El Salvador / Violencia

Jaime Martínez contradice a Jaime Martínez

El director de la Academia de Seguridad ya no es aquel defensor de derechos humanos que, hace 12 años, cuestionaba la represión y pedía diálogos y treguas con las pandillas. Ahora se ha vuelto un defensor, pero de las políticas de corte manodurista, como las medidas extraordinarias, y desde su cargo ha alentado a los policías a 'que no les tiemble la mano'.


Jueves, 14 de septiembre de 2017
Nelson Rauda Zablah

Cuando George Orwell escribió su clásico 1984, introdujo el término 'doblepensar'. Orwell lo definió así: 'sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas'. Jaime Martínez, director de la Academia Nacional de Seguridad Pública (ANSP), parece haber conquistado esta habilidad.

Hace 12 años, en su papel de defensor de derechos humanos, Martínez abogaba por dialogar con pandilleros, un ejercicio prohibido en este segundo gobierno del FMLN. Pero en los últimos dos años, en los que el gobierno de Salvador Sánchez Cerén instauró una política represiva contra las pandillas, enviando policías a una guerra, Martínez se ha convertido en uno de los principales defensores de las actuaciones de los agentes de la Policía Nacional Civil (PNC), señalada ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por cometer ejecuciones extrajudiciales y violar derechos humanos. 

En mayo de 2017 incluso cobró notoriedad por haber soltado una frase desafortunada. En esa ocasión, el encargado de la formación de policías salvadoreños dijo a unos agentes que si a alguien se les ocurre atacarlos, que se atengan a las consecuencias. “Ahí que no les tiemble la mano. Ahí no hay manera de estar pensando que si hay derechos humanos de por medio, que si hay la crítica de la prensa o de los organismos internacionales”, dijo Martínez. Luego suavizó: “hay que diferenciar del momento cuando ya sometieron al peor de los delincuentes, la legitimidad ya no les da para mancillarlo, vulnerarlo, pisotearlo, ahí ya no”. Ese matiz no impidió que su que no les tiemble la mano fuera condenado por la procuradora de Derechos Humanos y que su frase escalara hasta la CIDH, como un ejemplo de los discursos que provocan un “ambiente combativo” en el país, según denunciaron el Servicio Social Pasionista y el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (Idhuca).

En otra época, quizá hasta se hubiera sumado a las críticas contra el gobierno. Fue fundador del centro de estudios penales de Fespad y críticó las políticas de corte manodura en los gobiernos de Arena, que el FMLN ha implementado en su versión medidas extraordinarias durante el gobierno de Sánchez Cerén.

Antes de ser funcionario, él criticaba la actitud de los funcionarios de seguridad ante los señalamientos de organismos nacionales e internacionales. 'Muchos de los más graves problemas que afectan a la PNC (...) como la creciente participación de sus miembros en hechos delictivos, incluso de crimen organizado (...) han sido y siguen siendo señalados por instituciones u organismos nacionales y extranjeros que en su momento no solo no han sido escuchados, sino que la actitud de los funcionarios responsables ha sido y sigue siendo la descalificación y censura de quienes señalan dichos problemas', escribía Martínez hace solo 12 años.

Lleva ocho años como director de la ANSP, los mismos que el FMLN lleva a cargo del Ejecutivo, y solo suspendió por un momento sus labores cuando compitió en 2015, apoyado por el FMLN, por una magistratura en la Corte Suprema de Justicia. Ahora sus posturas se parecen mucho a las que antes condenaba. Por ejemplo, cuestionando a periodistas que denuncian casos de abusos policiales, en un contexto en el que hasta el Alto Comisionado de Derechos Humanos ha dicho sentirse preocupado por los “informes alarmantes de asesinatos extrajudiciales”, y por “amenazas contra periodistas que trabajan por documentar la existencia de escuadrones de la muerte, incluida presunta complicidad  por parte del personal de seguridad”.

Convertido en uno de los funcionarios más longevos de los gobiernos de izquierda, Martínez doblepiensa. Él defiende las medidas extraordinarias que, según la Procuraduría de Derechos Humanos, provocan graves violaciones a derechos humanos.

Ahora también dice que no cree que el gobierno deba dialogar con pandilleros, a tono con el discurso oficial de esta administración (no así en la anterior que pactó con ellas); pero hace 12 años sostenía que 'Todo programa de prevención y reinserción social debe tomar muy en cuenta la opinión, expectativas, temores y sugerencias de los pandilleros y pandilleras, especialmente de sus líderes'. Al repreguntarle si sostiene lo que pensaba hace 12 años, responde que sí, pero matiza diciendo que lo hace solo desde una postura académica.

Cuando era defensor de derechos humanos, Martínez incluso proponía una tregua para reducir la violencia. 'Se debe promover un proceso de diálogo, negociación y concertación de treguas o acuerdos de paz duraderos entre pandillas rivales, que sirvan de telón de fondo para la implementación y desarrollo de los programas de prevención y reinserción social', escribió en 2005. En ese año, con una tasa de 63 homicidios por 100 mil habitantes, El Salvador ya era, sino el más violento, uno de los países más mortíferos del mundo.

La trayectoria de Martínez está plasmada en dos docenas de libros: cuatro propios, dos compilaciones y más de 20 en coautoría. Para construir esta entrevista se utilizaron pasajes de dos de esos textos escritos por Martínez: Límites democráticos al poder penal (Fespad, 2005); e Información y gestión policial en El Salvador (Fespad, 2001).

En esos libros, Martínez decía cosas como 'el control de la mala conducta policial no ha sido vista como una prioridad dentro de la organización policial. La persistente falta de interés de los jefes para ejercer controles de calidad sobre el trabajo y la disciplina policial favoreció un clima organizacional permisivo y arbitrario'.

