en 2019. Sosa, la segunda al mando actualmente, fue una de las voceras del FMLN y fue diputada con cierto estatus dentro del partido mientras González dirigió al Frente. El Faro buscó a Sosa a través de su asistente para entrevistarla y conversar sobre este proceso en el que ella participó con Sumar, pero no hubo respuesta a la solicitud.
En el Frente, a pesar del viento adverso en las encuestas, lo que parece interesarles a algunos es impedir que el partido se vea forzado a desaparecer. El Código Electoral obliga a que cuando un partido no saca ni un diputado o si no participa en dos elecciones presidenciales seguidas, debe ser cancelado. Y sin embargo, hay exdirigentes del FMLN que creen que aun participando y compitiendo con candidato único entregarán “el cadáver del partido a Bukele”. Eugenio Chicas, exsecretario de Comunicaciones de la Presidencia de los gobiernos del FMLN y exdirigente del partido, dijo que consideraba un error si FMLN participaba en las elecciones presidenciales de 2024. “Llevar candidatura presidencial es dividir a la oposición”, dijo en una entrevista con El Faro.
La candidatura que no fue
Vamos, donde es una de sus principales voceras la diputada Claudia Ortiz, no convocó a internas para elegir a su fórmula presidencial. Aunque Ortiz asegura 'categóricamente que no tuvo nada que ver', miembros de Vamos dicen a El Faro que la decisión de renunciar a llevar su propia candidatura presidencial responde a las presiones que recibió Josué Alvarado, exsecretario general del partido, cuando fue capturado y procesado por acoso sexual.
La Fiscalía General de la República acusó a Alvarado en diciembre de 2021 por hechos que, supuestamente, habían ocurrido en junio de ese año. Sin embargo, a Alvarado lo detienen durante una audiencia el 12 septiembre de 2022 después varios meses de haber asistido a audiencias similares. Ese mismo mes, Alvarado renunció al partido y luego, según personas del partido que tuvieron conocimiento del caso, llegó a un acuerdo con la Fiscalía y se sometió a un proceso judicial abreviado en el que admitió la responsabilidad de los cargos e indemnizó a la víctima. En enero de 2023, Alvarado recuperó su libertad y en marzo, Vamos anunció que no competiría en las presidenciales.
La participación de Vamos en las elecciones legislativas y de alcaldes, dicen las fuentes, fue posible gracias a la exigencia de dirigentes y mandos medios en el instituto. “En retrospectiva, creo que fue un error no haber convocado a las presidenciales”, dijo a El Faro una de las fuentes del partido.
Vamos, fundado en 2017, es un partido de centroderecha que ha intentado diferenciarse de los partidos más longevos. Su diputada Claudia Ortiz se ha convertido en los últimos dos años en uno de los rostros más notables en la oposición, pero ella descartó desde 2022 cualquier posibilidad de ser la candidata a la Presidencia. El Faro buscó a la diputada Ortiz para recibir sus comentarios los cuales envió por escrito una vez había cerrado el artículo.
Recientemente, Ortiz ha expresado la idea de que Vamos y el resto de partidos opositores deben apostar a hacer campaña para las legislativas y desde ahí hacerle contrapeso al Ejecutivo de Bukele. Pero al parecer esa es solo una de las corrientes dentro de Vamos. En el partido todavía hay estructuras que pujan porque haya un acuerdo interpartidario, pues lo ven como una única salida hacia la sobrevivencia.
No obstante, a mediados de mayo, cuando los diálogos de Sumar y los partidos estaban madurando, una asamblea general de la militancia en Vamos descartó en una votación la idea de aliarse con otros partidos. Fue por esa razón que Claudia Ortiz también rechazó a través de una publicación en redes sociales la idea de la candidatura única que había sido revelada por El Faro el 22 de mayo. “En la Asamblea General el acuerdo fue no participar en la presidencial porque queríamos guardar distancia de la política tradicional que representan ARENA y el FMLN. No hay una estructura que esté pujando por otra estrategia”, dice Claudia Ortiz.
Ortiz busca una diputación por San Salvador. Según la encuesta de la Universidad Francisco Gavidia, Vamos y Nuestro Tiempo se pelean el cuarto lugar en ese departamento, después de Nueva Ideas, Arena y FMLN. Una proyección de la organización Acción Ciudadana de marzo calculó las probabilidades de Vamos de conservar su única diputación (en manos actualmente de Ortiz) si se reducía a 60 la cantidad de diputados y si se alteraba la fórmula con la cual se reparten los escaños, como efectivamente ocurrió. Según la proyección, si se repite la cantidad de votos de 2021, Vamos desaparecería del Salón Azul de la Asamblea Legislativa. Ortiz cree que el panorama adverso es producto de la manipulación de las reglas electorales impulsada por Bukele y sus diputados. 'En condiciones normales, con elecciones justas y transparentes, donde se hubieran respetado las leyes electorales, estaríamos sobrados para tener mayor representación en el Órgano Legislativo y en los municipios', dice. La diputada insiste en que las condiciones no son normales. 'Se han quitado controles y mecanismos de observación en las elecciones; se trata de amedrentar toda expresión de oposición; se ha habilitado un mecanismo de voto desde el exterior por internet que no da garantías de que se respetará la voluntad de los ciudadanos y que inclinará la balanza de las elecciones legislativas en San Salvador', ejemplificó.
