El Salvador / Política

Con ovación de fondo, Bukele anunció que moldeará otro país

El presidente Bukele anunció un terremoto político: ordenó a sus diputados que antes de las elecciones de 2024 eliminen un tercio de los escaños de la Asamblea y también el 80 % de las alcaldías del país, lo que trastoca por completo el mapa electoral. Pero Bukele además escogió un nuevo enemigo en su retórica: la corrupción. Funcionarios como Osiris Luna y Carolina Recinos, incluidos en la lista Engel de actores corruptos y antidemocráticos, no estuvieron presentes cuando el presidente anunció su 'guerra contra la corrupción'. Otros, como el diputado Christian Guevara y el secretario jurídico Conan Castro sí estuvieron, pero mantuvieron un bajo perfil. 


Carlos Barrera
Carlos Barrera

Viernes, 2 de junio de 2023
Gabriel Labrador

Minutos antes de las 9 de la noche, Nayib Bukele dijo que tenía un tercer anuncio que dar y entonces el Salón Azul de los diputados de la Asamblea Legislativa estalló en risas y expresiones de sorpresa. En la hora previa, como parte de su discurso de cierre de cuarto año de gestión, el presidente de El Salvador ya había dado otras dos noticias que desataron ovaciones en la Asamblea: la eliminación de casi la tercera parte de los escaños del parlamento y la desaparición del 83 % de los gobiernos locales del país, dos medidas que transforman el mapa político y que podrían ayudar a Bukele a concentrar más poder del que ya tiene. Faltaba aún un anuncio, pero Bukele, sin dar mayores detalles, había soltado una bomba: había anunciado que modificará este país a su manera. 

Así que cuando Bukele dijo: “Y por último… quiero anunciar algo que es incluso más importante que las dos cosas que dije anteriormente…”, buena parte del público rió, como preguntándose si acaso podía haber algo más sorpresivo que la reorganización de todo el territorio nacional y la reducción del primer órgano de Estado. 

Bukele entonces mencionó que El Salvador tenía “problemas de origen”. Uno de ellos, el de la inseguridad, que, según dijo, ya había sido erradicado con “la guerra contra las pandillas”, a pesar de que su régimen de excepción sigue vigente. Luego dijo que era momento de una nueva batalla, tal como hace dos años también declaró la guerra contra medios y organizaciones de la sociedad civil, a quienes llamó el “aparato ideológico de la oposición”. Entonces hizo su tercer anuncio: la nueva 'guerra' sería contra la corrupción. “Tenemos otro problema endémico que tiene tentáculos en todos los niveles del Estado: la corrupción”, dijo, y se produjo un silencio de cuatro segundos hasta que Ernesto Castro, presidente del Legislativo, aplaudió desatando una reacción en cadena.

En el área de visitas de la Asamblea, los asistentes se habían organizado con pancartas y rótulos para apoyar la candidatura de reelección de Nayib Bukele en las elecciones del 2024. Foto de El Faro: Carlos Barrera
En el área de visitas de la Asamblea, los asistentes se habían organizado con pancartas y rótulos para apoyar la candidatura de reelección de Nayib Bukele en las elecciones del 2024. Foto de El Faro: Carlos Barrera

Bukele prometió construir una cárcel especial para corruptos —“así como construimos una para pandilleros”—, y prometió perseguirlos “vengan de donde vengan, hayan robado hace uno, cinco o diez años”. Conan Castro, su secretario jurídico incluido en la lista Engel por prácticas antidemocráticas, lo observaba entre el público con una sonrisa a medio rostro. Otro funcionario presente, y que también ha sido sancionado por Estados Unidos, fue Christian Guevara, jefe de la bancada oficialista, quien ya había ganado un millón de dólares durante la pandemia por contratos con el Gobierno, y perdió la visa norteamericana por promover una ley mordaza en abril de 2022. Al igual que Castro, Guevara mantuvo un perfil bajo toda la noche, portó una mascarilla negra y casi no fue incluido en las tomas televisivas durante la transmisión. El resto de la lista estadounidense que señala a actores corruptos o antidemocráticos, incluyendo dos funcionarios que siguen activos y con graves señalamientos de corrupción —Osiris Luna y Carolina Recinos—, no llegaron al evento, que más que una rendición de cuentas del último año de gestión presidencial, fue, como ha solido serlo con Bukele, una mezcla entre una cadena nacional para hacer anuncios y un miting político para atacar adversarios.