Martínez habló con El Faro después de un conversatorio que la ANSP hizo para conmemorar su 25° aniversario. Antes de la entrevista, lo último que Martínez hizo, ante un salón lleno de policías y estudiantes de la academia de seguridad, fue quejarse del trabajo de este periódico. Su queja es por una publicación en Facebook, donde se recoge un cuestionamiento de Martínez a James Cavallaro, comisionado de la CIDH, quien aseguró que los números de víctimas en enfrentamientos policiales en El Salvador corresponden a “algunos enfrentamientos y muchos casos de ejecuciones”. Martínez dijo que le parece que Cavallaro “se apresuró. Parte de un dato que le han dado, pero que no ha confrontado”. Su queja no es por la frase, que dijo literalmente, sino porque en la publicación de Facebook no se incluyeron más de sus declaraciones. Por eso se despidió del conversatorio, rodeado un centenar de alumnos y varias decenas de policías, así: “si están aquí los de El Faro se los quiero decir, es lamentable que siempre con cierto sesgo saquen la noticia”.

He sacado algunos pasajes de dos de sus libros para que me ayude a comprender la evolución de su pensamiento, ahora que usted está en la ANSP y en el gabinete de seguridad. Por ejemplo, usted decía ''el control sobre la PNC no es un estorbo en la lucha contra la delincuencia, por el contrario, es una condición indispensable de la eficacia de la policía, tomando en cuenta que su misión esencial no es reprimir, sino 'proteger y garantizar el libre ejercicio de los derechos y las libertades de las personas'''. ¿Sigue creyendo eso?
Por supuesto que sí. Nosotros nos encargamos de formar a las unidades contraloras de la PNC y estamos trabajando en una mesa en la que nos está apoyando el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), con cooperación de Chile, para potenciar  a las unidades de control, la Inspectoría General, la unidad disciplinaria. Creo firmemente en eso. Le faltó irse al primer ensayo, que se escribió y publicó en 1994, por la fundación Konrad Adenauer, que se llama Control y eficacia de la Policía Nacional Civil. He sido el único, el primero que escribió sobre ese tema. No puede haber una policía si no está sometida a mecanismos de control. El pleno respeto de los derechos humanos no debe ser entendido como un límite sino más bien como un complemento de la eficacia de la policía.

Usted antes decía que dentro de una estrategia punitiva “era necesaria la participación de pandilleros y pandilleras, se debe promover un proceso de diálogo, negociación y concertación de treguas o acuerdos de paz duraderos entre pandillas rivales, que sirvan de telón de fondo...'.
¡Qué bueno que lo dice!  Efectivamente, cuando publiqué esos artículos y mi libro, allá tan remotamente como en 2003, fui de los pocos que desde el sector académico se atrevió a plantear que la problemática de la seguridad de este país y, especialmente el fenómeno de las pandillas, era uno de tal envergadura que, aunque tuviéramos una política de seguridad, la más integral posible, que tuviera todos los recursos que se necesitan, aún en esas condiciones ideales que nunca han llegado, no iba a ser posible realmente lograr condiciones de paz en las comunidades. No mientras se mantuviera la rivalidad letal entre estas dos grandes estructuras pandilleras. Por lo tanto, era necesario retomar un procedimiento mediante el cual el Estado pudiera ser una suerte de mediador y lograr que llegaran a una tregua entre ellos, dejar de matarse los pandilleros. Y fui más allá: propuse un método que es MDI: movilización, desarme e inserción. Movilización, que implica una movilización social, política, ciudadana, que convenza a la sociedad entera de la necesidad de llegar a respaldar esa mediación y esa tregua. Una vez creada la movilización ciudadana, que  los mismos grupos se movilicen y estén conscientes de que no pueden seguir por esa vía, que exista la disposición social de llegar a un diálogo y a una negociación y a una tregua. El segundo es desarme. Tienen que entregar las armas. Y se pasa a la inserción social, que es donde ya el Estado con todos sus recursos y atribuciones, pero tiene que ser un consenso de Estado -no de gobierno- entonces les abre las puertas a ellos, les dice: 'bueno, van a tener esta oportunidad de formación laboral, estas oportunidades de trabajo, becas'. 

(Derecha) El subdirector Manuel Olivares Jaime Martínez y (Izquierda) el director general de la Academía Nacional de Seguridad Pública (ANSP), durante el conversatorio sobre los 25 años de la ANSP. Foto: Fred Ramos
(Derecha) El subdirector Manuel Olivares Jaime Martínez y (Izquierda) el director general de la Academía Nacional de Seguridad Pública (ANSP), durante el conversatorio sobre los 25 años de la ANSP. Foto: Fred Ramos

¿Y sigue pensando eso? Porque el gobierno dice que no hay ninguna posibilidad de diálogo con pandillas.
Desde el punto de vista académico lo sostengo. Así es. Y por eso, ahí sí, una pregunta a ustedes los de El Faro: ¿por qué en su momento fueron los que denunciaron que había una cosa oscura, terrible, y el primer intento de una tregua -que yo sé que no ha sido la mejor- pero ustedes fueron parte de los factores que la frustraron, no?

¿No debería haberse hecho con transparencia?
Cómo no, claro que sí.

Entonces ese es el problema.
Sí, pero fíjense que se ponen en una dicotomía. Hay una dicotomía axiológica de parte de ustedes, porque ustedes son parte de los factores que hicieron que aquel intento -a lo mejor imperfecto- se frustrara y ahora el problema es que ya no hay espacio, por lo menos no al corto plazo, para poder emprender un proceso como el que yo planteo académicamente. No tiene nada que ver ese planteo desde la óptica académica con lo que después se hizo. Yo no tuve nada que ver  con eso.

¿Usted le echa más la culpa al periodismo que a la falta de transparencia u otros factores que influyeron para que ese proceso fracasara, como los intereses políticos?
No, yo no he dicho que son culpables, digo que es un factor que contribuyó a eso.

