En su segunda gira en Washington como presidente electo de El Salvador, Nayib Bukele dejó un mensaje que no deja dudas sobre el compromiso que adquirirá su gobierno para fortalecer las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, principal socio comercial del país y donde residen más de un millón de salvadoreños. El 8 de mayo, a un grupo de congresistas miembros del Comité de Relaciones exteriores de la Cámara de Representantes, Bukele aseguró: “Estamos alineados, ustedes no tienen que comprarnos para que estemos alineados porque pensamos de manera similar”.
El pronunciamiento, contundente en fondo y forma, ocurre en medio de lo que pareciera ser una ofensiva diplomática del gobierno entrante, y de congresistas republicanos y demócratas, para impedir que el presidente Donald Trump retire la ayuda económica al país, luego de que el departamento de Estado confirmara, el 29 de marzo, la suspensión de unos 450 millones de dólares de fondos que el Congreso ya había asignado a Guatemala, Honduras y El Salvador. Según se informó entonces, la administración Trump determinó que los programas de desarrollo en estos países no habían alcanzado los resultados esperados ni habían sido efectivos para prevenir la inmigración ilegal hacia Estados Unidos ni las caravanas de migrantes que irrumpieron en escena desde octubre de 2018.
A Bukele, que previo a ese anuncio ya había enviado una carta de amor al gobierno estadounidense, la noticia del cese de la ayuda le cayó de sorpresa. A la fecha, el gobierno de Trump aún no ha enviado al Congreso un plan específico para reasignar los fondos, pero mes y medio después, Bukele pareciera no querer quedarse de brazos cruzados. Su mensaje supone un guiño a más legisladores estadounidenses para reforzar los puntos de enlace que le acerquen a la Casa Blanca y evitar así el cese de la ayuda económica.
Basta remitirse a los hechos y a las coincidencias: tres semanas antes de esta segunda visita, el Cómite de la Cámara de representantes que se reunió con el político salvadoreño escribió una carta a Trump para pedirle que desista de su plan de cortar la ayuda a Centroamérica. En su misiva, los representantes Michael McCaul, republicano por Texas; y Eliot L. Engel, demócrata por Nueva York y presidente del comité que recibió a Bukele en la Cámara, perfilaron al político como un 'socio fuerte' que promete una renovación del compromiso de alianzas en la región con Estados Unidos, por lo que retirar el apoyo económico 'sería la elección equivocada'.
McCaul y Engel habían formado parte de una delegación bipartidista que visitó El Salvador a finales de marzo para entender las causas que promueven la migración y las alternativas para intentar frenarla en El Salvador. Un mes después de esa visita, McCaul y Engerl escibieron a Trump que Bukele tenía un 'compromiso de trabajar con Estados Unidos en todas las formas posibles, incluyendo políticas promercado, necesarias para la creación de empleos y para atraer la inversión extranjera', unas palabras muy a tono con el discurso que Bukele dio a mediados de marzo en The Heritage Foundation, sede de una de las organizaciones más conservadoras de Estados Unidos. Los congresistas también señalaron que eliminar la asistencia durante la transición de gobierno salvadoreño 'generará dudas sobre la confiabilidad de los Estados Unidos como un socio constante en la región y creará un vacío que China y otros adversarios buscarán llenar'.
Frente a ese mismo Comité que abogó por El Salvador y lo perfiló como un socio estratégico, Bukele dijo sin tapujos que la relación de El Salvador con Estados Unidos es la más importante, una prioridad. En la charla -una reunión similar a cuando las comisiones de la Asamblea Legislativa reciben invitados-, Bukele fue acuerpado por la futura canciller, Alexandra Hill y por su esposa, Gabriela. El Faro obtuvo grabaciones de dos personas que estuvieron presentes en el encuentro.
“La relación (con Estados Unidos) es sentido común, es ser lógico, y esta relación es más importante que todas las otras relaciones con otros países combinadas”, dijo Bukele. “Tenemos grandes relaciones con España, Francia, Alemania, Reino Unido o Japón pero esta es la más importante”, añadió.
Bukele insistió, ante una mayoría de representantes demócratas y algunos republicanos, en el discurso cercano al neoliberalismo que ya dio ante la Heritage Foundation, en su primera aparición pública después de ganar las elecciones. “Somos amigos y aliados de Estados Unidos porque creemos en la democracia, la libertad, los mercados libres y la economía privada”, dijo Bukele a los congresistas.
Bukele dijo a reporteros en Washington que considera las amenazas de Trump “más como una advertencia a los países si no colaboran. Pese a lo que él dijo, nos hemos sentado con personeros cercanos y nos han dicho lo contrario”.