Rodolfo Delgado, Fiscal General de la República, que desarticuló en 2021 la unidad de fiscales que investigaba la corrupción del Gobierno de Bukele, tampoco estuvo presente. En medio de aquella gente que aplaudía, silbaba y hasta bailaba por el éxtasis que provocaban los anuncios, Bukele explicó la ausencia del fiscal con el tono de quien excusa a un empleado. “Creo que algunos se han dado cuenta que no nos acompaña esta noche el señor fiscal general de la República…”, dijo y entonces explicó que Delgado ya había lanzado las primeras acometidas de la nueva 'guerra'. Estaba allanando y confiscando, 'para el servicio del pueblo', las propiedades y bienes de Alfredo Cristiani, presidente arenero del país entre 1989 y 1994. Cristiani está fuera del país desde 2021. En marzo de 2022, después del nombramiento de nuevos jueces afines al bukelismo, un juzgado ordenó el arresto de Cristiani por la masacre de seis jesuitas en 1989. El primer 'corrupto' al que Bukele apunta en el lanzamiento de su plan está lejos de su alcance, como lo ha estado también el expresidente efemelenista Mauricio Funes, a quien prometió durante su campaña que traería y juzgaría en El Salvador. Pero Funes sigue refugiado en la Nicaragua del dictador Daniel Ortega; y Cristiani, además de rechazar las acusaciones y decir que el fiscal de Bukele lo está persiguiendo políticamente, ha tenido más de un año para preparar cualquier estrategia de defensa en caso de ser pedido en extradición.

Cuando Bukele habló de Cristiani, el estallido de júbilo en el Salón Azul fue inmediato. Y fue el tema que más aplausos y gritos de apoyo provocó. “Vamos a combatir la corrupción (…) empezando por uno de los políticos que se creía el dueño de la finca y que por eso despreciaba al pueblo salvadoreño. Curioso que no vi al FMLN aplaudir”, dijo Bukele, apuntando con el dedo hacia las sillas de los diputados de su expartido. Y, con tono severo, agregó: “¡Traidores!... traidores, el pueblo les pasará factura”. Risas y más júbilo. Bukele nunca ha desperdiciado la oportunidad en la Asamblea para atacar a los que en algún momento etiquetó como 'los de la esquina'. 

Bukele rescató del fraseario uno de los mantras que más parece haber contribuido a su triunfo presidencial en 2019: “que devuelvan lo robado”. Minutos más tarde, la Fiscalía informó en redes que el valor de todo lo confiscado a Cristiani es de más de 10 millones de dólares.

El magistrado presidente de la Corte Suprema de Justicia, Óscar López Jerez, bromeaba con Ernesto Castro previo al discurso del presidente Bukele. Foto de El Faro: Carlos Barrera
El magistrado presidente de la Corte Suprema de Justicia, Óscar López Jerez, bromeaba con Ernesto Castro previo al discurso del presidente Bukele. Foto de El Faro: Carlos Barrera

Delgado, el fiscal, dijo en declaraciones al canal estatal de televisión que incluso valoraba que la casa del expresidente Cristiani en Bosques de Santa Elena, Antiguo Cuscatlán, podría tener un uso para policías. “Yo esperaría, incluso, que aquí sería muy bonito tener una sede policial en el futuro (…) serían instalaciones dignas para nuestros policías”.

Un comunicador del canal gubernamental se mostró en un primer plano, contiguo a una ventana con acabados que abrió. “Vean los lujos en los que el expresidente Cristiani vivía mientras el pueblo moría de hambre”. Las luces de San Salvador, de noche, brillaban a lo lejos.

Un enorme set de televisión

La Asamblea Legislativa, el lugar del evento, estuvo cerrada al público general y solo los invitados especiales y funcionarios tuvieron inicialmente permiso de entrar. Los periodistas tuvieron que reunirse en las oficinas del INDES tres horas y media antes del discurso, y desde ahí fueron transportados en microbuses al Palacio Legislativo.