Ya...
Bueno, en realidad quisiera decir, que sí, que está bien que se plantee que hay otro tipo de salidas. Eso es un hecho. Este país no va a tener una solución a ningún problema delincuencial y menos a un fenómeno tan multicausal y con un fuerte componente social -económico, como es el de las pandillas, solo  por la vía punitiva. Eso es un hecho.

O sea, usted es disidente de esa doctrina a rajatabla que ha sentado Sánchez Cerén, quien en enero de 2015 decía 'no hay ninguna posibilidad de volver a ese esquema de diálogo o negociación'
No, yo no he dicho que soy... Lo que he dicho, se lo he dicho claramente... Hay cada cosa. Una política de seguridad es una política integral y debe tener varios componentes y el uso del ius puniendi que es una atribución estatal no se puede renunciar a ella.

Claro.
Y menos cuando usted tiene estructuras criminales que a mansalva atacan a la población  y a los mismos policías. El componente punitivo, el presidente también ha sido en esto coherente. El presidente dice que efectivamente hay que perseguir el delito, pero también tiene una política integral.

Pero no de diálogo con pandillas
No, eso es otra cosa. Para eso no hay cabida. El Faro contribuyó a que esa posibilidad no se diera...

O sea...
Ja, ja, ja.

Volvamos al control de los medios al rol de la Policía...
No, no, yo ya no quiero seguir porque realmente sé que la práctica de ustedes va a ser que todo esto que les he dicho, con una serie de argumentos, van a sacar solo lo que les interesa.

Pero usted lo tiene grabado (un miembro del equipo de Martínez grabó toda la conversación). Podrá desmentirnos si hacemos eso. Pero no vamos a hacer eso.
Ya les di la entrevista. Dígale al señor (Roberto) Valencia (periodista de El Faro, quien también pidió a Martínez una entrevista) que la entrevista que él quería ya se la di a usted. Y que no, yo en realidad les felicito pero tengan cuidado. Tengan cuidado en esos términos pues de que a la sociedad no le están dando el mensaje. Así a la sociedad en general. Uno los puede entender, pero a la sociedad no le están dando el mensaje de que ustedes están haciendo una labor por la seguridad de este país, para nada. Y no tienen la obligación, me van a decir: 'Nosotros tenemos que informar', sí. Y también tienen que cuestionar. A mí me parece que está bien que cuestionen. Yo solo quizá lo que les quisiera decir es que deben ser como más equilibrados. Cada vez que saquen que hay posibles abusos de la Policía, bueno, planteen la otra cara de la moneda. Planteen que a esos policías los han despedazado estas estructuras. Y que el país y la PNC no está enfrentando un fenómeno delincuencial de mediana envergadura. Es uno terrible.

Una pregunta más. Usted decía en uno de sus textos que 'el tono arbitrario o indulgente de los jefes, así como los mensajes que desde las posiciones de poder se envían respecto al comportamiento de los subalternos puede tener efectos impresionantes en el funcionamiento de la institución y poner en riesgo su credibilidad e imagen'. ¿No cree que mensajes como 'a los policías que no les tiemble la mano' va en ese tono?
No, porque yo no dije nunca que no les tiemble la mano en toda ocasión. No sé cómo ustedes no logran entenderlo todavía.

Usted dijo a los policías que 'en la calle no anden pensando en derechos humanos ni en las presiones de organismos internacionales'.
Vaya imagínese, qué prejuicioso. ¿Cuál es su nombre?

Nelson.
Vaya, Nelson, imaginate lo que acabas de decir. Eso en el vídeo está bien claro. Yo jamás podría decir una cosa como esa, si a mí me ha costado formarme en este necesario equilibrio, en alguien que viene militando desde los derechos humanos para incidir en la seguridad pública. Jamás diría eso, que un policía en la calle olvídese de los derechos humanos. Nunca dije eso y lo acabas de decir.

¿Qué es lo que dijo?
Ahí se demuestra lo que digo, tu falta de responsabilidad, de analizar bien...

¿Qué es lo que dijo?
Ahí está el video. 

Yo sé, ya lo vi.
Entonces, lo que dije: 'ustedes, en el momento en que sean atacados por las estructuras delincuenciales, en ese momento ustedes tienen que defenderse con todo'. Y dije 'que no les tiemble la mano'. Anda ve las prácticas de los policías. Anda ve si al policía en el momento en que lo atacan, o a vos como ciudadano y tenés un arma y te están atacando, y en ese momento vas a salir tembloroso, ya sos víctima. Ya moriste. Ya estuvo. Pero es el momento exacto del ataque. A ese me referí. En derecho penal a eso se le llama causas de justificación. Si tú te ves atacado por una persona con un cuchillo, y es un ataque no provocado por vos, es ilegítimo porque no tiene derecho a hacerte eso y es inminente que te va a lesionar, no sabes si a matarte, lo que tú tengas a la mano, estás habilitado por el derecho para defenderte.  A eso me he referido, por favor, traten de entender de una vez por todas. Díganle al señor Valencia, o tú mismo que has pedido entrevista... Yo me he referido al momento en que los policías son atacados, porque esos señores que yo estaba graduando ese día, la primera promoción STO, al día siguiente los pueden estar atacando ya. En este país no es teórico. Lamentablemente, por no resolver a tiempo los problemas de violencia y de criminalidad, hemos llegado a un punto en el que a diario hay ataques. Entonces, me he referido exclusivamente al momento en el que el policía es atacado. Les rogaría, de verdad, que esta aclaración que hoy he dado, traten de publicarla, por favor. En honor a esta objetividad que les estoy pidiendo.

En su libro, decía que “en el 2001, basados en noticias de los principales cuatro diarios del país, se detectaron 130 posibles ejecuciones sumarias; en 2002 otras 71, y en 2003 se registraron 225; es decir, solo en tres años se cuentan 426 casos de posibles ejecuciones sumarias con fines de limpieza social”. Usted hablaba de las cifras que dio el comisionado Cavallaro, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y pareciera que duda de las versiones que ahora dan los periódicos.