El nuevo guiño de Bukele a Estados Unidos se produjo en la misma semana en que el propio Trump se rió, durante un mitín en Florida, ante la sugerencia de uno de sus simpatizantes de disparar a los migrantes que cruzan la frontera para detener la migración indocumentada. Hasta ahora, tanto Bukele, como su recién apuntada canciller, han rehusado cuestionar las palabras de Trump hacia los salvadoreños migrantes y en general la política antiinmigrantes de su gobierno.
En la lógica de la futura canciller, El Salvador no puede ponerse a pelear con su principal socio. '¿Cómo vas a morder la mano que te da de comer a un tercio de la población?”, se preguntó a inicios de mayo, en su primera aparición pública. En Estados Unidos viven aproximadamente 1.4 millones de salvadoreños según un censo gubernamental de 2015. Además, alrededor de 200 mil salvadoreños están amparados en una Programa de Protección Temporal (TPS) que también ha sido cortado por Trump. Su futuro ahora depende de que un juez federal defina si esa decisión fue motivada por conductas racistas.
Bukele y la parábola del hijo drogadicto
En la reunión con los congresistas celebrada el 8 de mayo, uno de los intercambios más interesantes de Bukele fue con el congresista republicano Ted Yoho. “Apoyo al presidente en ser un poco más duro en retirar la ayuda. En los últimos 10 años hay 500 millones de dólares de contribuyentes estadounidenses para El Salvador”, dijo Yoho. “Tu país tiene una tasa de pobreza de entre el 35 y 40 % y cuando veo a los estudios es debido a la corrupción”, dijo, aunque la pobreza se acerca más al 30 % según datos de 2017. “Por diez años hemos dado mucho dinero a tu país pero no estamos cumpliendo los objetivos (...) Tenemos que hacer las cosas diferente. Averigua que proyecto de infraestructura necesitas. Si te comprometes y nosotros nos comprometemos, tenemos que asegurarnos de rendirnos cuentas y luchar contra la corrupción”, cerró el congresista.
Bukele aceptó ante Yoho que El Salvador tenía un problema con la corrupción, pero su respuesta a él indica una de sus ideas sobre la relación de El Salvador con Estados Unidos: una de un hijo mal portado con su padre.
Al quitar la ayuda, explicó Bukele, “están castigando al gobierno equivocado”. Y ejemplificó con una historia en la que comparó a El Salvador con un hijo adicto a las drogas, y su propia llegada al gobierno como la etapa de rehabilitación.
“Si tienes un hijo de 50 años pidiéndote más dinero, algo está mal. Pero, ¿y si tu hijo fue un drogadicto durante 49 años y finalmente salió de las drogas? Y viene, y te dice: 'Papá, mi doctor dice que ahora estoy bien, quiero trabajar, soy independiente y encontré un trabajo. Soy estable, no he bebido en todo el año, ¿me puedes dar tu firma para conseguir un apartamento? Yo lo pagaré pero necesito tu firma'. Y dices que no, 'no te voy a ayudar más. Te he ayudado por 49 años'; pero este año es muy importante porque acaba de salir de las drogas”.
Yoho le replicó a Bukele: “tengo tres hijos y es lo que hacemos todo el tiempo: te voy a ayudar una vez más. Y creo que esta nación te ayudará”. Tras eso, el congresista prometió que reevaluarían la situación y zanjó el intercambio deseando suerte a Bukele en su gestión.
Bukele, entonces, sugirió a los legisladores ideas sobre áreas en las que El Salvador podría seguir usando la ayuda. “El ejército ha reducido el tráfico de droga en 75 %. Honduras solo ha bajado un 2 %. Si tenemos un poco más de dinero para gasolina, y un poco más de entrenamiento podríamos terminar el tráfico de droga en El Salvador”, dijo, haciendo eco de una de sus promesas de campaña. “Si terminan la ayuda, igual vamos a intentar terminar con el tráfico, pero podría subir un poco”, dijo. Bukele no indicó en la reunión la fuente de su cálculo de una reducción del 75 % del narcotráfico. Datos de la Policía sí indican que entre 2013 y 2017, la cantidad de cocaína incautada aumentó nueve veces.