En el parqueo de la Asamblea, simpatizantes de Nuevas Ideas hacían fila esperando el ingreso a las graderías que tienen vista hacia el Salón Azul. Desde ahí gritarían a todo pulmón cuanta consigna pudieran a favor de Bukele y la reelección. También llevaban carteles: “Van 4, faltan 6”, decía uno, en referencia a la anunciada postulación de Bukele para reelegirse, a pesar de las prohibiciones constitucionales. 

Set de televisión de Canal 10 instalado en la Asamblea Legislativa para trasmitir el discurso de los cuatro años de gobierno del presidente Bukele. Foto de El Faro: Carlos Barrera
Set de televisión de Canal 10 instalado en la Asamblea Legislativa para trasmitir el discurso de los cuatro años de gobierno del presidente Bukele. Foto de El Faro: Carlos Barrera

Contiguo al parqueo, en la Plaza de las Banderas, justo antes de entrar al Salón Azul, como en años anteriores, había dos enormes platós de televisión del estatal Canal 10. Para llegar ahí había que pasar múltiples chequeos de seguridad. Como en años anteriores, diputados, funcionarios y seleccionados analistas desfilaban por las cámaras para ser entrevistados por empleados de la Secretaría de Comunicaciones del Gobierno, y responder preguntas como '¿Cuál cree que ha sido la mayor virtud del presidente en este último año?'. Como en años anteriores, los periodistas no tenían acceso a esta sección. Mientras Suecy Callejas, vicepresidenta de la Asamblea, era entrevistada en vivo por Canal 10, los periodistas que bajaban de los microbuses debían colocar sus pertenencias y equipo en el suelo para un chequeo de seguridad ejecutado con un perro de la unidad K-9 del Ejército. “Hemos cambiado, no somos el mismo país de antes”, diría Bukele, minutos más tarde. 

El evento de este jueves fue el tercer discurso de rendición de cuentas ofrecido por Bukele. La Constitución lo ordena, pero en 2020, Bukele no lo hizo debido a la pandemia. En 2021 y 2022 sí visitó a los diputados y en ambas ocasiones hubo cadena nacional y anuncios de guerras: contra los medios, oenegés y las pandillas.

A la ceremonia asistieron como invitados de honor personajes de redes sociales como Felipe Ray Tyson, youtuber con 400,000 suscriptores en su canal, quien hace dos años ya promocionaba la reelección de Bukele; y Silvio Aquino, un tuitero salvadoreño radicado en España y que se describe como Consejero Político Nacional de Nuevas Ideas, el partido del bukelismo. También hubo espacio para los bitcoiners Stacy Hebert y Max Keiser. Este último se describe a sí mismo como asesor senior en Twitter. Durante el discurso de Bukele, tuvo que usar un dispositivo electrónico de traducción para entender lo que el presidente decía.

En el Salón Azul, la producción era vistosa. Alrededor de las curules y la alfombra roja había unos 25 camarógrafos, videógrafos y asistentes de comunicación de los diputados y de la Asamblea. Detrás de la mesa de la presidencia, enormes pabellones con el azul y blanco de la bandera salvadoreña colgaban desde el techo. Luces extra se colocaron en puntos clave del salón para mejorar la iluminación. Parecía que todos, diputados e invitados, tenían prohibido dejar sonreír y aplaudir. La secretaria de Comunicación de la Presidencia, Sofía Medina, permaneció todo el tiempo detrás de Bukele, mientras dio el discurso. Ella comenzaría la ola de aplausos en momentos clave. Otras veces lo hizo Ernesto Sanabria, secretario de Prensa, que estaba más lejos, entre el público. 

En las sillas más cercanas al pasillo por donde entró Bukele estaban sus familiares y los parientes de Gabriela, su esposa. De los tres hermanos más cercanos a Nayib, esta vez solo participaron dos en el evento: Karim, su principal asesor, y Yusef, que tampoco tiene cargo oficial en el Gobierno, pero que cumple funciones en materia económica, según empresarios que se han relacionado con él. Yamil Bukele, medio hermano de Nayib y también presidente del Instituto Nacional de los Deportes, estaba entre los asistentes, pero un poco más alejado del pasillo. Los funcionarios de confianza de Bukele, como el ministro de Medio Ambiente, la ministra de Turismo, y algunos empleados de comunicaciones, estaban cerca de los hermanos.