Lo que yo he querido decir es que por ejemplo ese dato que manejan, para mí lo que debe hacerse es tener un proceso de verificación. Primero tenemos que ir a ver si esos 59 realmente existen o no.

Martínez se refiere a la proporción de 59 pandilleros muertos por cada policía abatido en los enfrentamientos que registra la Policía desde 2015. En una audiencia celebrada en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el comisionado James Cavallaro utilizó esa proporción para concluir que ese dato sugiere que los 'enfrentamientos' no son reales. Para Cavallaro, el dato más bien dibuja escenarios de ejecuciones extrajudiciales.

Si hay, bueno, ¡enhorabuena! Si de verdad se demuestra eso hay que investigarlo, hay que entrarle a eso. Y yo sí te puedo afirmar que cuando yo escribí eso era otra situación, era muy distinto. No estamos hablando de lo mismo. En aquel momento no existían estructuras de pandilla con tanto armamento y con tanta decisión de atacar policías como ahora lo han hecho. Eso cambio, tristemente en los últimos cuatro años se incrementó tremendamente y ya se está volviendo casi una cosa común. Ese panorama diferente hace también que la capacitación de la policía tiene que ser diferente y que la respuesta del Estado también tiene que ser distinta.

¿No cree que la represión del Estado genera más violencia? Si la comparamos con la tregua, cuestionada y poco transparente como fue, pero redujo los homicidios a niveles que no habíamos visto en este país.
Es posible, desde la óptica de la criminología, de la reacción social. Depende de la respuesta que el Estado da para que el fenómeno criminal, en lugar de apaciguarse, se vuelve más cruento. Lo que sí te puedo decir, por otro lado, es que existe la obligación constitucional del Estado que si sabe que existen grupos que tienen esa capacidad de atacar, tiene que perseguirlos. No puede dejarlos. Sino sería quedarnos solo esperando el próximo ataque. Ahora, igual no estoy de acuerdo, lo reitero, en que la policía, en un operativo, no puede olvidarse de sus principios, no puede olvidarse que tiene que respetar la integridad de un ser humano que ha sido sometido, aunque sea el peor delincuente.

Jaime Martínez es tan defensor de la política de seguridad del actual gobierno, y de las buenas actuaciones de la Policía, que cuestiona al periodismo o a los periodistas que denuncian los abusos cometidos por los agentes policiales. Al inicio de esta entrevista preguntamos a Martínez por una frase que soltó al Noticiero Hechos de Canal 12, el 11 de septiembre. 

Hace unos días dijo en Noticiero Hechos que “hay periodistas que se están prestando a las intenciones de las pandillas de presentarse como víctimas”.
Sí, hay uno que se llama, creo que es Bryan, que según información de la Policía es un muchacho. Según dice la Policía, no lo digo yo...

En la Revista Factum hay un periodista que se llama Bryan Avelar, miembro del equipo que reveló hace tres semanas que existe un grupo de exterminio en las filas de la Policía. A raíz de la publicación, los periodistas de Factum y de El Faro -que republicó la investigación de Factum, y que ya había publicado investigaciones en donde se denuncian ejecuciones extrajudiciales- han sido amenazados. 

¿Bryan Avelar?
Yo no sé cómo se llama. Dicen que es un muchacho que se llama Bryan, que es periodista, saca información y que él está relacionado porque tiene un hermano pandillero preso, un palabrero. Así dicen. Entonces, si es así, ahí hay situaciones muy concretas que deben investigarse.

La declaración de Martínez es curiosa y abre muchas preguntas. La Policía Nacional Civil no ha informado que investigue a periodistas. Segundo, ¿por qué la PNC investigaría a periodistas? ¿Por qué la PNC informaría de sus investigaciones al director de la ANSP? A diferencia de los que plantea Martínez, las únicas personas que han hecho una 'vinculación' entre periodistas de Factum o El Faro con pandillas son aquellas cuentas en redes sociales que, según ha denunciado Factum, están ligadas a policías. El Faro intentó obtener una aclaración a Martinez por esta declaración, pero en la tarde del jueves 14 de septiembre, desde la oficina de prensa de la ANSP solo llego esta respuesta: 'El director manda a decir que lo disculpe, pero que no puede (responder)'. 

En 2005, usted también decía que “existen condiciones que igualmente victimizan tanto a las víctimas de los delitos como a los propios delincuentes o presuntos delincuentes (...) entre ellas la debilidad institucional. ¿Puede un delincuente o presunto delincuente llegar a convertirse en víctima del propio sistema penal? Para cualquiera que al menos en alguna ocasión haya visitado un centro penal, sería muy difícil no admitir esa posibilidad”. ¿Es decir que también los delincuentes pueden ser víctimas?
Sí, por supuesto que sí, nadie dice que no. Yo también lo he dicho.

Pero cuando usted dice que los periodistas están prestándose a la intención de las pandillas de presentarse como víctimas, ¿no se contradice?
No, porque ustedes, al mismo tiempo de presentar el tema de la violencia policial que puede estar ocurriendo, deberían de presentarle al lector la dimensión del problema, de la capacidad delictiva, criminal y violenta que la estructura tiene y no lo hacen. Lo presentan como aislado. En ese caso, ustedes están presentando como que el pandillero es como cualquier otro ciudadano que ha sido víctima inocente de la Policía. Por eso la posición institucional que tenemos, y yo la he dicho en todas partes, incluso en ese discurso que me han cuestionado: todo policía tiene todo el derecho de defenderse con todo cuando es atacado.