Otra de sus sugerencias fue enfilar contra la corrupción en los líderes de su expartido, el FMLN. “Ha habido casi un billón de dólares de Venezuela hacia los actuales jefes del partido. Vamos tras ellos. Pero va a requerir algo de dinero para trabajar con el Departamento de Justicia”, dijo. Aunque no mencionó nombres, con esta alusión Bukele apunta a hombres como José Luis Merino, la cabeza de Alba Petróleos en El Salvador, y quien fuera su aliado en el canal de televisión TVX. En marzo, ante una pregunta directa sobre José Luis Merino y las investigaciones de corrupción que habrán en su gestión, Bukele respondió que estas se harían 'venga de donde venga' la corrupción.
Finalmente, Bukele dijo a los legisladores que “El Salvador puede ser un ejemplo en la región de que las cosas se pueden hacer bien” y fue entonces cuando hizo su afirmación sobre que el país está “alineado” con Estados Unidos.
El presidente electo se mostró optimista sobre las posibilidades de que la asistencia económica estadounidense continúe ya que ha encontrado interlocutores que lo reafirman, según contó en la reunión a los congresistas. “El administrador interino de USAID me dijo: ’tengo mucha fe y estoy confiado de que este asunto de la ayuda se resolverá pronto’. Así que eso nos da un vistazo de lo que están discutiendo en la administración”, dijo Bukele. “Hemos tenido comunicación con el gobierno desde el día en que hicieron el anuncio”, aseguró.
Al finalizar la reunión, Bukele encontró una audiencia receptiva y comprometida a hacer gestiones para ayudar al gobierno salvadoreño. Albio Sires, congresista demócrata de Nueva Jersey, dijo a Bukele: “creo que mereces un poco más de dinero de lo que estaban obteniendo porque creo que es importante que apreciemos tu amistad”. De hecho, este 9 de mayo, un día después de la reunión con Bukele, los congresistas Engel y McCaul presentaron un proyecto de ley que busca autorizar 577 millones de dólares en ayuda para El Salvador, Honduras y Guatemala en 2020.
Sires, con más de una década en el comité de relaciones exteriores, dijo que quieren apreciar el hecho de que Bukele vaya a trabajar junto con el gobierno estadounidense y dijo que Trump, su opositor político, a veces se deja llevar, en alusión a los comentarios de cortar la ayuda. Los comentarios de Sires siguieron a una serie de comentarios de Bukele sobre otro de los asuntos que más interés suscitaron a los congresistas: la incipiente relación de El Salvador con China.
“En este momento no estoy hablando con China”
Uno de los temas recurrentes en relaciones exteriores de la administración Bukele es la apertura de relaciones con China, gestada en el último año de una década de gobierno del FMLN. Bukele, y su futura canciller Alexandra Hill, han catalogado el proceso de apertura de relaciones como oscuro y aseguran que la continuidad está en veremos.
Aunque en un foro público con el Consejo de las Américas Bukele puso sobre la mesa la opción de quedarse con China, ante los congresistas opinó que Estados Unidos debe llenar los vacíos que China quiere aprovechar.
“El recién electo presidente de Panamá dijo que Estados Unidos no debería dejar espacio para China”, dijo Bukele. Y explicó lo que según él ha pasado con el interés chino en el puerto de La Unión, un puerto gestado con cooperación japonesa en 2008, pero que nunca ha operado al máximo de su potencial.
“China quería el puerto de La Unión. Paramos eso, aunque no tenemos el poder, pero pusimos mucha presión al gobierno para que no firmara ese trato”, dijo Bukele en la entrevista en el Consejo de Las Américas. Y luego contó que representantes de Japón y de Estados Unidos se le aproximaron para mencionarle su interés en operativizar el puerto.
Bukele, sin embargo, no contó todos los detalles en la entrevista que sí dijo a los legisladores. “Tuvimos una llamada del jefe de cooperación internacional de Japón. Ellos financiaron el puerto. Dijo que no querían que el puerto cayera en manos chinas, así que vamos a ayudarte a hacer puerto operacional y rentable”, dijo. El presidente electo añadió que también había tenido comunicaciones con David Bohigian, presidente interino de la Corporación de Inversiones Privadas en el Extranjero (OPIC, por sus siglas en inglés). La mención de Bohigian sentó bien en algunos congresistas en la reunión, que así lo expresaron a Bukele.
“La OPIC llamó y nos dijo que financiarían a cualquier corporación que quiera invertir en el puerto”, dijo Bukele, quien añadió que también había recibido aproximaciones de personeros del Banco Interamericano de Desarrollo.
“Para nosotros no es ideología, es sentido común. Si la propuesta estadounidense y japonesa es buena, la vamos a tomar. Punto. Si el gobierno estadounidense es capaz de presentar una buena opción, la tomaremos”, insistió Bukele, al tiempo que dijo: “no estoy hablando con China” en este momento.