En esa misma ala del Salón Azul también hubo espacio para los asesores venezolanos, considerados el segundo círculo de poder en esta administración. Sara Hanna, una de las más importantes y cercanas del presidente, estaba sentada junto al ministro de Gobernación, Juan Carlos Bidegain, con quien trabajó en conjunto en atención de la pandemia con el Servicio de Emergencias Médicas. También estaban presentes los asesores venezolanos Miguel Arbelo y Roddy Rodríguez que, junto con Hanna, conforman un gabinete paralelo que ordena acciones al gabinete oficial. Las sillas habían sido reservadas con el nombre de cada funcionario. En la primera fila, pero en una esquina, estuvo Andrés Guzmán Caballero, comisionado presidencial de derechos humanos y libertad de expresión nombrado hace una semana.  

Familiares, ministros e invitados aplauden después de que el presidente Bukele anunciara los allanamientos a las propiedades del expresidente Alfredo Cristiani. Foto de El Faro: Carlos Barrera
Familiares, ministros e invitados aplauden después de que el presidente Bukele anunciara los allanamientos a las propiedades del expresidente Alfredo Cristiani. Foto de El Faro: Carlos Barrera

Bukele, como en años anteriores, también se revistió de un acentuado nacionalismo y lanzó ataques contra la comunidad internacional. “Nosotros solo le rendimos cuentas a los salvadoreños, por eso hemos podido tomar las decisiones que había que tomar, no rendimos cuentas a la comunidad internacional, no nos doblegamos ni ante los países que nos quieren decir cómo debemos resolver nuestros problemas cuando ellos ni siquiera pueden resolver los de ellos”, dijo ante un auditorio compuesto en parte por representantes de embajadas y organismos internacionales.

Ese mensaje buscaba justificar el régimen de excepción que ha sido ampliamente criticado por organizaciones de derechos humanos y por las misiones de observación internacional. Según Bukele, las condiciones para lograr el éxito con esa medida, que lleva 14 meses de vigencia restando derechos ciudadanos a los salvadoreños, fue el triunfo en las elecciones legislativas de 2021, que le permitió imponer al actual fiscal general y a los magistrados de la Sala de lo Constitucional. “El régimen de excepción nos permitió, por fin, saborear la paz (…) por fin los salvadoreños pueden pensar en otra cosa que no sea evitar que los maten, ya podemos aspirar a más”, dijo Bukele a tres días de que un estudio de la organización Cristosal apareciera y fuera retomado por decenas de medios nacionales e internacionales, pues consigna torturas sistemáticas y asesinato de reos capturados durante el régimen y que en su mayoría no han sido condenados por ningún juez.

Fue entonces, después de defender su régimen de excepción, que Bukele dijo que había que garantizar una mejor administración pública para que el país siga teniendo recursos para operar, y que tenía tres anuncios que dar.

Sacó del atril dos carpetas con el escudo oficial. “Tengo en mis manos la propuesta para reorganizar la división político administrativa de El Salvador”, dijo. Y, como si hubiera estado programado, un coro de gritos y una ola de aplausos inundó el espacio de las graderías, donde estaban los simpatizantes de Nuevas Ideas. Luego los aplausos se comenzaron a escuchar en el Salón Azul, ante unos diputados oficialistas que tardaron en reaccionar. Los diputados de Arena, FMLN y otros partidos de oposición nunca aplaudieron ni se pusieron de pie.