Que no les tiemble la mano...
Pero al mismo tiempo recalqué que todo policía, igual, una vez sometido a un delincuente, aún al peor de ellos, el que les haya producido baja a sus compañeros, una vez entregado o sometido no puede mancillarlo, lastimarlo y menos vulnerarle la vida. Nosotros tenemos como sociedad y como Estado que mantener un balance bien claro en esto. El policía tiene que estar suficientemente bien preparado para poder protegernos a todos y defenderse de los ataques de la criminalidad y, al mismo tiempo, ser respetuoso pleno de los derechos humanos. No se puede pedir solo una cosa. Ustedes solo piden una cosa.

Eso no es cierto. El Faro es el periódico que en este país más ha investigado los crímenes de pandilleros, y que más ha explicado la ruptura del Barrio 18, ruptura de otras estructuras, cómo ardió el bus de Mejicanos...
Sí, pero lo que nos estamos jugando en este país necesita que cada vez que ustedes sacan una nota como esa (sobre la policía) sean más equilibrados.

¿Por qué?
Ah, bueno, porque ¿cuál es la amenaza a la seguridad pública más importante que este país tiene?

La impunidad, la corrupción, las pandillas, todas están al mismo nivel.
Bueno, eso es un criterio suyo, pero lo cierto es que este país está viviendo un problema de un grado altamente desarrollado de estas estructuras, y solo por la vía punitiva no se va a resolver. Eso es un principio que tiene la política de seguridad de este gobierno y es algo que tiene bien claro el señor ministro de Justicia y Seguridad, el director de la Policía. Todos nosotros sabemos que no se puede resolver un problema como es el fenómeno de las pandillas solo por la vía punitiva. Pero para eso le hace falta a la sociedad entera otras cosas: tiene que trabajarse en la prevención, en la inversión social, en medidas de inclusión social de los más jóvenes.

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Convertido en uno de los funcionarios más longevos de los gobiernos de izquierda, Martínez doblepiensa. Él defiende las medidas extraordinarias que, según la Procuraduría de Derechos Humanos, provocan graves violaciones a derechos humanos.

Las medidas extraordinarias desde abril 2016, han reducido homicidios de 20 a 10 diarios en E.S. ¿Por qué algunos se empeñan en terminarlas?

— Jaime Martínez V. (@jaimedwinMV) 7 de septiembre de 2017

Ahora también dice que no cree que el gobierno deba dialogar con pandilleros, a tono con el discurso oficial de esta administración (no así en la anterior que pactó con ellas); pero hace 12 años sostenía que 'Todo programa de prevención y reinserción social debe tomar muy en cuenta la opinión, expectativas, temores y sugerencias de los pandilleros y pandilleras, especialmente de sus líderes'. Al repreguntarle si sostiene lo que pensaba hace 12 años, responde que sí, pero matiza diciendo que lo hace solo desde una postura académica.

Cuando era defensor de derechos humanos, Martínez incluso proponía una tregua para reducir la violencia. 'Se debe promover un proceso de diálogo, negociación y concertación de treguas o acuerdos de paz duraderos entre pandillas rivales, que sirvan de telón de fondo para la implementación y desarrollo de los programas de prevención y reinserción social', escribió en 2005. En ese año, con una tasa de 63 homicidios por 100 mil habitantes, El Salvador ya era, sino el más violento, uno de los países más mortíferos del mundo.

La trayectoria de Martínez está plasmada en dos docenas de libros: cuatro propios, dos compilaciones y más de 20 en coautoría. Para construir esta entrevista se utilizaron pasajes de dos de esos textos escritos por Martínez: Límites democráticos al poder penal (Fespad, 2005); e Información y gestión policial en El Salvador (Fespad, 2001).

En esos libros, Martínez decía cosas como 'el control de la mala conducta policial no ha sido vista como una prioridad dentro de la organización policial. La persistente falta de interés de los jefes para ejercer controles de calidad sobre el trabajo y la disciplina policial favoreció un clima organizacional permisivo y arbitrario'.

Martínez habló con El Faro después de un conversatorio que la ANSP hizo para conmemorar su 25° aniversario. Antes de la entrevista, lo último que Martínez hizo, ante un salón lleno de policías y estudiantes de la academia de seguridad, fue quejarse del trabajo de este periódico. Su queja es por una publicación en Facebook, donde se recoge un cuestionamiento de Martínez a James Cavallaro, comisionado de la CIDH, quien aseguró que los números de víctimas en enfrentamientos policiales en El Salvador corresponden a “algunos enfrentamientos y muchos casos de ejecuciones”. Martínez dijo que le parece que Cavallaro “se apresuró. Parte de un dato que le han dado, pero que no ha confrontado”. Su queja no es por la frase, que dijo literalmente, sino porque en la publicación de Facebook no se incluyeron más de sus declaraciones. Por eso se despidió del conversatorio, rodeado un centenar de alumnos y varias decenas de policías, así: “si están aquí los de El Faro se los quiero decir, es lamentable que siempre con cierto sesgo saquen la noticia”.

He sacado algunos pasajes de dos de sus libros para que me ayude a comprender la evolución de su pensamiento, ahora que usted está en la ANSP y en el gabinete de seguridad. Por ejemplo, usted decía ''el control sobre la PNC no es un estorbo en la lucha contra la delincuencia, por el contrario, es una condición indispensable de la eficacia de la policía, tomando en cuenta que su misión esencial no es reprimir, sino 'proteger y garantizar el libre ejercicio de los derechos y las libertades de las personas'''. ¿Sigue creyendo eso?
Por supuesto que sí. Nosotros nos encargamos de formar a las unidades contraloras de la PNC y estamos trabajando en una mesa en la que nos está apoyando el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), con cooperación de Chile, para potenciar  a las unidades de control, la Inspectoría General, la unidad disciplinaria. Creo firmemente en eso. Le faltó irse al primer ensayo, que se escribió y publicó en 1994, por la fundación Konrad Adenauer, que se llama Control y eficacia de la Policía Nacional Civil. He sido el único, el primero que escribió sobre ese tema. No puede haber una policía si no está sometida a mecanismos de control. El pleno respeto de los derechos humanos no debe ser entendido como un límite sino más bien como un complemento de la eficacia de la policía.