Otros tres partidos pequeños, Fraternidad Patriota Salvadoreña, Fuerza Solidaria y PAIS también han anunciado sus propias fórmulas presidenciales, pero sus probabilidades de triunfo son nulas, según los últimos sondeos. PAIS es un partido fundado por Rogelio García, mejor conocido como Roy García, que fue fundador de Nuevas Ideas y que fue secretario de salvadoreños en el exterior de dicho instituto. García, sin embargo, abandonó Nuevas Ideas en 2018 y formó PAIS. Ahora tiene orden de captura por un caso de soborno a diputados. PAIS, sin embargo, es el partido más inestable porque mantiene una disputa interna pues parte de su militancia dice que desconoce la fórmula presidencial elegida en asamblea partidaria.
Fuerza Solidaria es un partido inscrito irregularmente por el TSE pues fue beneficiado por un salvoconducto extemporáneo para conseguir la inscripción. Otros partidos como Gana, aliado del bukelismo, identifican que Fuerza Solidaria es el nuevo partido que impulsa Herbert Saca, el operador político de los expresidentes Antonio Saca y Mauricio Funes.
Fraternidad Patriota Salvadoreña es un partido viejo, nacido en 1985, con inclinación ideológica a la derecha. En 2018 el partido fue disuelto porque no alcanzaron 50 mil votos en las elecciones de ese año y volvieron a inscribirse en 2022.
En total, 13 partidos están inscritos para competir en las elecciones de 2024, pero solo siete, incluyendo Nuevas Idea, participarán en todas las elecciones, incluyendo las presidenciales: Arena, FMLN, Nuestro Tiempo, Fraternidad Patriota Salvadoreña, Fuerza Solidaria, Nuevas Ideas y PAIS.
Cambio Democrático, PCN, PDC, Gana y Vamos competirán únicamente en la elección de diputados, alcaldes y Parlamento Centroamericano. Mientras que el partido Democracia Salvadoreña, de Adolfo Salume, un millonario que utilizó los servicios de Mossack-Fonseca, tenía dos diputados suplentes en la legislatura 2021-2024, no convocó a ningún tipo de elección.
Rumbo a concentrar más poder
En cuanto a las legislativas y a las municipales, el oficialismo ha sido hábil para cambiar las reglas del juego a su conveniencia. Algunos cambios han sido de forma, como el hecho de programar para la misma fecha la elección de diputados con la de presidente. Históricamente, en El Salvador, la elección de diputados y alcaldes se había hecho de manera conjunta el mismo día, pero para 2024 las autoridades han anunciado que los concejos municipales se elegirán junto con el Parlamento Centroamericano. La presidencial y la de diputados se disputará en febrero. Además, en la papeleta de votación de la presidencial se colocará la foto de los candidatos. Para algunos analistas, con estas medidas el oficialismo intenta que el efecto Bukele favorezca las votaciones de un órgano clave como es la Asamblea Legislativa, para que Nuevas Ideas no tenga problemas de gobernabilidad.
Por si fuera poco, en la elección de diputados, la Asamblea Legislativa de Bukele alteró sin justificación la fórmula electoral que se usa para calcular la cantidad de escaños que ganan los partidos. De usar el sistema de “residuos-restos mayores” se pasó a ocupar la fórmula D’hondt. El cambio afecta a los partidos minoritarios de oposición porque el nuevo sistema refuerza a los partido grandes, con lo cual las probabilidades para que haya una Asamblea con pluralidad de representaciones disminuye.
Por el contrario, las opiniones negativas que tiene la población sobre los alcaldes ha obligado al bukelismo a tomar otro tipo de medidas, como separar la fecha de su votación de la presidencial pero también cambiar por completo el mapa de municipios del país.
La Asamblea aprobó en junio pasado la reducción de 262 municipios a 44 y, a la luz de los resultados electorales de 2021, la justificación parece ser una sola: Nuevas Ideas necesita reducir municipios para controlar más territorio desde el poder municipal. Con el cambio en el mapa, aplicando los resultados de votación de 2021, Nuevas Ideas gobernaría en el 73% de El Salvador y no el 58 % como ocurrió hace dos años. La oposición, además, perdería más de la mitad de las alcaldías y en lugar de ganar en el 42 % de las comunas habría ganado solo el 16%.
En resumen, el panorama luce cuesta arriba para la oposición, en todos los niveles. La candidatura ilegal de Bukele parece que no tiene contrincante de peso, y la disputa parecerá centrarse en la Asamblea, aunque con los cambios en las reglas electorales hacen aún más difícil que los partidos pequeños consigan escaños y alcaldías. Nuevas Ideas se perfila hacia un partido hegemónico, como augura un informe de Acción Ciudadana. “Dicha concentración de poder (...) podría significar la consolidación de un sistema de partidos hegemónico, donde pueden existir otras opciones políticas en el pleno, pero que no representan una opción real de poder”, dice el informe.