Cuando Bukele posó sus manos sobre la segunda carpeta, una marejada de rumores se desató en el salón. Algunos diputados levantaron la vista, que hasta ese momento tenían en sus celulares o cuadernos. “Ustedes tendrán que votarlo, espero que pase, pero esta propuesta es para reducir este Órgano a 60 diputados”, dijo Bukele y sonrió. Los diputados oficialistas y acólitos se pusieron de pie para aplaudir. La oposición se quedó paralizada, observando. El público en las graderías coreó “Nayib, Nayib, Nayib”. Y fue ahí cuando Bukele improvisó, se salió del guion para lanzar otro dardo contra los partidos opositores: “¿Se fijaron cómo no se levantaron los de la esquina?”, dijo señalando a los diputados de Arena, FMLN y Vamos. Aseguró que la oposición no quería que se redujera la cantidad de diputados porque, según él, Arena y el Frente habían negociado en los Acuerdos de Paz incrementar de 60 a 84 la cantidad de escaños para poder dar empleo “a sus amigos”.

Si Bukele quiere disminuir la cantidad de diputaciones es porque busca favorecer a su partido Nuevas Ideas, aseguró la organización Acción Ciudadana en un estudio divulgado el 29 de marzo. 'Para el caso, Nuevas Ideas podría concentrar hasta el 83 % de la representación legislativa, mientras que el 17 % restante se distribuiría en cuatro partidos políticos. Dicha concentración de poder en el pleno podría significar la consolidación de un sistema de partidos hegemónico, donde pueden existir otras opciones políticas en el pleno, pero que no representan una opción real de poder', concluyó la organización. En cuanto a la reducción de municipios, Ruth López, jefa Jurídica y Anticorrupción de la organización Cristosal, sostuvo en una entrevista hace dos meses que eso implica “otra vuelta de tuerca de la concentración de poder y la centralización de decisiones”. Además, López cree que la reducción de las alcaldías solo responde a que Nuevas Ideas ya midió que la imagen de sus alcaldes ha decaído. 'Imagino que el perder una buena cantidad de alcaldías representaría una afectación muy grande para Nuevas Ideas y por eso buscan cambiar las reglas a su conveniencia', dijo.  

El diputado de Gana, Romeo Auerbach, lució una gorra con la inscripción
El diputado de Gana, Romeo Auerbach, lució una gorra con la inscripción ''Reelección'' al finalizar la sesión plenaria en la que Bukele anunció el recorte de municipios y diputaciones. Foto de El Faro: Carlos Barrera

Bukele fue, una vez más, el centro del espectáculo político. Consciente de su poder, de que en ese salón él no negocia sino que ordena, dijo al pleno: “Ambas propuestas (reducción de alcaldías y diputados), y espero que así sea, deberían estar aprobadas y en marcha antes de las elecciones generales de 2024”. Más aplausos. Diputados de Bukele asintiendo. Diputados de Bukele levantando el pulgar.  

Ese fue el momento en que Bukele dijo que tenía el tercer y último anuncio sobre los allanamientos a los bienes de Cristiani. Para ese punto, el público estaba eufórico con el espectáculo. Federico Anliker, presidente de la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma y uno de los mejores amigos de infancia de Bukele, gritaba burlas contra la oposición. Otros funcionarios se daban palmadas en el hombro con amplias sonrisas.

Bukele no reveló ningún detalle sobre su plan de reelección. En los trastelones políticos se rumoraba que el presidente diría algo al respecto. Al filo de las 9 de la noche, Bukele cerró su intervención y la ovación fue inmensa. Los diputados lo vieron marcharse y, acto seguido, cuando quedaron solos en el salón, se aglomeraron sobre la alfombra roja, al pie de la mesa de la presidencia para una foto de grupo. En 2024, algunos de ellos ya no serán diputados, menos ahora que el bukelismo —o sea ellos mismos— desaparecerán 20 escaños. Aquella foto parecía una de despedida. Bukele, en cambio, de cumplir su promesa de reelección inconstitucional, tendrá que volver durante cinco años más a esta misma Asamblea a dar su informe de gestión; o, más bien, como ocurrió esta y las anteriores veces, a anunciar lo que decida ordenar. 

Frente a los diputados que se fotografiaban, sobre la alfombra roja, el teleprompter que sirvió a Bukele para leer su discurso proyectaba las últimas palabras dichas ante aquella multitud. Parecían un presagio: “El Salvador ya es otro país. Este es solo el inicio”.

*Con reportes de Nelson Rauda.

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