Usted antes decía que dentro de una estrategia punitiva “era necesaria la participación de pandilleros y pandilleras, se debe promover un proceso de diálogo, negociación y concertación de treguas o acuerdos de paz duraderos entre pandillas rivales, que sirvan de telón de fondo...'.
¡Qué bueno que lo dice!  Efectivamente, cuando publiqué esos artículos y mi libro, allá tan remotamente como en 2003, fui de los pocos que desde el sector académico se atrevió a plantear que la problemática de la seguridad de este país y, especialmente el fenómeno de las pandillas, era uno de tal envergadura que, aunque tuviéramos una política de seguridad, la más integral posible, que tuviera todos los recursos que se necesitan, aún en esas condiciones ideales que nunca han llegado, no iba a ser posible realmente lograr condiciones de paz en las comunidades. No mientras se mantuviera la rivalidad letal entre estas dos grandes estructuras pandilleras. Por lo tanto, era necesario retomar un procedimiento mediante el cual el Estado pudiera ser una suerte de mediador y lograr que llegaran a una tregua entre ellos, dejar de matarse los pandilleros. Y fui más allá: propuse un método que es MDI: movilización, desarme e inserción. Movilización, que implica una movilización social, política, ciudadana, que convenza a la sociedad entera de la necesidad de llegar a respaldar esa mediación y esa tregua. Una vez creada la movilización ciudadana, que  los mismos grupos se movilicen y estén conscientes de que no pueden seguir por esa vía, que exista la disposición social de llegar a un diálogo y a una negociación y a una tregua. El segundo es desarme. Tienen que entregar las armas. Y se pasa a la inserción social, que es donde ya el Estado con todos sus recursos y atribuciones, pero tiene que ser un consenso de Estado -no de gobierno- entonces les abre las puertas a ellos, les dice: 'bueno, van a tener esta oportunidad de formación laboral, estas oportunidades de trabajo, becas'. 

(Derecha) El subdirector Manuel Olivares Jaime Martínez y (Izquierda) el director general de la Academía Nacional de Seguridad Pública (ANSP), durante el conversatorio sobre los 25 años de la ANSP. Foto: Fred Ramos
(Derecha) El subdirector Manuel Olivares Jaime Martínez y (Izquierda) el director general de la Academía Nacional de Seguridad Pública (ANSP), durante el conversatorio sobre los 25 años de la ANSP. Foto: Fred Ramos

¿Y sigue pensando eso? Porque el gobierno dice que no hay ninguna posibilidad de diálogo con pandillas.
Desde el punto de vista académico lo sostengo. Así es. Y por eso, ahí sí, una pregunta a ustedes los de El Faro: ¿por qué en su momento fueron los que denunciaron que había una cosa oscura, terrible, y el primer intento de una tregua -que yo sé que no ha sido la mejor- pero ustedes fueron parte de los factores que la frustraron, no?

¿No debería haberse hecho con transparencia?
Cómo no, claro que sí.

Entonces ese es el problema.
Sí, pero fíjense que se ponen en una dicotomía. Hay una dicotomía axiológica de parte de ustedes, porque ustedes son parte de los factores que hicieron que aquel intento -a lo mejor imperfecto- se frustrara y ahora el problema es que ya no hay espacio, por lo menos no al corto plazo, para poder emprender un proceso como el que yo planteo académicamente. No tiene nada que ver ese planteo desde la óptica académica con lo que después se hizo. Yo no tuve nada que ver  con eso.

¿Usted le echa más la culpa al periodismo que a la falta de transparencia u otros factores que influyeron para que ese proceso fracasara, como los intereses políticos?
No, yo no he dicho que son culpables, digo que es un factor que contribuyó a eso.

Ya...
Bueno, en realidad quisiera decir, que sí, que está bien que se plantee que hay otro tipo de salidas. Eso es un hecho. Este país no va a tener una solución a ningún problema delincuencial y menos a un fenómeno tan multicausal y con un fuerte componente social -económico, como es el de las pandillas, solo  por la vía punitiva. Eso es un hecho.

O sea, usted es disidente de esa doctrina a rajatabla que ha sentado Sánchez Cerén, quien en enero de 2015 decía 'no hay ninguna posibilidad de volver a ese esquema de diálogo o negociación'
No, yo no he dicho que soy... Lo que he dicho, se lo he dicho claramente... Hay cada cosa. Una política de seguridad es una política integral y debe tener varios componentes y el uso del ius puniendi que es una atribución estatal no se puede renunciar a ella.

Claro.
Y menos cuando usted tiene estructuras criminales que a mansalva atacan a la población  y a los mismos policías. El componente punitivo, el presidente también ha sido en esto coherente. El presidente dice que efectivamente hay que perseguir el delito, pero también tiene una política integral.

Pero no de diálogo con pandillas
No, eso es otra cosa. Para eso no hay cabida. El Faro contribuyó a que esa posibilidad no se diera...

O sea...
Ja, ja, ja.

Volvamos al control de los medios al rol de la Policía...
No, no, yo ya no quiero seguir porque realmente sé que la práctica de ustedes va a ser que todo esto que les he dicho, con una serie de argumentos, van a sacar solo lo que les interesa.

Pero usted lo tiene grabado (un miembro del equipo de Martínez grabó toda la conversación). Podrá desmentirnos si hacemos eso. Pero no vamos a hacer eso.
Ya les di la entrevista. Dígale al señor (Roberto) Valencia (periodista de El Faro, quien también pidió a Martínez una entrevista) que la entrevista que él quería ya se la di a usted. Y que no, yo en realidad les felicito pero tengan cuidado. Tengan cuidado en esos términos pues de que a la sociedad no le están dando el mensaje. Así a la sociedad en general. Uno los puede entender, pero a la sociedad no le están dando el mensaje de que ustedes están haciendo una labor por la seguridad de este país, para nada. Y no tienen la obligación, me van a decir: 'Nosotros tenemos que informar', sí. Y también tienen que cuestionar. A mí me parece que está bien que cuestionen. Yo solo quizá lo que les quisiera decir es que deben ser como más equilibrados. Cada vez que saquen que hay posibles abusos de la Policía, bueno, planteen la otra cara de la moneda. Planteen que a esos policías los han despedazado estas estructuras. Y que el país y la PNC no está enfrentando un fenómeno delincuencial de mediana envergadura. Es uno terrible.

Una pregunta más. Usted decía en uno de sus textos que 'el tono arbitrario o indulgente de los jefes, así como los mensajes que desde las posiciones de poder se envían respecto al comportamiento de los subalternos puede tener efectos impresionantes en el funcionamiento de la institución y poner en riesgo su credibilidad e imagen'. ¿No cree que mensajes como 'a los policías que no les tiemble la mano' va en ese tono?
No, porque yo no dije nunca que no les tiemble la mano en toda ocasión. No sé cómo ustedes no logran entenderlo todavía.

Usted dijo a los policías que 'en la calle no anden pensando en derechos humanos ni en las presiones de organismos internacionales'.
Vaya imagínese, qué prejuicioso. ¿Cuál es su nombre?

Nelson.
Vaya, Nelson, imaginate lo que acabas de decir. Eso en el vídeo está bien claro. Yo jamás podría decir una cosa como esa, si a mí me ha costado formarme en este necesario equilibrio, en alguien que viene militando desde los derechos humanos para incidir en la seguridad pública. Jamás diría eso, que un policía en la calle olvídese de los derechos humanos. Nunca dije eso y lo acabas de decir.

¿Qué es lo que dijo?
Ahí se demuestra lo que digo, tu falta de responsabilidad, de analizar bien...

¿Qué es lo que dijo?
Ahí está el video. 

Yo sé, ya lo vi.
Entonces, lo que dije: 'ustedes, en el momento en que sean atacados por las estructuras delincuenciales, en ese momento ustedes tienen que defenderse con todo'. Y dije 'que no les tiemble la mano'. Anda ve las prácticas de los policías. Anda ve si al policía en el momento en que lo atacan, o a vos como ciudadano y tenés un arma y te están atacando, y en ese momento vas a salir tembloroso, ya sos víctima. Ya moriste. Ya estuvo. Pero es el momento exacto del ataque. A ese me referí. En derecho penal a eso se le llama causas de justificación. Si tú te ves atacado por una persona con un cuchillo, y es un ataque no provocado por vos, es ilegítimo porque no tiene derecho a hacerte eso y es inminente que te va a lesionar, no sabes si a matarte, lo que tú tengas a la mano, estás habilitado por el derecho para defenderte.  A eso me he referido, por favor, traten de entender de una vez por todas. Díganle al señor Valencia, o tú mismo que has pedido entrevista... Yo me he referido al momento en que los policías son atacados, porque esos señores que yo estaba graduando ese día, la primera promoción STO, al día siguiente los pueden estar atacando ya. En este país no es teórico. Lamentablemente, por no resolver a tiempo los problemas de violencia y de criminalidad, hemos llegado a un punto en el que a diario hay ataques. Entonces, me he referido exclusivamente al momento en el que el policía es atacado. Les rogaría, de verdad, que esta aclaración que hoy he dado, traten de publicarla, por favor. En honor a esta objetividad que les estoy pidiendo.

En su libro, decía que “en el 2001, basados en noticias de los principales cuatro diarios del país, se detectaron 130 posibles ejecuciones sumarias; en 2002 otras 71, y en 2003 se registraron 225; es decir, solo en tres años se cuentan 426 casos de posibles ejecuciones sumarias con fines de limpieza social”. Usted hablaba de las cifras que dio el comisionado Cavallaro, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y pareciera que duda de las versiones que ahora dan los periódicos.

Lo que yo he querido decir es que por ejemplo ese dato que manejan, para mí lo que debe hacerse es tener un proceso de verificación. Primero tenemos que ir a ver si esos 59 realmente existen o no.

Martínez se refiere a la proporción de 59 pandilleros muertos por cada policía abatido en los enfrentamientos que registra la Policía desde 2015. En una audiencia celebrada en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el comisionado James Cavallaro utilizó esa proporción para concluir que ese dato sugiere que los 'enfrentamientos' no son reales. Para Cavallaro, el dato más bien dibuja escenarios de ejecuciones extrajudiciales.

Si hay, bueno, ¡enhorabuena! Si de verdad se demuestra eso hay que investigarlo, hay que entrarle a eso. Y yo sí te puedo afirmar que cuando yo escribí eso era otra situación, era muy distinto. No estamos hablando de lo mismo. En aquel momento no existían estructuras de pandilla con tanto armamento y con tanta decisión de atacar policías como ahora lo han hecho. Eso cambio, tristemente en los últimos cuatro años se incrementó tremendamente y ya se está volviendo casi una cosa común. Ese panorama diferente hace también que la capacitación de la policía tiene que ser diferente y que la respuesta del Estado también tiene que ser distinta.

¿No cree que la represión del Estado genera más violencia? Si la comparamos con la tregua, cuestionada y poco transparente como fue, pero redujo los homicidios a niveles que no habíamos visto en este país.
Es posible, desde la óptica de la criminología, de la reacción social. Depende de la respuesta que el Estado da para que el fenómeno criminal, en lugar de apaciguarse, se vuelve más cruento. Lo que sí te puedo decir, por otro lado, es que existe la obligación constitucional del Estado que si sabe que existen grupos que tienen esa capacidad de atacar, tiene que perseguirlos. No puede dejarlos. Sino sería quedarnos solo esperando el próximo ataque. Ahora, igual no estoy de acuerdo, lo reitero, en que la policía, en un operativo, no puede olvidarse de sus principios, no puede olvidarse que tiene que respetar la integridad de un ser humano que ha sido sometido, aunque sea el peor delincuente.

Jaime Martínez es tan defensor de la política de seguridad del actual gobierno, y de las buenas actuaciones de la Policía, que cuestiona al periodismo o a los periodistas que denuncian los abusos cometidos por los agentes policiales. Al inicio de esta entrevista preguntamos a Martínez por una frase que soltó al Noticiero Hechos de Canal 12, el 11 de septiembre. 

Hace unos días dijo en Noticiero Hechos que “hay periodistas que se están prestando a las intenciones de las pandillas de presentarse como víctimas”.
Sí, hay uno que se llama, creo que es Bryan, que según información de la Policía es un muchacho. Según dice la Policía, no lo digo yo...

En la Revista Factum hay un periodista que se llama Bryan Avelar, miembro del equipo que reveló hace tres semanas que existe un grupo de exterminio en las filas de la Policía. A raíz de la publicación, los periodistas de Factum y de El Faro -que republicó la investigación de Factum, y que ya había publicado investigaciones en donde se denuncian ejecuciones extrajudiciales- han sido amenazados. 

¿Bryan Avelar?
Yo no sé cómo se llama. Dicen que es un muchacho que se llama Bryan, que es periodista, saca información y que él está relacionado porque tiene un hermano pandillero preso, un palabrero. Así dicen. Entonces, si es así, ahí hay situaciones muy concretas que deben investigarse.

La declaración de Martínez es curiosa y abre muchas preguntas. La Policía Nacional Civil no ha informado que investigue a periodistas. Segundo, ¿por qué la PNC investigaría a periodistas? ¿Por qué la PNC informaría de sus investigaciones al director de la ANSP? A diferencia de los que plantea Martínez, las únicas personas que han hecho una 'vinculación' entre periodistas de Factum o El Faro con pandillas son aquellas cuentas en redes sociales que, según ha denunciado Factum, están ligadas a policías. El Faro intentó obtener una aclaración a Martinez por esta declaración, pero en la tarde del jueves 14 de septiembre, desde la oficina de prensa de la ANSP solo llego esta respuesta: 'El director manda a decir que lo disculpe, pero que no puede (responder)'. 

En 2005, usted también decía que “existen condiciones que igualmente victimizan tanto a las víctimas de los delitos como a los propios delincuentes o presuntos delincuentes (...) entre ellas la debilidad institucional. ¿Puede un delincuente o presunto delincuente llegar a convertirse en víctima del propio sistema penal? Para cualquiera que al menos en alguna ocasión haya visitado un centro penal, sería muy difícil no admitir esa posibilidad”. ¿Es decir que también los delincuentes pueden ser víctimas?
Sí, por supuesto que sí, nadie dice que no. Yo también lo he dicho.

Pero cuando usted dice que los periodistas están prestándose a la intención de las pandillas de presentarse como víctimas, ¿no se contradice?
No, porque ustedes, al mismo tiempo de presentar el tema de la violencia policial que puede estar ocurriendo, deberían de presentarle al lector la dimensión del problema, de la capacidad delictiva, criminal y violenta que la estructura tiene y no lo hacen. Lo presentan como aislado. En ese caso, ustedes están presentando como que el pandillero es como cualquier otro ciudadano que ha sido víctima inocente de la Policía. Por eso la posición institucional que tenemos, y yo la he dicho en todas partes, incluso en ese discurso que me han cuestionado: todo policía tiene todo el derecho de defenderse con todo cuando es atacado.

Que no les tiemble la mano...
Pero al mismo tiempo recalqué que todo policía, igual, una vez sometido a un delincuente, aún al peor de ellos, el que les haya producido baja a sus compañeros, una vez entregado o sometido no puede mancillarlo, lastimarlo y menos vulnerarle la vida. Nosotros tenemos como sociedad y como Estado que mantener un balance bien claro en esto. El policía tiene que estar suficientemente bien preparado para poder protegernos a todos y defenderse de los ataques de la criminalidad y, al mismo tiempo, ser respetuoso pleno de los derechos humanos. No se puede pedir solo una cosa. Ustedes solo piden una cosa.

Eso no es cierto. El Faro es el periódico que en este país más ha investigado los crímenes de pandilleros, y que más ha explicado la ruptura del Barrio 18, ruptura de otras estructuras, cómo ardió el bus de Mejicanos...
Sí, pero lo que nos estamos jugando en este país necesita que cada vez que ustedes sacan una nota como esa (sobre la policía) sean más equilibrados.

¿Por qué?
Ah, bueno, porque ¿cuál es la amenaza a la seguridad pública más importante que este país tiene?

La impunidad, la corrupción, las pandillas, todas están al mismo nivel.
Bueno, eso es un criterio suyo, pero lo cierto es que este país está viviendo un problema de un grado altamente desarrollado de estas estructuras, y solo por la vía punitiva no se va a resolver. Eso es un principio que tiene la política de seguridad de este gobierno y es algo que tiene bien claro el señor ministro de Justicia y Seguridad, el director de la Policía. Todos nosotros sabemos que no se puede resolver un problema como es el fenómeno de las pandillas solo por la vía punitiva. Pero para eso le hace falta a la sociedad entera otras cosas: tiene que trabajarse en la prevención, en la inversión social, en medidas de inclusión social de los más jóvenes.

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El director de la Academia de Seguridad ya no es aquel defensor de derechos humanos que, hace 12 años, cuestionaba la represión y pedía diálogos y treguas con las pandillas. Ahora se ha vuelto un defensor, pero de las políticas de corte manodurista, como las medidas extraordinarias, y desde su cargo ha alentado a los policías a 'que no les tiemble la mano'.

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